El apellido Arbeloa podría ser un apellido normal, de esos que maldices cuando eres cuando eres niño porque te toca salir a la pizarra el primero, pero no lo es: ni normal, ni mucho menos maldito. Es uno de los que luce impreso en una camiseta del Real Madrid, la élite del fútbol mundial. Pero no sólo pertenece a Álvaro, también a Yago y Raúl, tres hermanos que presumen de estar muy unidos. En 2013 crearon Hello Media Group una agencia que tiene una facturación anual estimada de 6,5 millones de euros con una inversión de 1,2 millones.
La suya se trata de una agencia de marketing digital con un modelo que facilita una visión de 360º. Está especializada en las distintas áreas de SEO, SEM, display, mobile, redes sociales y analítica web, en definitiva un grupo que abarca todas las diferentes disciplinas del marketing online. La oferta de servicios que ofrece dicha compañía es amplia, siendo algunos de éstos campañas de lanzamiento de apps y geolocalizadas, optimización semanal de campañas o un desarrollo web con asesoría garantizada.
Para que Hello Media Group naciera (anteriormente existía Hello, una empresa de marketing ubicada en Zaragoza) se seleccionaron cinco empresas del sector potentes en su especialidad en las que al menos el 85% de su facturación proviniera de una área específica y tuvieran una clara diferenciación con sus competidores. Una vez escogidas las compraron y se incorporaron a Hello, manteniendo la marca y la organización. Las oficinas están ubicadas en la calle Alcalá, muy cerca de Cibeles, lugar que Álvaro conoce bien, y cuentan con más de 80 empleados.
El grupo, formado con capital cien por cien español, está en proceso de internacionalización. Ya han abierto en Portugal y aunque no buscan conquistar nuevos países (pero no los descartan) lo que sí quieren es posicionarse en Europa, un mercado que puede parecer saturado pero al que no temen y buscan ser firmes competidores. Los tres Arbeloa son accionistas, Yago es el socio mayoritario y el resto se lo reparten entre Raúl y Álvaro.
Marisol, la madre, tuvo a Yago con tal sólo 19 años. Raúl vino después y Alvarito, que así le llaman sus hermanos, es el pequeño. Debido al trabajo de su padre, Agustín, que era comercial, tuvieron una infancia en la que las mudanzas fueron habituales: Madrid (donde nacieron Yago y Raúl), Palencia, Salamanca (ahí nació Álvaro), Valladolid y Zaragoza, donde vivieron más de quince años y a la que cambiaron por Madrid, donde residen los tres actualmente. En Zaragoza Álvaro empezó a jugar con el balón en el colegio, “pero era un empollón y cuando por ir a entrenar no podía estudiar para un examen siempre decía que quería dejarse el fútbol”, cuenta Raúl, que como buen hermano mediano es el más conciliador, aunque según los otros “es un despistado”. Hace años, salió de casa para pasear al perro y nada más salir llamó al timbre. “¿Qué se te ha olvidado?”, le preguntó Yago. “El perro, se me olvidó el perro”.
A Álvaro el hecho de no ir al Mundial le ha dolido aunque asegura que no le sorprendió. “Fue una decepción porque era mi último Mundial. Yo quería dejar la Selección y decirle adiós en Brasil, pero no ha podido ser”. Aun sabiendo el resultado de la Roja hubiese querido estar con sus compañeros “en las buenas y en las malas”. Sin embargo, este verano aprovecha y se van de viaje los tres. Pero no se sabe ni dónde ni cuándo. De eso se encarga Yago, definido por Álvaro como un segundo padre, y será sorpresa.
Sin embargo, Álvaro no nació siendo una estrella, ni Yago presidente de la Asociación de Inversores y Emprendedores de Internet (AIEI) y presidente de una empresa, ni Raúl director general. Hubo un tiempo en el que Álvaro recorría los campos de fútbol, Yago cursaba Ingeniería Industria y Raúl, que estudiaba Empresariales, compaginaba sus estudios con un trabajo en La Cucaracha, un bar de copas mítico de Zaragoza. Ese dinero extra de Raúl se dividía entre tres, un gesto del que aún se acuerdan sus hermanos.
En cuarto de carrera Yago se fue a Toulouse (Francia) con la beca Erasmus. Ese año supuso un punto de inflexión en su vida, se encontraba totalmente inmiscuido en sus proyectos digitales y con 21 años dejó la carrera; por aquel entonces facturaba junto con su socio más de 25.000 euros al mes. Era el momento de invertir en más empresas.
Nuevas generaciones
Mientras tanto, Álvaro jugaba en el Deportivo de la Coruña. Lo hizo durante 6 meses siendo titular en todos los partidos hasta que llegó el día en el que le tocó salir a jugar en el estadio La Romareda (en Zaragoza). Al finalizar el encuentro, con un 1-1 en el marcador, Álvaro les contó a sus padres lo que sus hermanos ya sabían: había recibido una oferta del Liverpool y en 72 horas cogía un avión, junto con su mujer Carlota, rumbo a Inglaterra. Era el año 2007 y Álvaro se acababa de comprar en Galicia una bonita casa.
Después de dos años y medio en Liverpool, Álvaro recibió la llamada de Pellegrini. En esa época Florentino volvía al Real Madrid dispuesto a lograr un equipo de estrellas con el objetivo de levantar la Décima (abrazada este año, al fin). “Se trataba de un proyecto importante y una oportunidad única que no estuve dispuesto a rechazar”. Los hermanos se declaran madridistas al 100%, con un pero: “Si Álvaro cambiara de equipo, nos haríamos de ese equipo también al 100%”.
Otra de las cosas que hay que saber cuando uno se enfrenta a un Arbeloa es su pacto entre hermanos. El primer hijo varón que nace hereda el nombre de uno de los hermanos. Así, Álvaro tiene dos: una niña y un niño que se llama Raúl. El hijo mayor de Raúl se llama Yago y Yago sigue con la espina clavada, tiene tres hijas y ganas de tener un varón al que llamarle Álvaro.
La saga de los Arbeloa continúa con sus hijos y quién sabe si una de las culpables es su madre. Dentro de unos años, cuando a alguno de los Arbeloa junior le toque salir a la pizarra el primero de la clase seguro que reniega de su apellido; “otra vez el primero”, pensará. Pero estará en lo cierto, el apellido que lleva ha llegado el primero tantas veces que ha conseguido subir al pódium de lo más alto.