La tasa de inflación de referencia en Japón, aquella que excluye el impacto del precio de los alimentos frescos, ser situó el pasado mes de diciembre en el 4%, tres décimas por encima de la subida interanual del mes anterior, lo que supone el mayor encarecimiento del coste de la vida desde 1981, según los datos publicados por el Gobierno nipón.
En el caso de la tasa de inflación general, el IPC alcanzó en diciembre el 4%, frente al 3,8% del mes de noviembre, mientras que la tasa de inflación subyacente, que además de los alimentos frescos también excluye la energía, escaló al 3%, dos décimas más que el mes anterior.
De este modo, en el conjunto de 2022 la tasa de inflación promedio de referencia en Japón fue del 2,3%, frente a la caída del 0,2% de 2021, la más elevada desde la subida del 2,6% correspondiente a 2014 como consecuencia del impacto de la subida del IVA y la mayor desde el 2,9% de 1991 si no se tiene en cuenta la subida del impuesto.
A pesar de la aceleración de la subida de los precios en el país, el Banco de Japón decidió esta semana mantener sin cambios su política monetaria y de estímulo, a pesar de las expectativas del consenso de analistas que apuntaban a nuevas señales de giro en la posición del instituto emisor.
De esta manera, la entidad presidida por Haruhiko Kuroda decidió continuar con su política de tipos de interés negativos, manteniendo la tasa en el -0,1%, la misma que lleva aplicando desde enero de 2016, cuando se adentró en terreno negativo por primera vez en su historia.
Asimismo, seguirá con su política de control de la curva de rendimientos de la deuda pública permitiendo que la rentabilidad del bono de Japón a 10 años fluctúe en un rango de alrededor de +/- 0,5 puntos porcentuales respecto del nivel objetivo, mientras que continuará con sus compras de bonos soberanos a gran escala.
En su reunión del pasado diciembre, el Banco de Japón había sorprendido a los mercados al ampliar el rango de fluctuación aceptado para la cotización del bono japonés a diez años en su estrategia de control de la curva de rendimientos.
Entonces, la institución anunció un ajuste en la banda de fluctuación aceptada en la cotización del bono japonés a diez años desde alrededor de +/-0,25 puntos porcentuales hasta los actuales +/-0,5 puntos porcentuales.
REBAJA PREVISIONES DE CRECIMIENTO.
Por otro lado, el Banco de Japón presentó sus nuevas proyecciones macroeconómicas para el país, expresando su confianza en que la actividad se recupere hacia la mitad del período de previsiones ante el menor impacto relacionado con la pandemia de Covid-19 y la disminución de las restricciones del lado de la oferta, aunque espera que esté bajo presión a la baja derivada de los altos precios de las materias primas y la desaceleración en las economías internacionales.
De este modo, las tasas de crecimiento proyectadas para los años fiscales 2022 y 2023 son algo inferiores que en su anterior proyección del pasado octubre, principalmente debido al debilitamiento de la coyuntura internacional.
En el caso de la inflación, las tasas de aumento proyectadas se mantienen más o menos sin cambios para los ejercicios 2022 y 2023, mientras que para el año fiscal 2024 es algo más alta debido a una disminución de los efectos de las medidas aplicadas para aliviar el aumento del coste de la energía.
De este modo, el banco central nipón prevé que el PIB cierre el ejercicio fiscal 2022 con una expansión del 1,9%, frente al 2% previsto anteriormente, y que en 2023 aumente un 1,7%, frente al 1,9% previsto en octubre. De cara al ejercicio 2024, la entidad anticipa una expansión del 1,1%, frente al 1,5% esperado anteriormente.
En el caso del IPC, el Banco de Japón espera que la tasa suba en el ejercicio 2022 un 3%, una décima más de lo previsto en octubre, para desacelerarse al 1,6% en 2023, en línea con su estimación previa, mientras que espera que los precios suban un 1,8% en el ejercicio 2024, dos décimas más de lo anticipado anteriormente.