Si hablamos de la nanotecnología, parece que estamos poniendo sobre la mesa un asunto académico que poco tiene que ver con la vida de la gente común. Existe la concepción de que la nanotecnología es una revolución científica de unos pocos que pretenden crear aparatos futurísticos y poco útiles. Nada más alejado de la realidad, la nanotecnología es básica para vivir en la sociedad actual. Todos los aparatos electrónicos que utilizamos diariamente contienen componentes electrónicos de dimensiones nanométricas. Estos dispositivos han permitido la creación de infinidad de puestos de trabajo, y han mejorado nuestra eficiencia. Además, nuevas áreas como la medicina, la alimentación o la industria textil se están beneficiando de estos descubrimientos.
Mario Lanza es un experto en esta área de trabajo, no solo por sus estudios, también gracias a la experiencia que ha podido adquirir alrededor del mundo. Originario de Barcelona, terminó sus estudios en Ingeniería Superior en su ciudad natal, así como el Master y el Doctorado, los cuales compaginó con sus primeras experiencias internacionales en el mundo profesional. Desde la Universidad de Pekín hasta Silicon Valley, pasando por Standford, le llevó a que a los 30 años empezara a dirigir su propio grupo de investigación en la Universidad de Suzhou (China), y poco después el gobierno chino le concedió financiación muy generosa para desarrollar varios proyectos. “Actualmente dirijo un equipo de 20 investigadores”, nos afirma.
En estos momentos, Lanza trabaja en la nanotecnología aplicada al campo de la información, su especialidad. “Fabricamos memorias electrónicas capaces de almacenar grandes cantidades de datos en espacios diminutos. Lo que nosotros hacemos es introducir materiales avanzados (como el grafeno) para aumentar aún más sus prestaciones (velocidad, consumo, duración) y a la vez proporcionar nuevas funcionalidades (flexibilidad, transparencia)”. Recientemente, una de sus alumnas ha desarrollado un sensor de corriente para analizar materiales y dispositivos nanoelectrónicos que presenta un tiempo de vida cien veces más largo que los sensores estándares. Este proyecto ha tenido acogida dentro del mercado, haciendo que unos inversores chinos les han dado casi un millón de euros para optimizar y comercializar esta nueva tecnología. “Esperemos que en unos años todos los laboratorios de nanoelectrónica los usen”, nos declara ilusionado.
La nanotecnología y el siglo XXI
El desarrollo de la nanotecnología en la última década ha sido espectacular, pero Lanza cree que es un camino que se acaba de comenzar a andar. “Cada vez que desarrollamos un material o dispositivo nuevo se abre un gran abanico de posibles aplicaciones”. Afortunadamente, las potencias mundiales están invirtiendo mucho en nanotecnología, y en general, este es un sector en alza en el que cada vez hay más puestos de trabajo.
Como ya hemos comentado, los beneficios de la nanotecnología se ven día a día en nuestra sociedad, aunque el trabajo y la inversión no garantizan el éxito ya que los problemas a resolver son muy complejos. Tradicionalmente, el sector que más ha progresado gracias a la nanotecnología es la computación. La invención de los microprocesadores ha hecho posible desarrollar las herramientas de trabajo de millones de personas: ordenadores, teléfonos, internet… “En este campo todavía quedan muchísimas cosas por inventar, como los sistemas neuromórficos (que simulan el funcionamiento neuronal del cerebro) o las computadoras cuánticas (que se basan en el movimiento de átomos discretos)”, matiza Lanza.
Ahora mismo las mayores inversiones se dirigen a la nanomedicina, por ello uno de los sectores que más ha notado esta evolución es la medicina. “La nanotecnología aplicada al campo de la medicina ha permitido introducir cámaras, sensores y actuadores en el organismo, manipular células individualmente y aplicar tratamientos localmente para evitar efectos secundarios en otras partes del cuerpo”.