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Tres yankis haciendo cerveza en Hernani


Solo hace dos años que a Kevin Patricio y Benjamin Rozzi se les encendió la bombilla mientras cenaban en el restaurante que el primero regenta en Donosti. Decidieron plantearse la puesta en marcha de Basqueland Brewing Project, un proyecto centrado en la producción artesanal de una cerveza que se distinguiese por su calidad y personalidad propias. “Justo por aquella época acababa de añadir una carta de cervezas artesanas y las ventas pasaron rápidamente de ser un 100% industriales a un 99% artesanales. Además, en ese momento había una oferta muy limitada de cervezas locales de calidad. Pensamos que podríamos producir nuestra propia cerveza, algunos pequeños lotes para mi restaurante y quizás para los locales de algunos amigos”, comenta Kevin. De hecho, Rozzi conocía a uno de los maestros cerveceros con más talento del mundo: Benjamin Matz, que se mostró totalmente dispuesto a desplazarse a San Sebastián varias veces al año para, en cada viaje, elaborar pequeños lotes de 3.000 litros de cerveza. Sin tener una sede fija iniciaron la producción y posterior venta de su cerveza por un puñado de establecimientos, la mayoría de la capital vasca. No tardaron mucho en necesitar aumentar las tiradas hasta los 5.000 litros. “Fue entonces cuando buscamos inversores y voilà: en junio de 2015 comenzamos la construcción de nuestra fábrica y nuestro primer lote de cerveza estaba listo en septiembre de ese año”.

Kevin considera que Basqueland Brewing Project supuso una epifanía motivada en el hecho de vivir en uno de los lugares más hermosos del mundo y la imposibilidad de conseguir cerveza fresca de calidad. “Nos dimos cuenta de que San Sebastián era el sitio correcto y el momento justo. Ben se dedicaba al mundo del vino y yo al de la restauración, pero queríamos hacer cervezas como las que nos gustaban en EE UU. Eso sí, accesibles al paladar vasco, que es muy sabio. Por eso nuestras cervezas necesitaban tener mucho sabor y ser muy equilibradas. Queríamos hacer cerveza vasca tan buena como la comida vasca”. Sin embargo, su mayor problema para sacar adelante el proyecto se ligaba a cuestiones burocráticas: “Retrasos, retrasos y más retrasos… Montones de documentos que teníamos que presentar y que parecían no tener fin. Pensábamos que el emprendimiento estaría alentado o que sería más fácil abrir un pequeño negocio. Todo lo contrario”.

Crear comunidad
Tienen claro que en un mercado como el de la cerveza, el término ‘artesanal’ no siempre equivale a calidad. “Solo significa que algo, como la cerveza, está hecho de forma artesana”. Ben Mazt, que ahora también reside en Donosti, ha trabajado durante quince años en fábricas de cerveza (en cada faceta del proceso de producción) hasta llegar a ser maestro cervecero. “Tiene un paladar de talla mundial y es intransigente cuando de calidad se trata. Si una cerveza no cumple con nuestros estándares de calidad, sale por el desagüe, no por la puerta”.
Hoy en día, Basqueland Brewing Project dispone de sus propias instalaciones en Hernani con capacidad para 150.000 litros anuales, aunque creen que podrán aumentarla un 50% al año durante varios ejercicios. “Esto se hace posible cuando eres pequeño y entras en un mercado sediento de tu producto. Pero cada vez será más duro a medida que aparezcan en el mercado otras cervezas de calidad y las grandes cerveceras tomen nota. Esas compañías redoblarán esfuerzos para combatir al segmento artesanal, aunque ya sea demasiado tarde”. Las cifras avalan esas palabras de Kevin: el porcentaje de mercado de las cervezas artesanales en EE UU ronda en estos momentos el 15%. Esa cuota tardará en alcanzarse en España y el resto de Europa: “En 7 u 8 años será del 5%, y en 20 años llegará al 15%. Esto significa cientos de millones de litros”.

De cara a la expansión del negocio, se plantean tratar cada mercado de forma individual. Valoran por igual a cada distribuidor, restaurante, bar o consumidor final. Consideran primordial la fidelidad de marca al cliente que ha apostado por su producto y ha apoyado su crecimiento dentro del sector. “Barcelona es diferente a Madrid. Ahora vendemos a Francia y Reino Unido y también son muy diferentes entre sí. Los canales de distribución son muy frágiles, especialmente al principio. Un malentendido puede malograr una relación que has tardado meses o incluso años en establecer”.

Los premios ya les respaldan en las cinco referencias de cerveza que producen. Sabor, cuerpo y calidad son los puntos principales que reclaman con su cerveza, sin embargo, hay otros dos elementos que resultan claves: comunidad e innovación. “Cuando alguien prueba nuestra cerveza por primera vez entra a formar parte de nuestra comunidad. Siendo tres americanos que viven en el País Vasco, pensábamos que nos sentiríamos fuera de lugar… Al contrario. Intentamos transmitir este sentido de pertenencia a un lugar y de comunidad. Por otro lado, la industria de la cerveza artesanal es muy dinámica: el consumidor evoluciona rápidamente y siempre está pidiendo cervezas nuevas; nosotros dedicamos parte de nuestro tiempo a explorar nuevas ideas”. Para abrirse hueco organizan una media de 4 o 5 eventos semanales que les permitan entrar en contacto con los clientes. “En poco tiempo hemos creado un buen boca-oreja. Construir nuestra comunidad es muy importante y gratificante”. También se han planteado tener algún día una cadena de bares Basqueland Brewing, como la mejor manera para servir la cerveza más fresca y tener un lugar donde acoger a su comunidad.