FOTOGRAFÍA: JACOBO MEDRANO
Lo que empezó como un proyecto universitario, tras una reunión de compañeros que se planteaban llanamente “empezar algo”, se ha convertido en tan solo tres años en una auténtica realidad. Pompeii Brand y sus zapatillas de múltiples colores, nacieron del entusiasmo y dedicación de cuatro amigos: Jaime Garrastazu, Cosme Bergareche y Jorge e Ignacio Vidri. “La idea surgió en 2013, pero no empezamos a vender hasta mayo de 2014, cuando estábamos acabando la carrera. No obstante, hasta principios de 2015 ninguno de los fundadores nos dedicamos a tiempo completo al proyecto”.
Ediciones limitadas y numeradas de zapatillas cómodas, originales y llamativas que han conseguido entrar con buen pie en el mercado: su primer ejercicio se cerró con una facturación de más de 500.000 euros y para este segundo año estiman una cifra nada desdeñable, cercana a los 2 millones de euros. “Es un gran reto el que tenemos por delante, y no vamos a hacer nada más que pelear para conseguirlo”, comentan cargados de energía.
Lo que ellos fabrican son zapatillas diferentes y verdaderamente singulares, cuyo toque casual y glamuroso aporta modernidad y estilo al usuario. “El espíritu esencial que impulsa a Pompeii es nuestra cultura. Creemos en una compañía 100% transparente, siendo nuestro marketing un reflejo de los valores que hemos creado como compañía. Somos jóvenes, ambiciosos, divertidos, trabajadores y soñadores. Pompeii es exactamente eso”.
Cuando una gran cantidad de empresas buscan abaratar costes fabricando fuera del país, ellos se decidieron por la producción nacional basándose en los que consideran factores básicos: calidad, agilidad y control de la producción. Estos tres licenciados en ADE y un ingeniero industrial tomaron la gran decisión: producir sus zapatos en una factoría de Elche y comenzar a moverse en las redes. “Fueron los primeros que confiaron en nosotros siendo cuatro niños con pocos recursos, y hoy nos siguen acompañando en este viaje”. El movimiento en Internet y perfiles varios tuvo rápidas repercusiones. En pleno despegue, siguen teniendo muy clara su postura: “Nuestra visión como compañía es conectar con todos los millennials del mundo. Nosotros lo hacemos a través de productos de moda, pero nuestro foco está en la gente”. Ellos son los clientes potenciales a los que principalmente se dirigen: “Vendemos y conectamos con nuestra generación, es decir, con todos aquellos que confíen en compañías pure players online, demanden un producto a un precio justo y se identifiquen con nuestros valores”.
Conectar con la gente joven
Sus objetivos a medio plazo son ambiciosos: seguir vendiendo cada día más y continuar posicionándose en Internet como su indispensable canal de venta; quieren crecer a un ritmo del 400% respecto al primer año, “estableciéndonos como uno de los principales players online en la venta de calzado bajo marca propia en España”. Por otro lado, en este segundo semestre, han planeado comenzar a invertir para hacer crecer la marca fuera del país. “A largo plazo, nos encantaría convertirnos en un ejemplo como cultura de compañía. Tiempo al tiempo”.
Aunque llegaron en momentos de crisis no han parado de crecer, y además han ampliado gama de productos a calcetines, sudaderas y camisetas. Abrir hueco en un mercado tan competitivo como el de la moda ya no es un obstáculo para ellos. “Construir un intangible alrededor de tu producto. Ahí está el secreto. Un gran porcentaje de la compañía, se centra, a diario, en generar ideas y contenido que conecte con nuestro público. Nosotros no hemos reinventado la rueda, hacemos zapatillas, camisetas y sudaderas como cualquier marca de moda podría hacerlo”. Lo que han hecho ha sido reinventar la manera que usan las marcas para acceder al consumidor final, “darle una última vuelta a las redes sociales y entender que detrás de cada seguidor, hay una persona”.
Apuntan que calidad, diseño y buen precio no tienen por qué estar reñidos. Pero con verdadera modestia, no se consideran modelo a seguir, “ya que es muy posible que lo que nos ha funcionado a nosotros no funcione en otras compañías. Pompeii únicamente es la prueba de que sin experiencia y con pocos recursos se puede empezar a andar. Hemos creado un producto a un precio justo, diseñado para un target específico y con el único objetivo de cambiar las cosas”.
Estos cuatro jóvenes supieron aprovechar la revolución tecnológica y digital para poner en marcha una startup que les ha consolidado como apuesta de futuro. Las buenas ideas y el sólido emprendimiento pueden generar proyectos empresariales cuyos resultados van más allá de un corto horizonte temporal. “Animamos a todas las startups como nosotros a cambiar su ‘atención al cliente’ en favor de un ‘happiness’ y a entender el crecimiento económico como una consecuencia. Los jóvenes estamos acostumbrados a vivir cómodos y no debería ser así. La transformación digital de la que se habla evoluciona directamente hacia una transformación cultural, y nuestra generación es la principal responsable de llevar a cabo este impulso”.