Que ella optara para esta convención por una vestimenta blanca, a simple vista, no sorprende. Clinton ha desgastado chaquetas blancas varias veces durante las primarias y cuando ella se unió a Instagram publicó una foto de un ropero lleno de chaquetas rojas, blancas y azules. Pero la elección de este estilismo también tiene un mensaje cifrado, lo que demuestra que entiende la forma en que la moda puede ser útil en la política contemporánea, y está dispuesta a aprovecharse de ello. En concreto, la vestimenta blanca hace referencia al movimiento de la mujer a lo largo de la historia, donde este color fue un signo referente.
El blanco, junto con el morado y el color oro, fue el color oficial del Partido Nacional de la Mujer y el partido sufragista. De acuerdo con la historia del Partido Nacional de la Mujer, este señaló en una declaración de intenciones en la Unión del Congreso para el sufragio de la mujer: “Los colores adoptados por la unión son de color morado, blanco y oro, seleccionados por el significado que tienen en el trabajo de la Unión. El morado es el color de la lealtad y la constancia de propósito, la firmeza inquebrantable a una causa. El blanco, emblema de la pureza, simboliza la calidad de nuestro propósito”.
Geraldine Ferraro, la primera mujer candidata a la vicepresidencia, lo hizo cuando decidió llevar una doble pieza en blanco a la Convención Democrática de 1984 para aceptar su nominación. Treinta y dos años más tarde, el traje de la señora Clinton coloca, con mucha firmeza, la continuidad de esta idea.