En apenas seis años, lo que empezó como un detalle personal con clientes se ha convertido en un negocio de éxito. RobinHat es la empresa catalana que diseña y elabora gorros estampados para profesionales sanitarios que ha saltado de la venta de proximidad a distribuir más de 250.000 unidades en casi una veintena de países.
A qué se debe este éxito? “A que contamos con un producto espectacular y a que la marca transmite la credibilidad y los valores que nos guían en su desarrollo”, explica a Forbes Javier Garrido, uno de los fundadores de RobinHat.
Garrido cuenta con orgullo que el chispazo con el que nació RobinHat se debe “como todo lo genial, a una casualidad”. “Antes trabajaba como comercial en una gran farmacéutica. Conocía a una enfermera que sabía coser y le pedí que elaborara algunos gorros para regalar a unos clientes, como detalle. Al verlos, insistían en pagarlos. Me dieron 50 euros y me sentía fatal porque yo quería que fueran un regalo”, cuenta al otro lado del teléfono.
Con ese dinero ganado sin pretenderlo en un bolsillo, escuchó a una pareja en la sala de espera de Oncología del hospital. Comentaban sus dificultades para costearse el trasporte al centro para recibir el tratamiento y no dudó un segundo. Les entregó el dinero que acababa de recibir por los gorros. “Ahí me di cuenta que sería una buena idea vender estos gorros, llenar de color los quirófanos, humanizarlos, y aprovechar esos ingresos para ayudar a quien pudiera necesitarlo”, agrega.
Ese fue la semilla de la que nació RobinHat. Un plan de negocio, una buena red de contactos y mucho esfuerzo después, la compañía puede jactarse de contar con un producto único hasta el momento en España que “ayuda a relajar el ambiente en el quirófano, rompe el hielo con el paciente, y además, genera cohesión en el equipo sanitario”, como explica Garrido.
Su apuesta era sencilla: gorros cómodos, funcionales y divertidos. ¿Los estampados? Flores, superhéroes, villanos, conocidos personajes de Disney y Marvel… Su ilusión por llenar de color los quirófanos no tiene límites.
Constituyeron la sociedad en 2015 y se apoyaron en la industria textil de la zona para la producción de los gorros. En poco tiempo vieron que era necesario apostar por la internacionalización. “Lo hicimos a través de marketplace y eso nos ha permitido estar en 16 mercados. Es una opción que minimiza los riesgos y te permite llegar a sitios donde la venta directa es más compleja. Solo tienes que pagar los respectivos impuestos en el país que corresponda y los productos están alojados en sus plataformas, facilitando entregas al cliente en ventajas temporales pequeñas”, explica.
Esa clara visión de su estructura de venta les ha permitido aumentar sus ventas y facturación año a año. Si en 2019 vendieron 75.000 gorros y aumentaron un 140% los ingresos, en 2020 elevaron las unidades vendidas hasta 250.000 y multiplicaron por cinco unos ingresos que en 2019 se habían situado en torno a los 375.000 euros.
¿Y qué planes tienen para 2021? “Seguir creciendo a muy buen ritmo con gorros y seguir creciendo a nivel internacional. Tenemos ganas de llegar a Brasil y a Colombia, de afianzar estos dos países que ofrecen un amplio mercado”, comenta el empresario. Además tienen en agenda “apostar por un mercado totalmente nuevo” y han elegido Rusia. “Es un mercado en el que hay dinero y que les gusta acercarse al espíritu europeo”.
A nivel producto, Garrido afirma que esperan lanzar una nueva línea de productos y vestir al profesional sanitario de los pies a la cabeza, “sin perder nuestra identidad”. En cuanto a la distribución, han apostado por la venta de sus mascarillas en las farmacias por tratarse de un producto sanitario. Consideran que es la mejor vía dadas las características y que el papeleo que conlleva la autorización “merece la pena”. “Son productos que requieren asesoramiento”, explica.
Garrido valora muy positivamente los casi siete años de trabajo al frente de la compañía. “Han sido un súper máster”, comenta el empresario. “Cuando vas a emprender, en la balanza hay miedo e ilusión. Este camino ha servido para demostrar que si la ilusión pesa más que el miedo es mucho más fácil tener éxito”. “Robinhat es una actitud”, remata Garrido.
Un proyecto solidario y con premio
Además del éxito en ventas, los gorros y mascarillas de Robinhat permiten a la compañía dar apoyo allí donde se les necesite. Garrido explica que está en el ADN de la compañía, que han colaborado con más de 57 entidades y ONG y que “no destinan un porcentaje fijo de la facturación, atendemos a las necesidades que puedan surgir y nos planteen”.
Y pone como ejemplo la urgente necesidad de mascarillas en los hospitales que hubo durante las primeras semanas del confinamiento en la primavera de 2020. “Los sanitarios nos pidieron coser mascarillas y lo hicimos gratis, para ellos y para quién nos las pidió”, recuerda. “Aquí en Cataluña hubo más de 25.000 voluntarios, llegamos a entregar 3 millones de mascarillas y nos ayudaron los ayuntamientos y los Mossos en todo el proceso. Recogían los tejidos, lo llevaban a casa de los voluntarios que se ofrecieron a coser, volvían a por las mascarillas para llevarlas a esterilizar y las entregaban donde fueran necesarias”.
El éxito del negocio de Robinhat tampoco ha pasado desapercibido entre el tejido empresarial catalán. En 2019 Robinhat fue premiada en los Premis Cambra junto a otras cinco empresas de Rubí (Barcelona). La compañía recibió el premio Iniciación a la Internacionalización por su “capacidad creativa” para implementar una sólida política de expansión de un producto altamente especializado, indicó entonces la Cámara.