La ratio de mora de los créditos otorgado a hogares con fines de adquisición de vivienda continuó descendiendo en el primer trimestre, aunque con una tasa más moderada que en los trimestres previos, dado que el saldo dudoso cayó un 0,7% entre enero y marzo, frente al descenso en tasa trimestral del 9,2% registrada en el trimestre previo, según los datos recopilados por la Asociación Hipotecaria Española (AHE).
En total, la ratio de mora de los créditos para la adquisición de vivienda se mantuvo en el 2,3%, apenas una centésima por encima del valor registrado en el trimestre anterior y 0,6 puntos porcentuales por debajo de la tasa registrada en marzo de 2022.
En paralelo, en la cartera del crédito a las actuaciones de rehabilitación de vivienda, la AHE también observa una desaceleración en la senda de contracción del saldo dudoso en los últimos tres meses, lo que ha supuesto que la ratio de dudosidad reflejé una mejora prácticamente testimonial en términos trimestrales, hasta situarse en el 3,7% en marzo de 2023, mientras que, en términos interanuales, la ratio registró una mejora superior a un punto porcentual, al cerrar en marzo de 2022 en el 4,8%.
En el crédito al consumo, las exposiciones dudosas mostraron una evolución negativa entre enero y marzo de 2023, lo que llevó a que la ratio de dudosidad experimentará un aumento intertrimestral de 0,2 puntos porcentuales, hasta el 4,4%. La AHE explica que este segmento es el que, en un contexto de debilidad financiera, suele resentirse en mayor medida, aunque, por el contrario, su exposición en valores absolutos sea menor frente al segmento residencial.
Por su parte, en las actividades productivas tanto el volumen como la ratio de préstamos dudosos mostraron una dinámica positiva en términos anuales y trimestrales, de forma que la tasa de dudosidad pasó a situarse en el 4,1% a marzo de 2023 desde el 4,2% observado a finales de 2022 o el 4,8% registrado en marzo del pasado año.
Dentro de este segmento, destaca la evolución del crédito otorgado a las actividades inmobiliarias que, al contrario de lo observador en el resto de las rúbricas, mostró una senda de descenso superior y de doble dígito en los activos de dudoso cobro, tanto desde un enfoque anual como trimestral.
En consecuencia, la ratio de dudosidad se situó en el 3,4% en marzo de este ejercicio frente al 3,8% del trimestre previo o el 4,3% observado en marzo del año previo.
Sobre la evolución del sector de la construcción que, aunque junto al sector de la hostelería presenta la tasa de dudosidad más elevada, ha mostrado una mejoría a lo largo de esta última década, desde niveles por encima del 34% a finales de 2013 hasta una dudosidad del 7,8% actualmente. Desde una perspectiva anual, la ratio mostró una mejora de 0,6 puntos porcentuales y, desde una perspectiva trimestral, una mejora de 0,3 puntos.
LA AHE NO PREVÉ DESEQUILIBRIOS «EXCESIVOS»
La asociación sostiene que la coyuntura actual de endurecimiento monetario, en un contexto de inflación persistentemente alta, no parece estar traduciéndose, «al menos por el momento», en un deterioro en la calidad crediticia de las carteras.
La venta de activos problemáticos y un mercado laboral «más sólido» de lo esperado serían algunos de los factores que explicarían la contención de la mora.
Sin embargo, esta evolución comienza a dar sus primeras muestras de desaceleración en el segmento de hogares, una tendencia que «podría acentuarse» a medida que avance el año, teniendo en cuenta, por un lado, que a marzo de 2023 el proceso de endurecimiento de las condiciones de financiación de los préstamos no se había completado
íntegramente y que, por otro lado, con arreglo a la normativa contable bancaria, la reclasificación de un préstamo a riesgo dudoso puede tardar varios meses en reconocerse.
En cualquier caso, la AHE considera que de subir la morosidad, esto se producirá dentro de un marco normativo en el que está funcionando el Código de Buenas Prácticas para deudores hipotecarios vulnerables o en riesgo de vulnerabilidad.
Además, no espera que los potenciales desequilibrios que puedan derivarse en la calidad crediticia de la cartera residencial, conforme avance el proceso de transmisión de la política monetaria, sean excesivos, sobre todo si se compara con la crisis de 2008.