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“En Atapuerca tenemos el ADN más antiguo”

Juan Luis Arsuaga posa en exclusiva para el objetivo de la revista Forbes. © Antonio Heredia

Mesas atestadas de libros, revistas, papeles; el equipo de espeleología se cobija por los rincones, en las estanterías reposan con orgullo libros científicos y de divulgación y detrás de una gran pantalla de ordenador asoma la cabeza del paleantropólogo más famoso de este país.

Acaba de terminar la campaña en Atapuerca y se reincorpora a su vida en la superficie repleta de conferencias, clases en diferentes universidades, la dirección científica del Museo de la Evolución Humana en Burgos y todavía, le queda tiempo para subir al monte.

Se ha transformado en un estadista del conocimiento, su visión de la vida en general es global, de 360 grados. Aunque también se percibe la cierta desubicación que experimenta recién acabada la campaña en Atapuerca.

Estoy desorientado porque yo ahora tendría que estar en la sima con ese equipo de espeleología que ves ahí, dentro de la cueva, y totalmente aislado del exterior durante horas. En las entrañas de la tierra.

Pasa de un ‘estado de aislamiento’ a otro, ¿vive en burbujas?

No vivo mucho en el mundo real –se toma unos segundos para pensar y acota–. Vivo en mis mundos… Luego doy clases y a veces llevo una vida rutinaria, hasta cierto punto. He escrito muchísimos libros pero ahora no tengo tiempo, porque además soy el director científico del Museo de la Evolución Humana de Burgos y entonces, como diría un cursi, ahora me expreso haciendo exposiciones. Algunos tenemos la necesidad de contar historias y ahora lo hago por medio de exposiciones y todas las actividades relacionadas con ellas.

¿Se encuentra más a gusto como contador de historias o como descubridor de historias pasadas?

Es un poco lo mismo… Disfruto con las cosas que me hacen ilusión, siempre hay que tener algún sueño.

Y, ¿cual es el suyo?

Los míos siempre son aprender y la acción. Soy muy activo, hay que hacer cosas, hay que moverse y el mundo de la excavación es muy bonito porque es exploración, también aventura, búsqueda y tiene los ingredientes que sazonan la vida. Tienes que tener buenos condimentos para que haya un equilibrio entre el éxito y el fracaso y eso le da a la vida sabor, gusto.

Y a un explorador ¿qué le parecen las redes sociales? ¿Tuitea?

Hay que hacerlo, como mínimo para informar. No soy yo de decir: “Acabo de subir el Teide”. No sé si por pudor… no lo sé, pero contarlo porque yo he estado no me termina de convencer. Otra cosa es contar el documental que hicimos sobre la subida de (Alexander von) Humboldt al Teide y eso sí me gusta compartirlo, es casi un relato corto. Pero los tuits son demasiado breves.

Recientemente ha declarado que ahora sólo parece que queramos divertirnos, ¿como si fuera un ‘defecto’, por decir?

Sí. No sé yo si divertirse es la palabra. Yo lo que prefiero es vivir porque cualquier cosa que hagas no tiene porqué ser divertida, lo que la gente entiende por divertido suele ser pasivo. Las cosas pueden ser interesantes. Si tuvieran que hablar de mí, preferiría que dijeran que soy una persona interesante, no me gustaría que dijeran que soy divertido en el sentido de ser un showman porque la vida es una tragicomedia.

¿Eso es que nos hemos hecho infantiles?

Bastante. El agricultor, por poner un ejemplo de un oficio antiguo, tiene que arar, hace frío y se le quedan las manos heladas, después tiene que sembrar, mirar al cielo, luego cosechar, después trillar… Eso no es divertido, podrá ser satisfactorio cuando ve el campo y sus resultados. Lo divertido me parece un género menor. Tener hijos no es divertido, es grandioso, pero, ¿divertido?…

Menciona siempre a sus hijos en las entrevistas que le hacen…

Lo cambiaría todo por ellos, obviamente. No se me ocurre nada más importante para mí. Como si me dicen que tengo que dar los dos riñones y el corazón. Es el único amor incondicional que hay en la vida, porque uno no quiere a alguien que no le trata bien pero a los hijos sí, aunque sea un amor asimétrico, ellos tienen que hacer su vida, pero aun así es un amor incondicional pase lo que pase.

Atapuerca, en cierto modo, es un espectáculo en su mejor acepción, es en lo que lo habéis convertido.

Y ha dado un buen resultado, tengo una excelente impresión de la gente, a veces no tanta de los responsables (ríe), creo que la gente es culta, para mí culto es el que es sensible. Por ejemplo, no hace falta ser un experto en pintura holandesa, simplemente con que te haga sentir… Los españoles somos un pueblo muy antiguo y tenemos esa inclinación hacia la cultura. Y creo que somos un pueblo culto, por nuestra historia, es un valor que tenemos y es más sorprendente que no haya esa sensibilidad en otras personas, como en el debate político donde la cultura queda…

Hablando de la clase política, ¿en qué momento está la investigación, el apoyo a la ciencia y la divulgación posterior?

¡Se ha recortado, se ha recortado! Y ahora que parece que hay una recuperación económica, o eso nos dicen, no se ha recuperado esa inversión. Este año la inversión directa en la investigación es menor, se ha incrementado la partida de préstamos que luego hay que devolver, se dice que ha aumentado el gasto en investigación pero no es así. Los créditos a mí no me interesan, yo necesito el dinero para gastarlo en la investigación; no puedo devolverlo. Pero lo que me preocupa realmente es, ¿a qué se va a dedicar este país? ¿A los servicios, a la construcción, al turismo?… Si es a eso, a la investigación no le veo mucho futuro y nadie se acordará de ella, podría llegar a ser un lujo y no sería el motor de la economía. Hay que apostar por la investigación.

Pero, no nos dejan…

Si te refieres a la Unión Europea, a lo peor nosotros también hemos aceptado eso… porque la ciencia crece en una sociedad que tiene una educación de innovación. Afortunadamente, ahora en el mundo de la investigación, Bruselas cuenta mucho y uno puede ir allí a pedir fondos. Un país industrial o un país tecnológico apoya más la investigación porque las empresas invierten en ello. Yo ya he hecho una crítica al gobierno, vale… –parece que habla consigo mismo– y ahora, ¿hacia dónde vamos?, ¿qué tipo de sociedad queremos?, ¿en qué nos entretenemos?, ¿de qué debatimos? Son las preguntas que hay que hacerse. Hay que cambiar la sociedad porque si no, sólo haremos ciencia básica. Siempre digo que lo que hacemos nosotros en Atapuerca es ciencia aplicada porque es un factor importante de cambio social y de cambio económico, en nuestro caso con el museo, que ha sido un motor de la economía, hemos creado una industria cultural.

Atapuerca acumula efemérides, 20 años del Premio Príncipe de Asturias, 40 de su primera visita a la cueva, 25 desde las excavaciones… ¿Cuando mira atrás qué piensa? ¿Qué ve?

Uno, por dentro, no se ve cambiado y eso es algo muy interesante del funcionamiento de la mente, que crea esta especie de ilusión, de la continuidad del yo y en realidad, no es tal yo sino que hay una sucesión de yoes con un hilo conductor. Pero uno tiene la sensación de que seguimos siendo los mismos, espero que sea cierto, porque a mí me sigue gustando “La isla del tesoro”, el trabajo que hago, la naturaleza y las gambas de Huelva, a mi yo le sigue gustando la paella valenciana y hemos incorporado algo más, como la cocina japonesa (vuelve a reír y esquiva la pregunta).

Pero usted tiene que ser consciente de que forma ya parte de la Historia de este país, ya no sólo de la investigación, ¿cómo se lleva eso?

No pienso en ello. Cuando llego a casa me pongo a hacer lo que toque… Siempre he pensado, pienso y pensaré, que aquí todos hacemos cosas igual de importantes. Claro que me preocupa la investigación y sigo sintiendo la misma emoción. He rechazado, por falta de tiempo, ofertas muy interesantes como estar en uno de los campamentos base del Everest aunque no estoy especializado en escalada… Pero –y vuelve a su discurso– hay muchos días que te vas aquí al lado, estás más solo que la una, vas aquí al lado y te comes un bocadillo de tortilla de bonito de lata y después dices: “¡Hay que ver qué bien vivimos los ricos! ¿Se puede ser más rico que aquel que sube a una montaña y lo ve todo desde arriba?” Ese tipo de cosas son las que me mueven y no he cambiado en eso. Uno hace su trabajo, lo comparte, me alegra de que a la gente le guste y, ¡a otra cosa, mariposa!

¿Que proyectos tiene próximamente?

Ahora tenemos una exposición sobre montañas, estamos felices porque es una muestra que vale muchísimo la pena, hemos reunido cosas muy valiosas. Estará hasta finales de año.

Y, ¿la campaña de este año en Atapuerca cómo ha ido?

Ha estado fenomenal porque además, neandertales no habíamos encontrado y este año hemos localizado una falange distal de un dedo del pie. Es un resto muy modesto pero ya tenemos neandertales. Somos muchos mirando y remirando y nos ha dado mucha alegría. Tiene 80.000 años y es el hueso más pequeño del cuerpo pero ya tenemos a un neandertal y salió el último día de excavación.

¿Por qué Atapuerca acumula tantos restos?

No lo sabemos… hay edades de toda la historia de Europa. La geología ha ayudado porque las cuevas se han conservado muy bien y se han dado las condiciones en los rellenos. También lo ha hecho la geografía porque está en un cruce de caminos y el hecho de que se construyera el ferrocarril, aunque pasó un siglo hasta su investigación, que circulaba por las bocas de las cuevas nos hace que sea muy fácil excavar y luego que hayan ocurrido cosas ahí que no han ocurrido en otros sitios como un acto de canibalismo de hace casi un millón de años, es una casualidad o una circunstancia muy rara; en otro punto, acumulación de cadáveres de hace casi medio millón de años… Los humanos que vivieron ahí hicieron cosas que no se suelen hacer y eso fue una suerte porque podíamos tener yacimientos buenos, pero no excepcionales como Atapuerca.

Tenemos el ADN más antiguo del mundo porque la sima ha permanecido aislada y no se ha visto alterada. Se han dado muchas loterías ahí y además, ahora estamos trabajando 200 personas y tiene una dimensión… es lo que decíamos antes, cuando tú inviertes… Y es que en España está muy mal visto equivocarse, en el mundo científico también. Los científicos españoles somos demasiado prudentes a la hora de hacer las cosas. No tenemos la mentalidad de fracaso y la ciencia va con la sociedad, en España hemos tenido científicos muy buenos y divulgadores, no es una novedad. La ciencia va ligada a los cambios sociales, la hace la sociedad y una sociedad dinámica, que se mueve, curiosa, participativa…