El aumento de los salarios en la zona euro no ha supuesto de momento una fuente importante de inflación, según el economista jefe del Banco Central Europeo (BCE), Philip Lane, para quien muchos de los incrementos de precios el año pasado podrían atribuirse al aumento de los beneficios de las empresas y de los costes de la energía.
«Hasta ahora, el aumento de los salarios no ha sido una fuente importante de inflación», reconoce el economista irlandés en una entrevista con el periódico alemán ‘Die Zeit’, en la que anticipa «un relevo» este año, cuando se espera que los sueldos suban más rápidamente a medida que los sindicatos reaccionan a la elevada inflación de 2022.
En este sentido, Lane sostiene que muchos de los aumentos de precios el año pasado «podrían atribuirse al aumento de los beneficios y al aumento de los costes de la energía».
Para el economista jefe del BCE, esta mejor evolución de las ganancias empresariales en comparación con las retribuciones de los trabajadores responde a varias razones, incluyendo el que las negociaciones salariales toman tiempo, por lo que espera que este año «los salarios aumenten más».
Asimismo, anticipa que las empresas tendrán menos espacio para aumentar sus ganancias a través de precios más altos como consecuencia entre otras razones de que la demanda debería enfriarse y los cuellos de botella de la oferta deberían aliviarse, haciendo que el reparto de la carga cambie con el tiempo.
«Hay una pérdida colectiva», señala Lane en referencia al efecto del «espectacular» encarecimiento de las importaciones de energía, que fue el detonante de la alta inflación, lo que significa que hay menos ingresos para distribuir en nuestra economía al tener que pagar más por el gas y el petróleo a otros países.
«¿Cuánto deberían bajar los ingresos de los trabajadores y cuánto las ganancias de las empresas? La pérdida tiene que ser absorbida de alguna manera si queremos que la UE siga siendo competitiva y le vaya bien en los negocios globales», plantea.
A este respecto, el irlandés subraya que no se está observando una situación semejante a la espiral de salarios y precios de la década de 1970 y considera que los aumentos salariales más altos de lo normal que están registrándose «parecen razonablemente justos» dentro del contexto general, aunque asegura que hay que seguir atentamente la evolución.
De este modo, el BCE supone un crecimiento salarial del 5,3% este año y del 4,4% el próximo, mientras que señala la importancia de que tanto trabajadores como empresas tengan en cuenta que la inflación estará mucho más cerca del 2% el próximo año y en 2025.
La semana pasada, la presidenta del BCE, Christine Lagarde, señalaba que la dinámica de la inflación subyacente en la eurozona no ofrece evidencias de una tendencia a la baja y advertía de que si empresas y trabajadores no aceptan una distribución justa de la carga, se podría registrar una espiral alcista entre márgenes de beneficio, salarios y precios.
En una conferencia en Fráncfort, la francesa defendió la necesidad de que el coste derivado del impacto del encarecimiento de las importaciones de energía «debe ser compartido en última instancia entre empresas y trabajadores» y aprovechaba para recordar que, hasta ahora, los salarios reales han disminuido sustancialmente, «mientras que los márgenes de beneficio de las empresas se han ampliado en muchos sectores».