El vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), Luis de Guindos, ha advertido del aparente cambio de narrativa respecto de la inflación, con mayor protagonismo de la tasa subyacente a medida que la general disminuya en los próximos meses, subrayando la necesidad de evitar una espiral de salarios y precios y que los gobiernos no pongan «palos en las ruedas de la política monetaria» con sus medidas fiscales.
En una conferencia pronunciada en CUNEF, el exministro español de Economía ha reconocido que la actual situación económica en la zona euro es algo mejor de lo previsto, ya que el riesgo de recesión prácticamente se ha desvanecido, mientras que anticipa una corrección importante de la inflación general en los próximos meses, hasta niveles por debajo del 6% a mediados de año, principalmente por efectos de base en la energía y el alivio de las cadenas de suministro.
Sin embargo, a pesar de acumularse varios meses de noticias relativamente positivas sobre la tasa de inflación general, la evolución de la subyacente «no ha sido tan buena» y se está acelerando mes a mes al pasar desde un ‘shock’ energético a un mayor peso de salarios y la política fiscal.
«Creemos que la inflación general seguirá desacelerándose en los próximos meses y que caerá por debajo del 6% a mediados de año, pero la subyacente será más estable», ha apuntado, señalando como uno de los elementos clave el comportamiento de los salarios, que el BCE estima subirán un 5% en 2023.
Asimismo, ha hecho especial hincapié en el doble sentido de la relación entre política monetaria y fiscal, ya que, si bien en el corto plazo la inflación tiene efectos positivos en las cuentas públicas en el medio plazo su impacto depende de factores como la naturaleza del shock inflacionario, de la respuesta de la política fiscal, de aspectos institucionales del presupuesto como la indexación y de la respuesta de la propia política monetaria.
De este modo, Guindos ha señalado que la política fiscal también afecta a la evolución de la inflación a través del alcance de las medidas de estímulo y de la composición de las mismas, pudiendo limitar las subidas de precios en el corto plazo, pero con un carácter opuesto al retirarse.
En este sentido, ha señalado que las medidas de alivio del coste de la vida implementadas en la eurozona contribuyeron a restar un punto porcentual de inflación en 2022 y algo menos este año, pero ha advertido de que cuando se retiren en 2024 y 2025 pueden causar un efecto contrario sobre la inflación.
«Nuestra recomendación es que las medidas sean temporales, selectivas y dirigidas a los más vulnerables y a la vez de evitar medidas indiscriminadas», ha defendido el vicepresidente del BCE, recordando que únicamente un 20% de las medidas desplegadas han sido selectivas. «Si no es así, la política fiscal pondrá palos en las ruedas de la política monetaria», ha lamentado.
No obstante, Guindos ha reconocido el papel de la política fiscal para sostener la renta de los grupos más vulnerables y más afectados por la inflación, ya que puede actuar de manera más discriminada que la política monetaria de los bancos centrales. «Es importante evitar la espiral precios salarios porque ahí todos perdemos», ha apostillado.
La tasa de inflación interanual de la eurozona se situó en febrero en el 8,5%, una décima menos que en enero, mientras que la tasa subyacente, que excluye el efecto de energía y alimentos, escaló tres décimas, hasta un récord del 5,6%, según los datos preliminares publicados por Eurostat este jueves.