Con sus 15.900 millones de dólares, Michael Dell ocupa el puesto número 49 en la lista Forbes de las personas más ricas del mundo, y el 25 en la de los 400 estadounidenses con más dinero. Tal vez no alcanzaba a imaginar algo así cuando, hace apenas 30 años, fregaba platos en un restaurante chino para sacar algunos dólares con los que poder salir adelante. No mucho después de aquellos días, en 1984, mientras estudiaba en la Universidad de Texas, Dell decidió cambiar los libros de historia por los de cuentas y creó la empresa PC’s Limited, consagrada a crear ordenadores persona- les manteniendo un contacto cercano con los usuarios permitiéndole así ir controlando y mejorando las carencias y deficiencias. Obtuvo 300.000 dólares de su familia para una ampliación de capital y se lanzó convencido al emergente mundo de la informática.
En el 85 ya tenía en la calle su propio modelo de ordenador, el Turbo PC, y lo promocionó en las revistas especializada anunciando la venta directa a los clientes con un trato personalizado para cada equipo. Sólo en su primer año la compañía facturó 73 millones de dólares. El nombre por el que hoy es conocida, Dell Computer Corporation, llegó en 1988, un año antes de que lanzaran su primer programa de servicios técnicos in situ para contrarrestar la escasez de minoristas locales con preparación. En junio de ese año, la capitalización de mercado de Dell creció alrededor de 80 millones de dólares y una década después, en 1999, la compañía superó a Compaq como mayor vendedor de ordena- dores personales en EE UU, con ganancias de 25 millones de dólares.
Al frente de Dell, Inc., el hombre que da su apellido a la firma ha mantenido fiel su planteamiento inicial en las posteriores pro- puestas de la casa (no todas exitosas), como la presentación por Internet en 2006 de las computadoras portátiles con procesadores AMD. A pesar de algunos reveses administrativos a finales de la pasada década, parece que el hombre que empezó fregando platos tiene bajo control su futuro.
Un friegaplatos con visión para los negocios
El hijo de Lorraine Charlotte, corredora de bolsa, y Alexander Dell, ortodoncista, nunca sufrió carencias en el hogar familiar, pero sí una disciplina que le llevaba a tener que buscar trabajos a tiempo parcial para aprender el verdadero valor del esfuerzo y el dinero. El primero de ellos fue fregando platos en un restaurante chino de Houston. Sin embargo, aquellos primeros ingresos de adolescente no fueron para gastarlos en sus hobbies, sino que los invirtió en metales preciosos y algunos stocks con los que no tardó en hacerse con unos fondos que le permitieron poner en marcha su primera empresa mientras estaba en la universidad.