
MADRID, 31 (EUROPA PRESS)
El Puente de Brooklyn, símbolo histórico de Nueva York y parte fundamental de la ciudad, se alza majestuosamente sobre el East River, conectando los distritos de Manhattan y Brooklyn. Para el viajero, atravesar este puente es sentir la historia palpitar bajo sus pies, disfrutando de una de las imágenes más características de la ciudad norteamericana, la de los edificios de Manhattan iluminados, especialmente por la noche.
Más que una simple estructura de acero y piedra, este icónico puente es un testimonio de la ambición humana, la innovación ingenieril del siglo XIX y la resiliencia frente a la adversidad, una historia tejida no solo por ingenieros visionarios sino también por una mujer extraordinaria cuyo papel a menudo queda en las sombras: Emily Warren Roebling.
Es una postal perfecta que se erige como uno de los símbolos más reconocibles de la ciudad de Nueva York, sin mencionar la magnífica hazaña de ingeniería de la que forma parte. El aspecto del puente lo distingue: sus torres góticas con arcos dobles, cables de acero entrecruzados y una curvatura elegante y suave hacen que caminar o andar en bicicleta por el tramo sea una experiencia codiciada para los visitantes.
Desde New York City Tourism + Conventions, organización de promoción y marketing de la ciudad se asegura que en cualquiera de los extremos del famoso puente hay barrios muy atractivos para explorar: desde los majestuosos Brooklyn Heights y el alguna vez industrial Dumbo en el lado de Brooklyn; hasta el Lower Manhattan, Tribeca y Chinatown, todos a poca distancia en el lado de Manhattan.
EL PRIMERO SUSPENDIDO SOBRE CABLES DE ACERO.
Inaugurado el 24 de mayo de 1883 tras 13 años de ardua construcción, el Puente de Brooklyn no solo marcó un hito al convertirse en el puente colgante más largo del mundo en su época, con una distancia entre pilares de casi 500 metros y una longitud total de 1.825 metros, sino que también fue pionero al ser el primero suspendido mediante cables de acero.
Hoy en día, ofrece seis carriles para vehículos (excepto camiones y autobuses), y una pasarela independiente para bicicletas y peatones en un nivel superior, permitiendo disfrutar de las vistas panorámicas del skyline neoyorquino.
Para llegar a esta maravilla arquitectónica, los viajeros pueden optar por el metro, utilizando la estación Brooklyn Bridge – City Hall Station, a la que llegan las líneas 4, 5 y 6. También hay diversas líneas de autobús, como la M9, M15 y M22, que ofrecen acceso cercano. Una vez allí, la experiencia de caminar o pedalear a través del puente ofrece perspectivas únicas de la ciudad y el East River.
En la actualidad no tiene ningun coste su uso, pero cuando se abrió por primera vez, los peatones tuvieron que pagar un centavo por el privilegio de cruzar a través de esta maravilla arquitectónica.
IMPULSADO POR UNA MUJER.
La concepción del Puente de Brooklyn surgió ante la necesidad de conectar de manera más eficiente y segura las entonces ciudades independientes de Manhattan y Brooklyn, especialmente durante los inviernos cuando el río se congelaba, ocasionando problemas para cruzar en barco.
La visión de esta obra de ingeniería de carácter de infraestructura fue del ingeniero John Augustus Roebling, propietario de una compañía metalúrgica y un visionario en la construcción de puentes colgantes. Su diseño innovador contemplaba el uso a gran escala del acero como material constructivo, algo revolucionario para la época.
Trágicamente, poco después de la aprobación del diseño en 1869, Roebling sufrió un fatal accidente al ser aplastado su pie por un transbordador, falleciendo a causa del tétanos. Su hijo, Washington Roebling, le sucedió en el cargo, pero también enfrentó graves problemas de salud al sufrir el síndrome de descompresión o ‘enfermedad de los buzos’ debido al trabajo en los pozos de cimentación. Postrado en cama, Washington continuó supervisando el proyecto desde su apartamento en Brooklyn.
Es en este punto donde la figura de Emily Warren Roebling emerge como una pieza clave en la culminación de esta monumental obra. Esposa de Washington, Emily se convirtió en su ayudante indispensable, aprendiendo ingeniería y actuando como el enlace crucial entre su esposo y los ingenieros y constructores sobre el terreno.
Gracias a su dedicación y la transmisión precisa de las instrucciones de Washington, el proyecto continuó avanzando a pesar de las adversidades. Cuando el puente finalmente se abrió al público, ella fue la primera persona en cruzarlo, un testimonio silencioso pero poderoso de su contribución esencial a la obra.
Se han producido numerosos cambios a lo largo de los años, incluido el trabajo de reparación estructural, el ensanchamiento de las rampas en ambos extremos y un trabajo de pintura nueva (que tardó unos seis años en completarse) con un nuevo color oficial, el ‘Brooklyn Bridge bronceado’.
BROOKLYN BRIDGE PARK, UN OASIS URBANO A ORILLAS DEL RÍO EAST.
La joya de East River, será aún más accesible para los viajeros españoles este verano gracias al aumento de la operativa de la aerolínea Level. Con el inicio de la temporada estival el 30 de marzo, la aerolínea incrementará su conectividad entre Barcelona y América, alcanzando los 652.000 asientos disponibles. En particular, la aerolínea ofrecerá vuelos diarios a Nueva York, permitiendo a más turistas deleitarse con este símbolo del skyline neoyorquino.
Para disfrutar plenamente de la experiencia del Puente de Brooklyn, puedes visitarlo al atardecer para presenciar la transición del día a la noche sobre el skyline de Manhattan, o por la noche para admirar las luces de la ciudad.
Dedica tiempo a cruzarlo a pie para absorber la atmósfera y las vistas en detalle. También puedes optar por recorrerlo en bicicleta, aprovechando la pasarela designada.
Por el lado de Manhattan, al descender del icónico Puente de Brooklyn, te encontrarás inmerso en el corazón del distrito financiero. Wall Street, con su imponente arquitectura y el famoso Toro de Wall Street, te transportará al epicentro del poder económico.
A pocos pasos, Federal Hall, un sitio histórico crucial, te permitirá revivir los primeros días de la nación estadounidense. Además, la vibrante energía de Chinatown, con sus mercados bulliciosos y auténtica gastronomía, te ofrecerá una experiencia cultural única. Para los amantes de la historia marítima, South Street Seaport ofrece un vistazo al pasado portuario de la ciudad, con muelles restaurados y vistas panorámicas del río.
Cruzando el puente hacia Brooklyn, el moderno barrio de DUMBO te espera con sus calles adoquinadas, galerías de arte y vistas espectaculares del horizonte de Manhattan.
El Brooklyn Bridge Park, un oasis urbano a orillas del río East, te invitará a relajarte con sus áreas verdes, muelles y el encantador Jane’s Carousel. Para un paseo tranquilo, Brooklyn Heights te cautivará con sus elegantes casas históricas y el Brooklyn Heights Promenade, un paseo marítimo con vistas panorámicas del puente y el horizonte de Manhattan. Además, un crucero por el río East te ofrecerá una perspectiva única del puente y la ciudad desde el agua.
SÍMBOLO PERENNE DE LA CIUDAD.
El Puente de Brooklyn sigue siendo una obra de ingeniería icónica, un testimonio del ingenio humano y la perseverancia. Su historia, marcada por la visión, la tragedia y la determinación, especialmente la de Emily Warren Roebling, lo convierte en mucho más que un simple cruce sobre el río.
Para el viajero, es una oportunidad de conectar con el pasado de Nueva York, maravillarse con su arquitectura neogótica y disfrutar de algunas de las vistas más espectaculares de una de las ciudades más vibrantes del mundo.
Cruzar el Puente de Brooklyn es, en definitiva, una experiencia inolvidable, un viaje a través de la historia, la ingeniería y el alma de Nueva York.
