MADRID, 7 (EUROPA PRESS)
Las Islas Baleares no solo son un destino turístico de renombre por sus playas y vida nocturna, sino que se han consolidado como un refugio para aves y un lugar donde la biodiversidad se disfruta a pleno vuelo. Para quienes buscan una experiencia de turismo responsable y conectarse con la naturaleza, el ‘birdwatching’ (avistamiento de pájaros) en este archipiélago es una actividad imprescindible.
Con la celebración del Día Mundial de las Aves Migratorias (12 de octubre), este archipiélago destaca especialmente como un destino clave en las rutas migratorias de cientos de especies, ofreciendo una oportunidad única al viajero de conectar con la biodiversidad y disfrutar de un turismo ornitológico incomparable.
El archipiélago balear es hogar de más de 300 especies de aves, muchas de las cuales utilizan las islas como un punto de descanso en su viaje migratorio. Desde aves residentes hasta especies que llegan a reproducirse, el movimiento ornitológico es constante a lo largo del año.
Este factor, junto con la riqueza de sus ecosistemas – playas, humedales, montañas y dunas – convierte a las Baleares en uno de los destinos más valorados por los aficionados al avistamiento de aves.
La protección de estas áreas naturales es prioritaria para las autoridades locales, que promueven un turismo sostenible a través de fondos recaudados por el Impuesto de Turismo Sostenible. Estos fondos han contribuido a mejorar la infraestructura de observación y accesibilidad, especialmente en zonas como las albuferas y parques naturales del archipiélago.
IBIZA: ESPECTÁCULO DE FLAMENCOS AL ATARDECER.
Ibiza no solo destaca por su vida nocturna y playas, sino también por ser un refugio ornitológico de primer nivel. El Parque Natural de Ses Salines, que abarca cerca de 2.000 hectáreas de salinas, dunas y humedales, es un escenario idílico para la observación de aves.
Entre agosto y octubre, los flamencos toman protagonismo, ofreciendo un espectáculo inolvidable cuando sus siluetas se recortan contra los cielos rojizos del atardecer. Los flamencos son el principal estandarte para los visitantes, que llegan entre agosto y octubre, pero otras 210 especies de aves como la endémica curruca balear, cigüeñas de cuello negro, tarros blancos o chortilejos patinegros, también habitan Ses Salines.
Conocida por sus aguas cristalinas, Formentera es también un remanso de paz para quienes buscan avistar aves en un entorno sereno. La Mola, una Zona de Protección Especial, y las 30 rutas verdes que recorren la isla, la convierten en un escenario perfecto para el avistamiento de aves endémicas como el papamoscas moteado balear. El contraste entre sus paisajes rocosos y el vuelo tranquilo de las aves ofrece una experiencia de conexión profunda con la naturaleza.
Por su parte La Serra de Tramuntana, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es el entorno más emblemático de Mallorca. Esta cadena montañosa, rica en especies endémicas, acoge aves tan majestuosas como el buitre negro o el águila pescadora, especies que han logrado sobrevivir en este refugio natural.
Al otro lado de la isla, en la bahía de Alcúdia, se extiende el Parque Natural de S’Albufera, que con sus 1.650 hectáreas de humedales es el punto de avistamiento más importante de Mallorca. Aquí se pueden observar especies como el avetorillo o la cigüeñuela, mientras que el parque forma parte de la Red Natura 2000, un compromiso para preservar la biodiversidad europea.
Además de la mencionada Serra de Tramuntana y los humedales de S’Albufera, Mallorca cuenta con otros enclaves que merecen atención por parte de los aficionados al birdwatching. Entre ellos, el Parque Natural de Mondragó, en la costa sureste de la isla, que alberga una mezcla de áreas forestales, acantilados y playas de arena blanca, donde es posible avistar aves marinas como el cormorán moñudo y diversas rapaces.
Otra parada obligatoria es la Reserva Natural de Sa Dragonera, una pequeña isla situada al suroeste de Mallorca, famosa por sus acantilados que sirven de refugio para aves como el halcón de Eleonor, una especie migratoria que pasa el verano en las Baleares antes de volar hacia Madagascar. Este parque es ideal para quienes disfrutan de la combinación de paisajes impresionantes y la observación de especies raras.
También la isla de Menorca, designada como Reserva de la Biosfera por la UNESCO, es otro lugar perfecto para el birdwatching en Baleares en cualquier época del año. El Parque Natural de S’Albufera des Grau, con sus 5.000 hectáreas, es el punto más destacado para la observación de aves en la isla.
Dependiendo de la temporada, se pueden avistar aves como el zampullín o el águila pescadora, mientras que cada mes se puede disfrutar del vuelo del milano real. Menorca, con su diversidad de paisajes – bosques, humedales y playas dunares – ofrece una experiencia integral para los observadores de aves y amantes de la naturaleza.
ENFOCADOS EN LA SOSTENIBILIDAD.
El turismo de observación de aves no solo ofrece una experiencia educativa y natural, sino que también impulsa la conservación de la biodiversidad y el desarrollo de prácticas sostenibles.
Gracias a los proyectos financiados por el Impuesto de Turismo Sostenible, las Islas Baleares han mejorado sus infraestructuras de observación, como las torres y miradores en las albuferas, y han implementado acciones para proteger los hábitats de aves en peligro de extinción. Estos esfuerzos aseguran que tanto las aves migratorias como las especies residentes sigan encontrando en las islas un entorno seguro.
La observación de aves en las Islas Baleares es mucho más que una actividad recreativa; es una puerta de entrada para conocer la rica biodiversidad de este enclave mediterráneo. Ya sea en las majestuosas montañas de Mallorca, los tranquilos humedales de Menorca, o las salinas de Ibiza, los viajeros pueden sumergirse en la naturaleza mientras apoyan la conservación y el turismo sostenible en las islas.