Evidentemente, Melania Trump estaba impresionante cuando entró en la iglesia de San Juan, usando un traje diseñado de la cabeza a los pies por el rey reinante de la ropa casual estadounidense, Ralph Lauren. El vestido de altura hasta la rodilla, chaqueta de bolero de cuello alto y guantes a juego, transmiten un mensaje de clase y elegancia, y dibujan comparaciones inmediatas -y probablemente intencionadas- con Jackie O., que llevaba el mismo color Oleg Cassini para su traje del 20 de enero de 1961, el día de la inauguración de su esposo John F. Kennedy.
La próxima aparición de Melania debería poner fin a cualquier debate sobre si los diseñadores de primer nivel están dispuestos a trabajar con ella. Ralph Lauren y el rumoreado diseñador inaugural Karl Lagerfeld, de Chanel, están entre los hombres más poderosos y asentados de la industria. Y mientras que diseñadores como Sophie Theallet, Marc Jacobs y Tom Ford tienen derecho a negarse a trabajar con Trump como una forma de resistirse a la administración de su marido, lo cierto es que los Trump tienen dinero y candidatos de sobra para llenar los armarios de la Casa Blanca de Melania. Toda la ropa que vea que se pueda usar durante los próximos cuatro años.
No obstante, el traje de Melania Trump durante la jura no presagia el estatus de icono. En su primera declaración importante como la Primera Dama de facto, Trump ha tomado la decisión de hacer eco del estilo de una ex Primera Dama, aquella que posiblemente tuvo la mayor influencia en la moda de cualquier esposa de un presidente americano hasta, tal vez, Michelle Obama. Esa elección es a la vez segura y cuestionable – segura, porque nadie duda de que el traje de Oleg Cassini usado por Jacqueline Kennedy representa un momento clave de la moda histórica, y cuestionable porque Trump ya ha tenido problemas para distinguirse de las mujeres que le precedieron.
En contraste, para la inauguración de Barack Obama el 20 de enero de 2009, Michelle Obama llevaba un vestido y un abrigo de color amarillo oro de la diseñadora cubano-americana Isabel Toledo. Esta elección fue la primera de muchas destinadas a comunicar sus prioridades como figura pública a través de su vestuario: se dedicó a presentar a diseñadores emergentes y multiculturales que pudieran beneficiarse de la publicidad de su cargo. Women’s Wear Daily acaba de publicar una serie de notas manuscritas de diseñadores como Jason Wu, Prabal Gurung y la gente de J.Crew, agradeciendo a Michelle Obama su apoyo durante sus ocho años en la Casa Blanca.
Para Michelle Obama, no se trataba simplemente de verse bien. Utilizó la moda como una forma de expresar temas cercanos a su corazón: globalismo, interseccionalidad y accesibilidad. Ella usaba alta costura para los acontecimientos emblemáticos, pero en su día a día supo mezclar los artículos de los minoristas del mercado masivo como J.Crew y The White, mostrando a los ciudadanos que, como ellos, también había comprado en centros comerciales.
Trump es hermosa como una actriz en los Oscar, con una pizca de templanza de mujer consorte y un estilismo pulido, pero no inspirador. Su mirada nos acerca al pasado, un retorno al estilo clásico, mientras que un verdadero icono de la moda debe mover la dirección de la industria, agitarla.