La inteligencia artificial está transformando nuestra forma de vivir, trabajar y aprender. A medida que las herramientas de IA generativa se integran cada vez más en las industrias y en la vida cotidiana, la cuestión a la que se enfrenta la educación superior no es si nos veremos afectados, sino cómo responderemos.
Hace poco participé en una conversación de podcast sobre Future U. organizada en la sede de Google en Manhattan para analizar este tema. Junto con Ann Kirschner, doctora de CUNY y la Universidad Estatal de Arizona, y Chris Hein, director de Tecnología de Google Public Sector, hablamos con Michael Horn y Jeff Selingo sobre el futuro del aprendizaje, la evolución del mercado laboral y lo que hará falta para preparar a los estudiantes para un mundo en el que la inteligencia artificial sea la norma, no la excepción.
¿Nuestro consenso? Las universidades deben hacer algo más que reconocer la revolución de la IA. Tenemos que darle forma.
Es mucho lo que está en juego. La IA ya está redefiniendo funciones en todos los sectores: optimizando operaciones, analizando conjuntos masivos de datos e incluso generando contenidos creativos. Si queremos que los estudiantes prosperen en este entorno, tenemos que darles las habilidades, la perspectiva y la base ética para entender y aplicar la IA con eficacia.
Esto significa que las universidades deben actuar ya. La alfabetización en IA debería ser un componente obligatorio de la experiencia universitaria, independientemente de la especialidad del estudiante. Tenemos que integrar la IA en todos los planes de estudio, replantearnos cómo enseñamos y evaluamos, y crear asociaciones sólidas con las industrias que están a la vanguardia de estos cambios. Igualmente importante es desarrollar normas y estructuras de gobierno claras para garantizar que estas herramientas se utilicen de forma ética, transparente y responsable, tanto en las aulas como fuera de ellas. Y debemos asegurarnos de que estos avances sean accesibles a todos los estudiantes, no sólo a los que tengan el código postal o la red adecuados.
En la Universidad de Pace hemos aprovechado este momento. Nuestro profesorado está integrando la IA en los cursos de todas las disciplinas, desde ciencias empresariales y de la salud hasta derecho e informática. Los estudiantes de primer año ya pueden comenzar su educación con cursos básicos de IA a través de una clase que llamamos CIS 101, asegurándose de que comienzan su experiencia universitaria con una comprensión básica de las herramientas que darán forma a su educación y sus carreras. Conscientes de lo mucho que han avanzado estas tecnologías incluso en pocos años, ofrecemos un curso de «Inteligencia Artificial en el lugar de trabajo» para los estudiantes de último curso, dotándoles de habilidades cada vez más demandadas por las empresas. También estamos estudiando cómo integrar más profundamente la IA en las operaciones universitarias, desde las admisiones hasta el asesoramiento, para que los estudiantes experimenten de primera mano cómo funcionan estas herramientas en entornos profesionales.
Asimismo, somos conscientes de que la IA no es sólo una herramienta técnica, sino una fuerza cultural y ética. Por eso nuestros esfuerzos incluyen conversaciones reflexivas sobre la parcialidad, la privacidad y la responsabilidad social. Queremos que los estudiantes se gradúen no sólo con fluidez técnica, sino también con el juicio necesario para utilizar estas herramientas con sensatez.
Por supuesto, el enfoque de cada institución será diferente. Pero los principios deben ser comunes: ser proactivos. Centrarse en el estudiante. Estar preparado para el cambio.
Para hacerlo bien, el desarrollo del profesorado es fundamental. Muchos educadores no fueron formados pensando en la IA y necesitan apoyo para actualizar sus prácticas y mantenerse al día. En Pace, estamos invirtiendo en este esfuerzo porque sabemos que lo que sucede en el aula tiene efecto dominó en todo el personal.
También creemos en el poder del lugar. Nuestras sedes de Nueva York y Westchester nos dan acceso a dos tipos muy diferentes de entornos de aprendizaje. Uno ofrece una proximidad inigualable a empresas y líderes tecnológicos mundiales; el otro espacio para la reflexión, la colaboración y la investigación. Juntos, nos permiten ofrecer a los estudiantes un amplio espectro de experiencias, algo que creemos que deberían conseguir más universidades, independientemente de su ubicación geográfica.
Y no puede tratarse sólo de la «próxima gran cosa». Como instituciones, debemos mantener la equidad en primer plano. La IA tiene el potencial de abrir puertas, pero solo si trabajamos activamente para garantizar que todos los estudiantes puedan atravesarlas. Esto significa eliminar barreras, crear vías inclusivas y ofrecer sistemas de apoyo que se adapten a las necesidades de los estudiantes.
En un momento como éste, la enseñanza superior tiene una elección. Podemos ser observadores pasivos o participar de forma creativa y comprometida en la configuración del futuro. La conversación sobre la Future U. me recordó que las innovaciones más interesantes no proceden únicamente de la tecnología. Provienen de personas que saben pensar, cuestionar y liderar.
Ahí es donde entran las universidades. Estamos en una posición única para reunir mentes y disciplinas diversas con el fin de explorar lo que es posible y lo que es responsable. Podemos ayudar a los estudiantes no sólo a mantenerse al día, sino a destacar.
La Universidad de Pace se enorgullece de participar en esta labor. Pero esto va más allá de cualquier institución. Debemos hacer de la IA una parte central de la estrategia académica y operativa, integrada no sólo en la enseñanza, sino también en la gestión de una universidad. Si lo hacemos bien –si priorizamos un aprendizaje real, relevante e inclusivo–, no sólo prepararemos a nuestros estudiantes para el mundo en el que se adentran, ayudaremos a crear uno mejor.
