El Banco Central Europeo (BCE) y el resto de los principales bancos centrales deben afrontar la «verdad incómoda» de que la inflación está tardando demasiado en regresar a la meta por lo que deben perseverar en su compromiso, a pesar de los riesgos de un crecimiento económico más débil y un aumento de las tensiones financieras, según ha señalado el Fondo Monetario Internacional (FMI).
En su intervención en la inauguración del foro anual que organiza el BCE en la localidad portuguesa de Sintra, Gita Gopinath, primera subdirectora general del FMI y ‘mano derecha’ de Kristalina Georgieva al frente de la institución, ha alertado de que, si bien la tasa de inflación general ha disminuido, los bancos centrales deben continuar luchando al mismo tiempo que determinan si, y cómo, la estrategia de política monetaria debe adaptarse en el futuro.
En este sentido, la ‘número dos’ del FMI ha enumerado tres «verdades incómodas» que deben ser afrontadas por los responsables de política monetaria, empezando por que «la inflación está tardando demasiado en volver al objetivo», lo que supone que los bancos centrales, incluido el BCE, deben seguir comprometidos con la lucha contra la inflación a pesar de los riesgos de un crecimiento económico más débil.
Asimismo, una segunda verdad incómoda para la funcionaria del FMI es que las turbulencias financieras podrían generar tensiones entre los objetivos de estabilidad financiera y de precios de los bancos centrales, mientras que en tercer lugar ha advertido de que, en el futuro, es probable que los bancos centrales experimenten más riesgos de inflación al alza que antes de la pandemia.
En consecuencia, para Gopinath es necesario que las instituciones perfeccionen las estrategias de política monetaria y el uso de herramientas como la orientación prospectiva y la flexibilización cuantitativa.
En su análisis, la economista del FMI ha reconocido que algunos efectos secundarios de la lucha contra la inflación por parte de la política monetaria podrían mitigarse dando a la política fiscal un papel más importante, señalando en particular que las condiciones económicas exigen un ajuste fiscal que podría ayudar a enfriar la demanda y reducir la necesidad de subir los tipos de interés, especialmente si lo hace en conjunto un amplio grupo de países.
«Como mínimo, es fundamental que los gobiernos de la zona del euro resistan cualquier tentación de diluir la reducción del déficit proyectada con las políticas actuales», ha advertido.
Sin embargo, en última instancia, para Gopinath depende de los bancos centrales brindar estabilidad de precios independientemente de la orientación fiscal.
Dado que la inflación subyacente es alta y los riesgos de inflación al alza son considerables, las consideraciones de gestión de riesgos en la zona del euro sugieren que la política monetaria «debe seguir endureciéndose y luego permanecer en territorio restrictivo hasta que la inflación subyacente se encuentre en una clara tendencia a la baja».
De este modo, ha defendido que el BCE, y otros bancos centrales en una situación similar, deberían estar preparados para reaccionar con fuerza ante nuevas presiones inflacionarias al alza.
«Los costes de combatir la inflación serán significativamente mayores si un período prolongado de alta inflación impulsa las expectativas de inflación y cambia la dinámica de la inflación», ha apostillado.