El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha recomendado al Banco de Japón que no precipite el fin de su política monetaria ultralaxa sin comunicar adecuadamente antes los condicionantes que motivarían tales cambios, con el fin de evitar turbulencias en los mercados.
«Cualquier cambio en materia de política monetaria debe explicarse bien para facilitar una transición suave y para proteger la estabilidad financiera», ha dicho el FMI este viernes tras la publicación de su informe del Artículo IV con Japón. En opinión del organismo multilateral, los cambios abruptos supondrían un riesgo para la economía.
No obstante, el propio FMI ha matizado posteriormente que no está tampoco a favor de que el Banco de Japón adelante preliminarmente el sentido de sus decisiones, pues esto también podría dar pie a la inestabilidad financiera, sino que lo que espera es que estas se justifiquen de forma clara.
Estas declaraciones se producen antes del relevo en la dirección del Banco, que tendrá lugar el 9 de abril, cuando Kazuo Ueda reemplazará a Haruhiko Kuroda como gobernador de la entidad. Por el momento, Ueda se ha mostrado partidario de continuar con la política del ‘dinero barato’.
Sin embargo, un amago de cambio de rumbo en el Control de la Curva de Rendimiento (‘Yield Curve Control’, YCC) podría provocar una venta acelerada de bonos. De hecho, una política de comunicación deficiente en torno a cambios en esta curva ya sacudió los mercados en diciembre del año pasado.
PREVISIONES ECONÓMICAS
Por su parte, el FMI también ha revelado sus estimaciones para 2023, cuando prevé que la economía nipona se acelere al 1,3% «aupada por el consumo privado y la inversión privada en capital fijo». Además, las exportaciones aumentarán y se normalizará el flujo de turistas al país insular.
Sin embargo, la inflación avanzará más de lo esperado a principios de 2023 por los efectos retardados de la depreciación del yen y la reapertura de fronteras, si bien se moderará después y se quedará en el 2,7% para el conjunto del año. Asimismo, el déficit permanecerá «elevado» tras la adopción del último paquete fiscal adoptado en octubre de 2022. El desfase en las cuentas públicas será del 6,4%, con un componente estructural del 6,2%.
De cara ya a 2024, el FMI proyecta que el PIB crezca un 1%, mientras que la inflación se moderará cinco décimas y será del 2,2%.