La visión del sistema financiero para los próximos años se fundamenta en el poder (cada día mayor) de los clientes, pues a través de los datos y de la Inteligencia Artificial (IA) disponen de toda la información y reciben servicios personalizados. Un escenario en el que las personas tienen claro qué es lo mejor para su economía, pueden elegir libremente los productos y servicios que más les interesan y contratarlos fácilmente fuera de su entidad bancaria.
Esta digitalización total alcanza a todas las operaciones financieras y supone una disrupción que implica que se sigan redefiniendo las reglas. Como consecuencia, aparecen nuevas oportunidades en las que la confianza y la transparencia son claves y la seguridad es un aspecto crítico. En este contexto, emergen las fintech, que se han extendido muy rápidamente en España aunque, pese a lo que pueda parecer, su trayectoria apenas se remonta a hace poco más de diez años.
Su modelo dista en muchos aspectos de la banca tradicional y tiene como piedras angulares el uso avanzado de la tecnología, la especialización de sus servicios y el profundo conocimiento de sus clientes. Estas particularidades, unidas al carácter novedoso de muchas de sus propuestas y a la sensibilidad que suscita todo lo que tiene que ver con el dinero, implican, a su vez, su mayor desafío: la confianza de los usuarios.
Como responsable de una de las empresas pioneras en operar en este mercado, desde el principio lo tuvimos claro (hasta la obsesión). Nuestra razón de ser es estar al lado de las personas. Una inquietud que ha estado muy presente en el ecosistema fintech y ha sido uno de los ingredientes del éxito o de fracaso de muchas empresas.
Pero el avance de la tecnología conlleva la necesidad ineludible de renovar ese reto y, más aún, de ser cada vez más ambiciosos. La aplicación de IA por parte de las fintech y, más en concreto, el uso de algoritmos para tomar decisiones de forma automatizada y personalizar sus soluciones tiene dos consecuencias claras. Por un lado, aumenta su competitividad pues mejora la eficiencia de los procesos. Por otro, también redunda en la calidad del servicio y de los productos a los que acceden sus clientes.
Sin embargo, la innovación precisa de un marco de seguridad que conecte con la sociedad. Por este motivo, la industria digital en general, y en particular las fintech, tienen el deber de materializar su compromiso con la transparencia y el buen gobierno de la tecnología.
Con este objetivo, la Asociación Española de la Economía Digital (Adigital), con la colaboración de la Fundación Éticas, lanzaba recientemente el primer certificado de transparencia algorítmica para empresas, para contemplar el diseño de mecanismos de información para que las empresas doten de trasparencia a sus sistemas.
De esta forma, España revalida su posición como uno de los referentes europeos en el ámbito fintech no sólo a nivel de creación de empresas, sino también en términos normativos. Y, en paralelo, el desarrollo de un estándar de transparencia algorítmica supone un paso decisivo para transmitir esa necesaria confianza que necesita el usuario de los servicios de estas empresas.
*Lupina Iturriaga, socia fundadora y coCEO de Fintonic.