
MADRID, 14 (EUROPA PRESS)
Descubre la magia efímera de las Fallas de Valencia, una celebración única en el mundo donde el arte monumental satírico toma las calles para culminar en un espectacular ritual de fuego.
Sumérgete en la tradición centenaria que cada año da vida a impresionantes esculturas creadas con meticuloso detalle por artistas falleros, desde la concepción de la idea hasta su apoteósica ‘cremà’ la noche de San José.
Prepárate para vivir una experiencia inolvidable llena de color, crítica y pasión, donde la belleza efímera de las Fallas te cautivará antes de desaparecer entre las llamas, dejando una huella imborrable en tu memoria viajera.
Las Fallas Valencianas son un espectacular proyecto de arte efímero, un meticuloso proyecto de creación que culmina entre llamas en pocos minutos. La creación de una falla valenciana es un testimonio del talento artístico, la dedicación artesanal y el espíritu comunitario que caracterizan esta tradición única.
Desde la concepción de la idea hasta su espectacular final en llamas, cada falla es una obra de arte efímera que refleja la creatividad y el ingenio de los artistas falleros, dejando una huella imborrable en la cultura y el corazón de Valencia.
Las Fallas de Valencia son mucho más que una festividad; son una exhibición monumental de arte efímero que atrae a visitantes de todo el mundo. Estos impresionantes monumentos satíricos, cargados de crítica social y artística, adornan las calles de Valencia durante unos pocos días para luego ser consumidos por las llamas en un espectáculo purificador conocido como la ‘cremà’.
Pero, ¿cómo se hacen estas complejas y efímeras obras de arte? El proceso de creación de una falla valenciana es un viaje fascinante que combina habilidades artísticas, técnicas artesanales y una profunda conexión con una tradición centenaria.
ORIGEN DE LAS FALLAS.
Los orígenes de las Fallas se remontan al siglo XVIII, cuando los carpinteros de Valencia quemaban los excedentes de madera y otros materiales en hogueras la víspera de la festividad de San José, su patrón.
Con el tiempo, a estas hogueras se fueron añadiendo pequeñas figuras con un carácter satírico y de denuncia social, marcando el nacimiento de los ‘ninots’ y las propias fallas.
Hoy en día, el proceso comienza mucho antes de que el primer ninot tome forma, con la concepción de la idea original por parte del artista fallero y su equipo. Una vez definido el tema, que a menudo se inspira en eventos actuales, tradiciones locales o la creatividad del artista, se procede a la planificación del diseño.
Esta fase crucial incluye la elaboración de un boceto detallado que contenga todos los detalles posibles, incluyendo los colores.
Este dibujo se transforma posteriormente en una maqueta a escala, una representación tridimensional que permite visualizar el resultado final y realizar ajustes antes de la construcción a tamaño real.
La creación de los ‘ninots’, las figuras individuales que componen la falla, es un proceso artesanal minucioso. Tradicionalmente, los ninots se realizaban utilizando el cartón como materia prima. Este método tradicional comienza con la elaboración de una copia a tamaño real del boceto en barro.
A continuación, se construye un molde de escayola sobre esta figura de barro, aplicando previamente jabón para facilitar el desmolde. Una vez desmoldada la figura de arcilla, se crea un molde de cartón rellenando el molde de escayola con finas hojas de cartón reciclado y cola blanca, aplicando varias capas.
Tras el secado, se desmolda la figura de cartón, se unen los fragmentos con cola y se repasa toda la superficie, añadiendo más papel si es necesario antes de lijarla para prepararla para la pintura. La ventaja de este método es que los moldes se pueden reutilizar, lo que permite a los artistas falleros abaratar costes.
Con los avances tecnológicos, se ha popularizado el uso del corcho blanco o poliestireno expandido para la creación de ninots.
Este material versátil permite crear figuras muy altas y ligeras, incluso monumentos de hasta 30 metros. El proceso con corcho comienza también con un boceto, pero en este caso, se cortan piezas de corcho blanco siguiendo la silueta del diseño.
Posteriormente, estas piezas se tallan a mano utilizando cuchillas, limas y lijas para darles la forma exacta de cada parte del ninot. Finalmente, las piezas se ensamblan y se pegan con cola blanca, reforzando la estructura con una capa de papel de periódico y cola o, en algunos casos, escayola.
Una vez que los ninots están modelados, se procede a la fase de pintura y decoración, un paso fundamental para dar vida a la falla y resaltar sus detalles.
Los artistas emplean una amplia gama de técnicas de pintura, desde pinceles tradicionales hasta aerógrafos, utilizando colores vibrantes y llamativos para captar la atención del público. Además, se añaden elementos decorativos como telas, luces y otros materiales para realzar la belleza y originalidad de la obra.
Paralelamente a la creación de los ninots, se construye el armazón de la falla, una estructura de madera o metal que servirá de soporte para todas las figuras. Esta estructura debe ser resistente y segura, capaz de soportar el peso del monumento y las condiciones climáticas adversas.
Una vez que todas las partes están terminadas, llega el momento del montaje y ensamblaje, un proceso complejo que requiere habilidades de ingeniería para asegurar que todas las piezas encajen correctamente y que la falla mantenga su estabilidad estructural.
El transporte de la falla desde el taller hasta su ubicación final en las calles de Valencia es otro desafío logístico, especialmente para las fallas de gran tamaño que requieren equipos especiales de transporte y grúas. Una vez en el lugar, se realiza el montaje final, incluyendo la instalación de luces y otros elementos decorativos.
A lo largo de todo este proceso, los artistas falleros enfrentan numerosas dificultades y desafíos, como limitaciones de tiempo y recursos, así como las propias condiciones climáticas que pueden afectar la construcción y exhibición.
El coste de una falla puede variar significativamente, desde unos pocos miles de euros para las más pequeñas hasta cifras que superan los seis dígitos para las fallas de la sección especial, dependiendo del tamaño, la complejidad y la reputación del artista.
PURIFICACION Y RENOVACIÓN: LA CREMÁ.
Finalmente, tras días de ser admiradas, las fallas llegan a su apoteósico final con la ‘cremà’, la quema de los monumentos la noche del 19 de marzo.
Este acto, que simboliza la purificación y la renovación, es un espectáculo impresionante de fuego y luz que marca el final de las celebraciones y el comienzo del ciclo para la creación de las fallas del año siguiente. Solo se salva un ninot de cada falla, el ‘ninot indultat’, que pasa a formar parte de la colección del Museo Fallero.
Entre el estruendo de la pólvora, el resplandor de las luces y la efímera belleza de las fallas, Valencia se transforma en estas semanas en un escenario mágico que invita a vivir una experiencia única en la que cada rincón cuenta una historia.
Más allá de la fiesta, las Fallas son un homenaje a la creatividad, la tradición y el espíritu de una ciudad que se entrega por completo a esta celebración única y especial que atrae a viajeros de todo el mundo.