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La ruptura menos esperada del tenis: qué falló en la alianza Alcaraz–Ferrero

Lo relevante no es únicamente el desacuerdo puntual, sino lo que representa. La ruptura entre Alcaraz y Ferrero marca una transición natural en la carrera del murciano.

PARÍS, FRANCIA - 8 DE JUNIO: El español Carlos Alcaraz posa para una foto con su entrenador Juan Carlos Ferrero tras su victoria sobre el italiano Jannik Sinner en la final individual masculina del decimoquinto día del Abierto de Francia 2025 en Roland Garros, el 8 de junio de 2025 en París, Francia. (Foto de Clive Brunskill/Getty Images)Menos Imágenes Getty

La noticia sacudió al ecosistema del tenis internacional: Carlos Alcaraz y Juan Carlos Ferrero ponen fin a una de las relaciones jugador–entrenador más exitosas y estables de la última década. La confirmación llegó por canales directos, sin intermediarios ni especulación inicial, mediante comunicados en redes sociales. Aun así, el impacto fue inmediato. No tanto por la separación en sí, una constante en el alto rendimiento, como por el momento elegido y por el historial de éxito que respaldaba a la dupla.

La frase utilizada por Ferrero, “me hubiera gustado seguir”, fue suficiente para activar el debate. No son palabras habituales en una ruptura planificada con meses de antelación. Sugieren, más bien, un desenlace acelerado, probablemente no previsto, y abren interrogantes legítimos sobre el proceso que condujo a la decisión.

Un balance deportivo difícil de cuestionar

Desde una perspectiva estrictamente profesional, la ruptura resulta difícil de explicar. La temporada de Alcaraz ha sido, por números y contexto, la más sólida de su carrera. Ocho títulos, dos Grand Slams, Roland Garros y el US Open, recuperación del número uno del mundo y un balance de 71 victorias por solo nueve derrotas. En cualquier otro escenario, estos resultados consolidan proyectos; no los disuelven.

La relación entre ambos no nació del éxito inmediato, sino de la construcción a largo plazo. Ferrero apostó por Alcaraz cuando aún era una promesa en formación, y el murciano encontró en el exnúmero uno del mundo una estructura, una metodología y una lectura del circuito que aceleraron su maduración competitiva. Siete años después, el balance es histórico: seis títulos de Grand Slam, 24 trofeos ATP y el récord de ser el número uno más joven en la historia del ranking.

El factor tiempo y el contexto estratégico

La separación se produce, además, en un momento especialmente delicado del calendario. La pretemporada es el periodo donde se afinan automatismos, se definen cargas físicas y se alinean objetivos técnicos con la vista puesta en Australia. El Open de Australia no es un torneo más para Alcaraz: es el gran título que aún no figura en su palmarés. Alterar el liderazgo del equipo técnico a semanas del inicio supone asumir un riesgo calculado.

Samu López asumirá el rol de primer entrenador, al menos hasta Melbourne, garantizando cierta continuidad operativa. Sin embargo, la ausencia de Ferrero implica la salida de la figura que había ejercido como arquitecto del proyecto desde sus cimientos.

Según información avanzada por Radio Nacional de España, el detonante no fue deportivo, sino contractual. Hace apenas unos días, durante las conversaciones habituales para renegociar el vínculo de Ferrero de cara a 2026, se produjo un desencuentro que fue creciendo en intensidad. Lo que inicialmente parecía una discrepancia menor derivó en una discusión de mayor calado, hasta desembocar en la decisión de separar caminos. En el tenis de élite, las renegociaciones no solo hablan de cifras. Reflejan jerarquías, expectativas, reparto de responsabilidades y visión de futuro. Cuando esas variables dejan de alinearse, incluso los proyectos más exitosos pueden volverse frágiles.

Lo relevante no es únicamente el desacuerdo puntual, sino lo que representa. La ruptura entre Alcaraz y Ferrero marca una transición natural en la carrera del murciano: el paso de un modelo casi paternal a uno más corporativo, donde las decisiones se toman con una lógica de gobernanza deportiva y control estratégico del entorno. Alcaraz entra en una nueva fase de su carrera. Ya no es la promesa que necesita ser guiada, sino una figura global que gestiona expectativas, marcas, calendarios y legado. En ese contexto, los equipos también evolucionan.

Un cierre abierto

Por ahora, ninguna de las partes ha profundizado en los detalles. Todo apunta a que las primeras ruedas de prensa de 2026 volverán recurrentemente sobre este asunto. El circuito, los patrocinadores y la afición buscarán respuestas.

Lo indiscutible es que se cierra una etapa que ya forma parte de la historia del tenis. La alianza Alcaraz–Ferrero no termina por falta de éxito, sino, paradójicamente, en el momento de mayor fortaleza competitiva. Y eso, en el deporte profesional, suele ser la señal más clara de que el proyecto ha alcanzado su punto de inflexión.

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