Albertsons quiere vender frambuesas frescas. No frambuesas blandas o mohosas. Ni tampoco unas que sean incomibles un día después de meterlas en la nevera. Sino frambuesas rojas, jugosas y deliciosas. Es asombrosamente difícil de lograr. En el pasado, los encargados de las tiendas hacían sus mejores conjeturas a la hora de decidir cuánto pedir, el cliente se iba con las manos vacías y las frambuesas se quedaban demasiado tiempo y se estropeaban.
«Antes, el pedido de productos era un proceso manual, lo que significaba que las tiendas tenían más probabilidades de estimar erróneamente el tipo y la cantidad de productos que comprarían los clientes», explica Suzanne Long, directora de sostenibilidad de Albertsons.
Albertsons, con sede en Boise (Idaho), uno de los mayores supermercados de EE UU, con unos ingresos anuales de 78.000 millones de dólares, empezó a utilizar el año pasado en sus tiendas un programa de inteligencia artificial de una empresa emergente llamada Afresh Technologies para prever la demanda y hacer pedidos del tipo de alimentos que tienden a estropearse más rápidamente, como plátanos, pimientos y ensaladas en bolsa. Albertsons hace ahora pedidos más frecuentes de cantidades más pequeñas.
«Intentamos tener las estanterías llenas y la trastienda vacía cuando llegue el siguiente camión», afirma Matt Schwartz, Director General de Afresh.
Afresh, con sede en San Francisco y puesta en marcha en 2017, es todavía un negocio incipiente -Forbes estima que sus ingresos el año pasado fueron inferiores a 10 millones de dólares-, pero está creciendo rápidamente. Con 150 millones de dólares en financiación de capital de Spark Capital, Insight Partners y otros importantes VC, Afresh ha desplegado su software en 3.300 tiendas que incluyen Albertsons (cuyas tiendas representan la mayor parte de su negocio), WinCo Foods y Save Mart. Los empleados de los supermercados, equipados con iPads, registran cuántas manzanas, cabezas de brócoli y tomates cherry les quedan en los estantes y, a continuación, revisan las sugerencias automáticas sobre la cantidad que deben pedir.
Cada vez más tiendas de comestibles están adoptando este tipo de tecnología para reducir la cantidad de alimentos que tiran al año, que asciende a 28.000 millones de dólares, según estimaciones de ReFED, una organización sin ánimo de lucro que hace un seguimiento del desperdicio de alimentos. Como las tiendas tienden a pecar de pedir demasiado, tiran entre el 5% y el 6% de los alimentos frescos, explica Schwartz. Las tasas pueden duplicarse entre los alimentos preparados. Además de ser malo para el medio ambiente, también lo es para las empresas, porque supone una pérdida de ventas y de beneficios.
Afresh afirma que sus clientes suelen reducir el desperdicio de alimentos en una cuarta parte, lo que puede elevar los márgenes operativos de la categoría de frutas y hortalizas en un 40% y generar decenas de millones, o incluso cientos de millones, de beneficios. «Les decimos a los directores financieros: ‘Vais a pulverizar vuestras cifras'», afirma Schwartz.
Es un mensaje bienvenido en un momento en que las tiendas de comestibles, que tienen márgenes de beneficio notoriamente estrechos, están lidiando con el aumento del coste de los alimentos. Albertsons, cuyas marcas incluyen Safeway, Vons y Jewel-Osco y que ha anunciado planes para fusionarse con Kroger, desplegó el software en casi todas sus 2.200 tiendas el año pasado. La empresa ha declarado que su objetivo es eliminar los residuos de alimentos que van a parar a los vertederos para 2030. «Si puedes ganar entre tres y cinco puntos de margen bruto con esto sin tener que subir los precios, es enorme», afirma Walter Robb, ex consejero delegado de Whole Foods, que ha invertido en Afresh.
Para ayudar con los pedidos, la startup utiliza una maraña de datos para prever la demanda mejor que cualquier ser humano. Empieza con el historial de ventas de un artículo en los últimos años y añade datos de ventas diarios. A continuación, tiene en cuenta todo lo que pueda afectar a la demanda, como las próximas promociones, el tiempo, las vacaciones y el día en que se reparten los cupones de alimentos. Las estimaciones internas intentan tener en cuenta la implacable vida útil de productos tan delicados como los aguacates y los melocotones, que una tienda siempre tiene que vender a contrarreloj.
Esto supone una gran mejora con respecto a un empleado que va producto por producto, usando su juicio para calcular cuántas manzanas Gala debe pedir frente a Honeycrisp y Fuji y Pink Lady y Granny Smith.
Esto significa que la fruta y la verdura no permanecen tanto tiempo en supermercados que la utilizan, como Cub, una cadena de Minnesota con 100 establecimientos, que mueve los productos dentro y fuera de sus tiendas un 7% más rápido que antes. El minorista también ha experimentado un aumento del 2,5% en las ventas gracias a la mejora de sus niveles de existencias.
«Recordemos que la venta al por menor consiste en tener el producto adecuado, al precio adecuado y en el momento adecuado», afirma Robb. «Esta es una herramienta para conseguirlo».
Es mucho lo que está en juego en la sección de frescos de una tienda de comestibles, que suele ser un importante motor de tráfico, sobre todo en los viajes de ida y vuelta. Mejorar la calidad y la selección de alimentos frescos ha sido una de las principales prioridades de Albertsons, que lo ve como una forma de aumentar las ventas y robar cuota de mercado a sus competidores. «La cartera de productos frescos es muy, muy importante», dijo el consejero delegado de Albertsons, Vivek Sankaran, en una llamada sobre resultados trimestrales el mes pasado.
Schwartz, de 33 años, ex consultor de Bain y con un máster en Administración de Empresas por Stanford, fundó Afresh hace seis años tras conocer la cantidad de alimentos frescos que tiraban a la basura los supermercados y la escasa tecnología existente para resolver el problema. Schwartz siempre ha sido un apasionado de la salud, practicaba el ayuno intermitente y diseñaba planes de comidas y ejercicios para sus amigos. Al principio de su carrera trabajó en Simple Mills, que fabrica galletas y otros aperitivos con ingredientes alternativos, como harina de almendras y azúcar de coco.
Afresh cobra a cada departamento de tienda cientos de dólares al mes por utilizar su software. Afirma que ha evitado que se tiren 43 millones de kilos de comida desde su creación.
«Esta tecnología es una de las pocas que estamos viendo despegar», afirma Dana Gunders, directora ejecutiva de ReFED.
Según la Pacific Coast Collaborative, una iniciativa gubernamental multiestatal para reducir los gases de efecto invernadero, a medida que se generalicen los pedidos con IA, podrían reducirse a la mitad los desperdicios de alimentos en las tiendas de aquí a 2030. Empresas como Shelf Engine, que contrató a Kroger como cliente pero despidió a una parte importante de su plantilla, comercializan tecnologías similares.
Afresh está contratando a más tiendas y ampliando su clientela más allá de los productos frescos. Este año espera entrar en otros 7.500 departamentos, lo que incluye nuevas incursiones en los mostradores de carne y marisco, la charcutería y la sección de comidas preparadas. También está introduciendo más herramientas para las tiendas de comestibles, como una que ayuda a los empleados a realizar comprobaciones mensuales del inventario.
Según Schwartz, la empresa ayuda ahora a encargar una décima parte de todos los productos que se venden en Estados Unidos. «Tenemos previsto evitar en breve que se desperdicien más de 100 millones de kilos de alimentos al año», afirmó.