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“Es una pena que Madrid no tenga instalaciones para albergar carreras de Fórmula 1”

En 2010 se proclamó campeón del rally Dakar con Volkswagen. Desde hace dos temporadas acompaña a su hijo, Carlos Sainz Jr., por todos los circuitos del mundial de Fórmula 1.

No se puede decir que ser piloto de rallys sea una profesión muy usual, y más cuando comenzaste. ¿Cómo empezó todo?
De chaval practiqué varios deportes, pero los del motor eran especiales para mí. Mi hermano Toño y mi cuñado, Juan Carlos, que era piloto oficial de Chrysler, corrían los fines de semana, y yo los iba a ver siempre, así que me aficione aún más. Cuando cumplí 18 años, mi padre me compró un Renault 5 TS con el que corrí mi primera carrera de rallys, el Shalymar (Madrid). Durante los siguientes años conseguí varios éxitos en rallys nacionales, hasta que en 1987 logré el campeonato de España de pilotos con un Ford Sierra, y a partir de ahí fui yendo pasito a pasito.

A lo largo de tu carrera has logrado dos mundiales de rallyes, pero el tercero se te resistió. Tuviste la gran ocasión de conseguirlo en el RAC de Inglaterra de 1998, pero a tan solo 300 metros del final del último tramo una avería en el coche lo impidió. ¿Qué se te pasó por la cabeza en esos momentos?
Muchas cosas… Fue un momento de infortunio increíble, que se te rompa el coche a tan solo 300 metros del final del último tramo del rally cuando el Mundial estaba ganado es algo insólito, pero al final tienes que pensar que has ganado dos mundiales. ¿Que podían haber sido cuatro o cinco si hubiera tenido un poquitín más de fortuna? Sí, pero también podía no haber logrado ninguno. Así que me considero un privilegiado y una persona que ha podido dedicarse a lo que ha sido su pasión. Y eso no tiene precio. Físicamente me encuentro bien de salud, con una familia que no me la merezco, por lo tanto no tengo ninguna queja y aquello es solamente una anécdota. Lo que pasa es que hay mucha gente en España que en lugar de quedarse con los dos mundiales y con las victorias, se quedan con lo negativo, y contra eso yo no puedo luchar.

A raíz de ese percance en el Rally de Inglaterra, se hizo famosa la frase de Luis Moya: “Trata de arráncalo, Carlos, por dios…”. A pesar de que han pasado unos cuantos años, ¿aún te recuerdan la frase?
Sí, claro. Desde ese día no hay semana que alguien no me lo recuerde, ya que la gente se queda con ese momento que fue muy duro deportivamente hablando, pero al final no deja de ser una anécdota que tuvo una resonancia importante. Eso sí, para mí el impacto fue menor del que la gente puede pensar.

De todas tus victorias, ¿cuál ha sido la más sufrida?
Ha habido muchas. Tengo muy buenos recuerdos de algunas victorias y de otras no tanto, porque a lo mejor costaron menos, pero también guardo muy buenos recuerdos de un segundo o tercer puesto, a los que se les da menos valor pero que fueron muy peleados. Si tengo que elegir me quedo con la primera victoria en el Acrópolis de Grecia, la del Rally de los Mil Lagos en Finlandia o la del RACC de Cataluña, como primer latino en conseguirlo.

¿Cuál fue el peor accidente que sufriste?
He tenido varios, pero gracias a dios sin consecuencias físicas importantes, por eso también creo que he sido muy afortunado. El peor quizás fue el que sufrí en Australia en el año 1991, cuando me salí en una curva, volqué, y me di varios golpes en la cabeza.

¿Cuándo te diste cuenta de que tenías que bajarte del coche?
Fue en el año 2004, cuando el campeonato del mundo tenía más pruebas que nunca, 16, y se me empezó a hacer muy cuesta arriba, con todos esos desplazamientos y lo demás. Simplemente dejó de compensarme y, por ello, decidí retirarme a pesar de tener un año más de contrato con Citröen.
Supongo que te habrán pasado innumerables anécdotas en el mundial.

¿Destacarías alguna?
Sí, varias. Por ejemplo en el Rally Safari de Kenia me han pasado muchas cosas, como cuando de repente se me cruzó un jirafa yendo a tope y tuve que pegar un frenazo tremendo para parar, lo que ocasionó una importante nube de polvo alrededor; bajé del coche con el nerviosismo de saber si le había dado y luego me di cuenta de que sólo la había rozado y que la jirafa me había abollado el techo del coche con su culo. ¡Menudo susto me llevé!


Fotografía: Jacobo Medrano

Las carreras de rallyes son muy espectaculares y ver accidentes aparatosos es algo habitual en los resúmenes que pasan las televisiones. ¿Qué se puede hacer para que este deporte sea más seguro en sus tramos?
Los accidentes de los coches no se pueden evitar porque está claro que para los pilotos es difícil correr rallyes y tener accidentes entra dentro de lo probable. Lo importante es que en estos accidentes no se vean envueltos los espectadores. Lo complicado es controlar ese número de aficionados, y eso solo depende de la organización, por lo que tienen que poner todos los medios para que estén en zonas seguras y no donde un vehículo tenga más probabilidades de salirse; bien sea en una frenada, en una curva que se cierra en el exterior… Esto también depende del sentido común de la gente, pero principalmente son los organizadores quienes tienen la responsabilidad de que el público se sitúe en el lugar adecuado y deben de poner los medios, los comisarios y todo los recursos necesarios. Pero eso, naturalmente, cuesta un dinero y un esfuerzo tremendo.

Desde que te retiraste no ha salido ningún piloto español con madera de campeón. ¿Cuál es el motivo?
Ser campeón del mundo de cualquier especialidad no es fácil, y el campeonato Mundial de Rallyes es muy complicado ganarlo. Esperemos que pronto salga alguien, pero también llevamos muchos años sin que salga un finlandés, un italiano… Ahora parece que es el momento de los franceses; en su día fue Loeb, y ahora Ogier. Es muy importante tener una buena base, una buena pirámide, pero ahora mismo quizás con la crisis económica el campeonato de España de Rallyes ha perdido algo de potencia, y eso es algo que lógicamente se nota a la hora de que salgan pilotos con talento.

Tras retirarte del mundial, rápidamente te enganchaste a otra gran aventura, el Dakar, carrera que ganaste en el 2010. Vamos, que la palabra ‘retirada’ del deporte profesional no está en tu diccionario…
Una vez que me retiré del mundial, que ha sido mi vida, me puse como reto profesional intentar ganar el Dakar en coches y ser el primer español en lograrlo. Tuve la suerte de conseguirlo en el 2010 y me siento muy orgulloso. Además, esta prueba me sirve para mantenerme en contacto con el mundo del motor y de la competición en primera persona. El Dakar es un reto muy duro para mí, sobre todo a nivel físico, y no lo puedes subestimar porque la edad no perdona, así que todos los años le dedico el tiempo necesario para prepararlo bien.

¿Te ves muchos más años corriendo esta prueba?
Tengo que sincero conmigo mismo y creo que muchos no podrá ser, porque cada vez soy más veterano y creo que todo tiene un período y una etapa. Lo que sí es cierto es que, desde que empecé a correr el Dakar en el 2006, siempre he ido planteándomelo de año en año, porque quería ver cómo pasaba la prueba, cómo me sentía y cómo iba, para luego decidir en consecuencia. Hasta ahora siempre me ha compensado volver, entre otras cosas porque también he tenido un coche que me merecía la pena.

Desde hace dos temporadas acompañas a tu hijo, Carlos, a todas las carreras que puedes de Fórmula 1. ¿Cómo ves este mundo tan exclusivo de la F-1?
Muy complicado y muy diferente al mío, con mucha presión, muy intenso y, lógicamente, con muchos intereses y dinero en juego. A pesar de todo, a mí me gustan mucho más los rallyes que la F-1, aunque obviamente también disfruto mucho cuando voy a las carreras de mi hijo.

¿Hasta dónde crees que llegará Carlos en la F-1?
Llegar a la F-1 es muy difícil, pero mantenerse lo es aún más, y Carlos está en ese periodo de casi recién llegado. Me gustaría pensar que algún día va a lograr ser campeón del mundo. Sé que es tremendamente difícil, pero los sueños son gratis, y sé que él sueña con eso, y yo le apoyo al máximo. Estoy convencido de que, por capacidad y por talento, podría acceder a un volante de Red Bull sin ningún problema. Solo tienen que darle esa oportunidad.

¿Qué tiene la F-1 que engancha tanto?
Siempre ha sido un campeonato con mucha tradición y un gran espectáculo. A mi modo de ver, es la máxima expresión de la tecnología en un coche, porque la verdad es que los monoplazas son unas auténticas maravillas y el espectáculo que mueve es impresionante.

En los últimos años se han incorporado grandes premios de países exóticos y de alto poder adquisitivo. ¿Ves aún al Gran Premio de Montecarlo como el más glamuroso?
Sí, sin duda alguna. Otros mueven más dinero y se cierran más negocios en ellos, pero el de Mónaco es el más glamuroso, sobre todo por el entorno en el que está. Solo hay que ver la semana de la carrera, los coches de F-1 que pasean por las calles de la ciudad, los coches de alta gama que estacionan delante de los hoteles, los yates de lujo impresionantes… Y claro, esto a lo largo del tiempo ha ido incrementando la expectación que genera todos los años esta carrera.

¿Qué te ha aparecido que Nico Rosberg se retire justo después de ganar el mundial de F-1?
Pues la verdad es que es difícil de entender, ¿no? Hay que respetar su decisión, entre otras cosas porque hay ser muy valiente para tomarla, pero es difícil creer que alguien que acaba de ganar el mundial, que cuenta con el mejor coche, en la mejor escudería… decida no seguir compitiendo por falta de motivación.

Un campeón del mundo de Rallyes y nacido en Madrid, ¿qué opina de que la capital no tenga un circuito para acoger grandes premios?
Es una auténtica pena y una asignatura pendiente de la Comunidad de Madrid. Hay por toda España circuitos, no solo de automovilismo, sino de karting, y es una lástima que Madrid, la capital, no tenga unas instalaciones lo suficientemente importantes como en su día lo fueron las del circuito del Jarama para poder llegar a albergar una carrera de F-1, MotoGP o cualquier otra especialidad.