Dos veces Campeón del Mundo, seis veces de Europa y varias veces Campeón de España en las categorías junior y senior. Además, ha participado en los Juegos Olímpicos de 2010, 2014 y 2018, ganando en estos últimos la medalla de bronce. Desde hace ocho años vive en Toronto, pero su vuelta a Madrid cada vez está más cerca. Con sólo 26 años, Javier Fernández ya forma parte de la historia del patinaje sobre hielo en España y fuera de nuestras fronteras.
¿De dónde le viene la pasión por este deporte?
Mi hermana empezó a patinar y yo iba con mis padres a recogerla cuando terminaba. Entonces descubrí que era un deporte que me gustaba. Con seis años me puse mis primeros patines.
Su palmarés no deja indiferente a nadie. ¿Cuál es el premio que
le gustaría ganar?
Me gustaría ganar el Premio Princesa de Asturias porque de entre todos los grandes reconocimientos y galardones me falta este. Me haría mucha ilusión.
Se fue a EE UU, luego a Rusia y, finalmente, terminó en Toronto. ¿Por qué eligió esta ciudad para continuar con su carrera profesional?
La verdad es que más que elegir la ciudad, elegí al entrenador. Decidí, junto con la Federación, buscar a un preparador valorando quién era, lo que había conseguido y dónde estaba. Esto ocurrió en un momento en el que el nivel que yo había adquirido era importante, pero me faltaban los detalles –disponer de la pista cuando se necesita, la temperatura en las instalaciones, el estado del hielo–. También buscábamos una estabilidad. Brian Orser reunía todas estas características.
¿Y a España le faltan esos detalles?
Sí. En España tenemos cosas buenas: pistas de hielo, entrenadores… En general en los deportes somos muy fuertes, pero en los deportes de invierno todavía nos faltan detalles. En el caso del patinaje sobre hielo, se ha construido una pista para los profesionales, pero también hay un club, una escuela y sesiones públicas. El problema es que no te dan las horas que necesitas ni en el momento que las necesitas.
Y quiere volver para cambiarlo.
Tengo muchísimas ganas de volver a Madrid y con muchos planes en mente y en proyecto. Prácticamente he estado fuera desde los 17 años y hay muchas cosas que echo de menos. Sin embargo, volver a España no significa que deje de competir. Alguna cosa más haré, por ejemplo, tengo en mente el europeo del próximo año, por lo que parte del tiempo lo pasaré en Toronto, ya que tengo allí a mis entrenadores, y otra parte aquí.
¿Sus planes van cogiendo forma?
Ya estamos negociando y luchando para conseguir en España un centro de alto rendimiento en el que, si las cosas no cambian, ejerceré como organizador y entrenador. Trabajamos para que todos los patinadores que se formen en ese centro tengan todas las facilidades posibles, para que no necesiten irse fuera del país a buscar su oportunidad. Es un trabajo duro y hay que conseguir muchas cosas, pero bueno, lo primero que tenemos que lograr es la pista de hielo y eso es lo que estamos luchando ahora mismo. Poco a poco, aunque será necesario cambiar muchísimas cosas, muchas formas de pensar. La lucha por esa pista de hielo es fácil, el Consejo Superior de Deportes y la Federación están por la labor, hay zanjar algunos temas, pero tiene buena pinta. La primera piedra esta puesta. Más a corto plazo, estamos trabajando de nuevo en los espectáculos de patinaje sobre hielo y música en directo –Revolution Ice– que ya hicimos por primera vez en las Navidades de 2016. Es cierto que lo dejamos un poco parado para respetar el año olímpico, pero lo estamos retomando con ganas y entre noviembre y diciembre volvemos otra vez.
¿Cómo es su día a día?
Me gustan mucho los videojuegos porque me ayudan a no pensar en el patinaje, a desconectar. Juego bastante pero sin ninguna obsesión. Me gusta pasar un buen tiempo con amigos, pero cuando estás en otro país es difícil mantener una relación con personas de allí. Hago skype con mi familia, hablo por teléfono con ellos. Mi vida es muy relajada, muy normal. También practico otros deportes, pero si se acerca una competición si que me corto, aunque no soy una persona que haya dejado de hacer cosas por miedo a lesionarme. Creo que eso influye negativamente en la felicidad que te aporta el hacer otras cosas fuera del patinaje.
¿Cuáles son el mejor y el peor momento por el que ha pasado?
Creo que mi mejor momento fue en el que salí fuera de España para entrenar. Si hubiera dicho ‘me quedo en casa’, no lo sé a ciencia cierta, pero seguramente no estaríamos ni hablando, nunca se sabe. En España es más complicado, aunque no imposible. En cuanto a las decisiones erróneas y dada la trayectoria deportiva de mis últimos años, no he tenido ningún momento en el que haya dicho ‘he hecho esto y no me ha beneficiado’. Al revés, creo que cada decisión que he tomado ha sido muy positiva para mi carrera.
¿Tiene alguna manía que realiza antes de una competición?
No quiero que me cuenten las supersticiones, por eso no tengo manías en ese sentido, pero si cumplo una rutina para que todas las competiciones sean lo más parecidas posibles, aunque es complicado. Y, si tuviera que decir algo… Justo antes de competir, entre el entrenamiento de seis minutos y la competición, me hago un masaje en los pies, pero yo, no puede tocármelos nadie. Y si se me olvida… Preocúpate.
¿Quién es su referente en la vida?
Siempre he dicho que soy seguidor de Rafa Nadal, no sólo como deportista, sino también por como es, por como lucha. Pero en el fondo, da igual un deporte que otro, muchísimos deportistas pelean por ser mejores. Carolina Marín lucha cada punto. En eso es en lo que yo me fijo, con lo que yo quiero identificarme. Nadal es un deportista individual y puedo verme más reflejado.
¿Cómo es la relación con sus rivales?
En este deporte hay bastante compañerismo. Competimos nosotros solos y son los jueces los que puntúan. He aprendido mucho de mis rivales, de hecho, he estado unos seis años entrenando con el que siempre ha sido mi mayor rival. Ha habido momento difíciles, pero los hemos superado.
La España que dejó hace nueve años no es la misma que le recibe. ¿Qué opina de la situación política actual?
La he vivido desde fuera, pero he estado al corriente de todo. La gente me pregunta y resulta complicado responder. Para mí es una situación triste. Hemos llegado a un punto en que, en vez de unirnos en los momentos difíciles y buscar soluciones a los problemas, cada uno mira por su propio interés. Creo que siempre hay una forma más pacífica y mejor de hacer las cosas. Yo siempre elegiría ir a una competición representándome a mí mismo y a mí país