La actividad manufacturera de Estados Unidos contuvo su caída y remontó por tercer mes consecutivo al situarse en los 49,2 puntos desde los 47,3 anteriores, según el índice de gerentes de compras (PMI) manufacturero elaborado por S&P Global.
La consultora explica que, a pesar de la mejora, aún se continúa en terreno negativo por la disminución de la demanda de los clientes. Tanto la demanda doméstica como externa permanecieron «contenidas», pues la inflación restó poder adquisitivo.
A pesar de esto, la producción sí creció ligeramente, interrumpiendo, así, la tendencia a la baja registrada en los tres meses anteriores.
Además, los fabricantes también adquirieron menos insumos y redujeron los inventarios preproducción para contener los costes. En suma, las compañías lograron moderar sus precios de venta. Asimismo, la «débil demanda» impulsó al ritmo más rápido el índice de entregas en plazo, ya que se ultimaron pedidos no completados.
En cuanto al empleo, las industrias continuaron cerrando los puestos vacantes y, aunque se moderase la creación de empleo respecto a febrero, el de marzo fue el segundo avance en este sentido más veloz desde septiembre de 2022.
«Aunque se anotó un aumento de la producción por primera vez desde octubre, el crecimiento no fue muy elevado, y se debió a la reducción de tensiones sin precedentes en las cadenas de suministro», ha explicado Siân Jones, economista ‘senior’ en S&P Global Market Intelligence. «La baja demanda de insumos ha resultado un alivio para los fabricantes, pues los costes de estos disminuyeron de nuevo», ha añadido.
En cuanto al futuro, los fabricantes de bienes «se mostraron muy optimistas» sobre las perspectivas para este año, pues se espera un fortalecimiento de la demanda. Sin embargo, la confianza se ha desplomado a su nivel más bajo en tres meses por la persistencia de la inflación.