Cuando yo empezaba en esto, recuerdo que me sentaba en la puerta del despacho de Lendoiro (entonces presidente del Deportivo) y esperaba tres o cuatro horas a que me atendiese. Ahora, hay veces que tengo a un presidente de club tres horas en la puerta de mi despacho y no puedo evitarlo”. La anécdota la cuenta el propio Jorge Mendes, el agente futbolístico más poderoso del planeta y uno de los hombres más influyentes de la industria del balompié. Se pasa el día colgado de sus cuatro móviles, en los que habla en cinco idiomas (portugués, inglés, español, francés e italiano). De puertas afuera, en cambio, es mucho más discreto y huye de los focos, salvo que interese lo contrario. El número de restaurantes que frecuenta es muy reducido y en todos se asoma a la cocina, buscando una salida de emergencias, para utilizarla en caso de que los paparazzi esperen en la puerta.
Si alguien piensa que su vida daría para un buen libro, está en camino; y si atisba una película, ya está hecha, en forma de documental. Mendes siempre quiso ser jugador profesional. Compaginó el balón con su primer negocio, un videoclub que abrió en su Lisboa natal gracias a un préstamo de su hermano. Con 21 años, dejó a su familia para probar suerte en Viana do Castelo, primero en el Vianense y luego en el Lanheses, de Tercera. En este último propuso jugar sin sueldo, a cambio de gestionar la publicidad estática del campo, lo que le procuró buenos contactos y le enseñó a buscarse la vida, la máxima que más valora de cualquier comercial. Acabó así dirigiendo un complejo de ocio. La venta del videoclub, convertido ya en franquicia, le sirvió para financiar Alfandega, su primera discoteca, en la que también pinchaba música. Allí apareció una noche su primer representado: Nuno Espirito Santo. Su meteórica carrera como agente empezó por este portero y se puede decir que ha cerrado un círculo este verano, colocando al propio Nuno, 25 años después, como entrenador del Valencia, al calor de su amistad con Peter Lim, el multimillonario que negocia con Bankia la compra del club.
El verano de 2014 pasará como el mejor en la historia de Gestifute, su empresa que, con 35 empleados, da servicio a más de 200 jugadores, algunos entrenadores y asesora clubes en todo el planeta. Entre junio y agosto concretó el pase de James Rodríguez del Mónaco al Real Madrid por 80 millones de euros y de Ángel Di María al Manchester United por 75. En su ránking particular, sólo están por debajo del que fue en su día el traspaso más caro de la historia: Cristiano Ronaldo, del Manchester United al Real Madrid por 95 millones de euros, en 2009.
Este verano, además, Mendes ha llevado a cabo otras dos operaciones de 40 millones cada una: las de Diego Costa, del Atlético al Chelsea, y Eliaquim Mangala, del Oporto al Manchester City.
Como se aprecia, en el top de Mendes hay nombres que se repiten. Sucede con los clubes pero también con los jugadores. Sólo un año antes de llegar a Madrid, James Rodríguez pasó del Oporto al Mónaco por la mitad, 40 millones. Y mención aparte merece la carrera de Radamel Falcao: del Oporto al Atlético por 40 millones en 2011; de ahí al Mónaco por 60 en 2013.
Sus colaboradores destacan que su único secreto es ser el que más trabaja: 20 horas al día. Tiene un magnetismo y una capacidad para las relaciones públicas que le convierten en un evento dentro del evento. Al calor de un gran partido de Champions, Mendes mueve su agenda: recibe invitados en su palco privado, disfruta con ellos del partido y los agasaja con una cena. En ellas hace coincidir a algunos de sus representados, presidentes de grandes y pequeños clubes, directores deportivos, jeques y multimillonarios. Si eres alguien en la industria del fútbol, tienes que estar en las cenas de Jorge.
Pocos amigos
Sin embargo, su poder y su peso en la industria quiere ser cortado de raíz por los organismos que rigen el futbol. Los fondos de inversión están siendo mirados con lupa. Mendes participa en algunos y en otros asesora junto a algún ex dirigente como Peter Kenyon. Este sistema para adquirir los derechos de un jugador nació a finales de los ochenta en Brasil y Argentina; y en 2007 Sepp Blatter prometió una normativa para prohibirlos. La FIFA ha creado estudios y grupos de trabajo sobre el tema, pero es la UEFA la que va a tomar cartas en el asunto la próxima temporada, según una investigación de The Guardian. Un estudio de KPMG afirma que el valor total de los jugadores de clubes europeos cuyos derechos pertenecen hasta en un 50% a fondos de inversión es de 1.100 millones de euros. Y la UEFA alerta de que estas prácticas encierran a los clubes en un “ciclo de deuda y dependencia”. Sin embargo, en el entorno del ‘Superagente’ se defiende que Mendes tiene un don para detectar el talento y asume riesgos para lo bueno y para lo malo. Para los clubes con problemas económicos resulta una ventaja asumir la mitad del coste de una operación y saben que, con Mendes detrás, la venta siempre se hará en las mejores condiciones del mercado.
El universo Mendes, una máquina de facturar, sigue volando –en jet privado, por supuesto– entre Madrid, Oporto, Lisboa, Mónaco, Estambul y Manchester. Cuando no oigan hablar de él, será porque se ha recluido en la Sierra do Xeres, en el norte de Portugal, mientras algún presidente le espera en la puerta de su despacho.