Más tarde entendió que los fogones se convertirían en su profesión. Y no se puede decir que le haya ido nada mal. Autodidacta y vanguardista, es en la actualidad la única mujer chef del mundo que posee siete estrellas Michelin: tres por su restaurante Sant Pau, en la localidad de Sant Pol de Mar; dos por el Moments, su espacio gastronómico en el hotel Mandarín Oriental de Barcelona que gestiona con su hijo Raúl; y dos por el Sant Pau de Tokio.
Pero este éxito no se le ha subido a la cabeza a esta emprendedora que, sobre todo, ama y disfruta de su trabajo. “No pienso ni en premios ni en galardones”, afirma con modestia.
¿Cómo se inició en el mundo de la gastronomía?
Soy de una generación en la que en mi círculo social a las niñas no se les preguntaba qué es lo que querían ser de mayores. Mi deseo era estudiar una carrera artística, pero para mi familia, que eran agricultores y comerciantes, esta opción era una idea descabellada. Lo consultaron en mi escuela y les aconsejaron que, para que yo me quedara en casa, lo mejor sería modernizar la tienda familiar, un negocio en el que todo se vendía a granel, y convertirla en un supermercado en el que también se vendiera carne fresca de los cerdos criados en nuestra casa.
Fue entonces cuando entré de aprendiz en el gremio de charcuteros de Cataluña y con 17 años me estrené en la charcutería con dos personas a mi cargo. En aquel momento tuve la posibilidad de hacer cosas a mi manera y de empezar un diálogo con el público. La gente del pueblo que me conoce me dice que a partir de ahí me cambió el carácter y me volví simpática.
¿Qué retos tiene por delante?
Tengo muchos retos y desafíos por delante. Estamos preparando la publicación de un libro para gente y parejas jóvenes, algo que no se ha hecho hasta ahora, y en un libro profesional de cocina más técnica. También estamos trabajando en otro tema que verá la luz en breve, pero no puedo desvelarlo.
En 1981 le otorgaron la primera estrella Michelin, ¿qué sintió?
Sentí una gran emoción, ya que tuve muy claro que esto nos abría la puerta a un público mucho más amplio. Primero local, porque confirmaba que estábamos haciendo algo de calidad, pero también comarcal y de todo el Estado. Una estrella te pone en la autopista de los gourmets y, por lo tanto, te proyecta a un futuro para que puedas continuar con tu trabajo.
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Carme Ruscadella posa en su restaurante Sant Pau. Foto: Xavi Torres-Bacchetta
¿Cree que una mujer chef tiene que demostrar más que un hombre para que le concedan una estrella?
Espero y quiero creer que no, pero es posible. Aunque a veces tengo mis dudas, porque el mundo continúa cuestionando el valor femenino.
Tiene restaurantes en Barcelona y Tokio, ¿ha recibido propuestas para establecerse en algún otro lugar?
En Japón llevamos desde abril del 2004, pero no porque nos interesara ese mercado, sino porque nos lo propuso un empresario japonés que vino a comer a nuestro restaurante de Sant Pol. Nos explicó que quería transportar nuestra cocina tal cual a Tokio, y después de tres encuentros con él, vimos que era viable y aceptamos. Lo cierto es que hemos tenido propuestas de colaboración gastronómica de muchos países, y cuando esto surge siempre nos sentamos en la mesa de negociación y lo hablamos. Pero si empiezan a recortar, ya no podemos hacer la misma película, y lo descartamos.
Después de 50 años en los fogones, ¿cómo se consigue mantener esa creatividad que demuestra todas las temporadas en su cocina?
Enamorándote de tu trabajo, sintiéndote aprendiz, ilusionándote con cada descubrimiento, con cada nueva cosa que saboreas, y no perder nunca la ilusión. Tengo muy claro que mi fecha de caducidad está muy cercana, pero mientras sienta esa ilusión, y me acompañe la salud, continuaré, porque soy feliz con este trabajo.
¿Cómo definiría su cocina?
Hasta hace poco siempre decía que era una cocina catalana y moderna. Ahora la considero libre, natural y emocionante.
¿Cuál fue su último descubrimiento gastronómico?
Mi último descubrimiento gastronómico me lo dio una cocinera rusa que trabajó con nosotros. Nos explicó que de jovencita le gustaba mucho comer la pulpa blanca de las naranjas y de los limones. Así que para hacer uno de nuestros bombones, hemos convertido esa pulpa en una crema que está encerrada en una piel de gelatina, para que al morderlo te explote en la boca.
¿Qué tres ingredientes nunca faltan en su cocina?
Siempre trabajamos con productos de gran calidad, pero para mí un buen aceite de oliva virgen, vegetales y pescados son imprescindibles.
¿Por qué la gastronomía española es tan apreciada y reconocida a nivel internacional?
España es un crisol de culturas interesantísimas. Tiene una cocina cantábrica, mediterránea y central con carácter, con diferencia. Estas cualidades son las que la hacen más atractiva.
¿Hay rivalidad entre ustedes, los chefs de renombre?
Existe una rivalidad bien entendida y que todos sabemos que nos motiva a ser mejores. Es más, diría que entre nosotros existe una admiración recíproca que nos estimula a convertir nuestros restaurantes en más atractivos. Creo que hemos sabido entender que la competencia es buena si realmente le haces una lectura positiva y esta profesión lo ha hecho.
Ahora muchos jóvenes estudian para ser chef, pero usted nunca lo hizo, y los resultados son inmejorables, ¿qué le diría a estos jóvenes?
Muchos jóvenes cuando han acabado su formación acuden a mí, y me piden consejo para abrir sus negocios. Lo primero que les digo es que deben creer que tienen una riqueza en sus manos y una mentalidad cultural interesante. Pero claro, toca trabajar y sacrificarse y no perder nunca esa ilusión.
Cuando ve imágenes de niños pasando hambre, desnutridos… ¿Qué piensa? ¿Colabora en programas solidarios de ayuda?
Sí, todo lo que puedo. He colaborado con muchísimas iniciativas de diversos motivos y diversas causas.
¿A qué ‘celebrity’ internacional le gustaría darle a probar sus platos?
Me gusta preparar comida a quien esté ilusionado por mi cocina. Me hace mucha ilusión servir a un albañil que nunca ha venido a comer a mi casa y que ha estado ahorrando para venir con su esposa a festejar su aniversario, cumpleaños… O a una parejita joven que ha estado economizando porque les interesa la gastronomía o porque alguien se lo ha dicho y vienen a celebrar algo. Las celebrities se lo pueden permitir todos los días que quieran.