Para Francisco Vañó, director general de Castillo de Canena, existen numerosos factores que inciden en la calidad final del aceite de oliva virgen extra. La parte agronómica es básica. El hacer un seguimiento exhaustivo de los olivos de los distintos pagos desde la floración, también. Y la correcta ejecución de las labores agrícolas, la implantación de la agricultura de precisión para obtener la mayor información posible, la determinación exacta del momento del inicio de la cosecha, la perfecta coordinación de los equipos en época de recolección, la tecnificación máxima y la innovación constante en los procesos industriales de molturación, un irreprochable sistema de almacenamiento en bodega… En suma, el controlar escrupulosamente todos los eslabones de la cadena de valor es vital para obtener un producto excelente. Ellos los controlan todos y por eso la suya es una de las marcas más reconocidas y apreciadas internacionalmente del sector. “También hay factores determinantes como la estructura edafológica óptima para el desarrollo del olivar, la orografía, la altitud o la ubicación geográfica. Afortunadamente, la comarca de la Loma, en el corazón de Jaén, donde se localiza nuestro campo es, desde hace mas de 2.000 años, la cuna del olivar y de los mejores aceites de oliva virgen extras”. Excelencia, al de los productos elaborados en el bucólico Castillo de Canena, reconocida con múltiples premios, entre ellos el Mario Solinas (COI) por su AOVE Reserva Familiar Picual, algo así como alzar la Champions League del aceite. “El Consejo Oleícola Internacional, como es bien sabido, es un organismo supranacional creado en 1956 bajo los auspicios de la ONU que armoniza y concierta, entre otras funciones, las legislaciones nacionales en materia de aceite de oliva de todos los estados miembros. En éste sentido, el premio Mario Solinas, organizado anualmente por el COI, es desde luego un reconocimiento oficial muy importante para nosotros. Goza de un gran prestigio internacional y su jurado es muy riguroso en la selección de los aceites premiados”.
El primer día
Francisco Vañó quería ser periodista pero acabó trabajando durante casi dos décadas en el sector bancario. Fue en 2003 cuando decidió dar un cambio radical a su registro profesional y, junto a su hermana, dedicarse a la elaboración de aceite. “Recuerdo perfectamente mi primer día como director general de Castillo de Canena. Fue el 9 de junio de aquel año. Mi hermana Rosa y yo empezamos el día en Madrid con un par de reuniones y a media mañana salimos hacia Jaén porque teníamos un almuerzo de trabajo”. No fue, sin embargo, una aventura a ciegas: su familia lleva dedicándose a la elaboración de aceite desde 1780, siendo ellos la novena generación. Muy probablemente en esos más de doscientos años de legado y tradición se encuentre el secreto de su éxito, de cómo en tan solo tres lustros Castillo de Canena se ha posicidnado en lo más alto de la pirámide de su gremio. “En primer lugar tuvimos la fortuna de, en 2003, ser prácticamente pioneros en la creación de una nueva categoría dentro de los aceites de oliva: los AOVEs Premium o de Alta Gama”, revela Francisco Vañó. “A ello hay que añadir que desde nuestros comienzos no hemos dejado de innovar en el área agronómica, industrial y de producto, de invertir constantemente recursos, de reforzar los equipos y de llevar a cabo una labor comercial, centrada eminentemente en los mercados exteriores, muy intensa y vasta. Hemos tenido constancia, voluntad, imaginación, capacidad de diferenciarnos de nuestros competidores y reunir un grupo de excelentes profesionales a nuestro lado muy motivados y con los objetivos claramente definidos”.
Vocación exportadora
En Castillo Canena elaboran tres aceites diferentes: Reserva Familiar Picual, Arbequino y Royal. Todo los años producen una cantidad muy similar de las dos primeras variedades, su auténtico core-business. En el caso del Royal, contrariamente, su cosecha es mucho más limitada. “Contamos tan solo con un pequeño pago de 16 hectáreas, por lo que nuestra producción de éste AOVE es muy baja, entre unos 6.000 y 7.000 litros al año. Afortunadamente, en la próxima campaña entrará en producción una nueva plantación de olivos de la variedad Royal que hicimos hace tres años, por lo que esperamos aumentar ligeramente esta cifra”. Con una facturación anual que se acerca a los 3 millones de euros, aproximadamente el 70% de nuestra facturación es destinado a los 52 mercados exteriores en donde nos encontramos presentes. “Desde nuestra génesis, Castillo de Canena nació con una clara vocación exportadora”, incide su director general. “Actualmente, nuestro principal país por volumen de facturación es Reino Unido, seguido de EEUU y Japón”. Para Francisco Vañó el éxito en un determinado mercado internacional está muy basado en la relación de partenariado que sean capaces de establecer con el importador local. “La actitud de nuestro socio local, su fe en el producto, en el proyecto, su vinculación con Castillo de Canena, es fundamental para construir juntos una marca en un mercado exterior”. Viviendo un presente más que notable, en Castillon de Canena tienen muy claros los objetivos corporativos para su futuro a corto y medio plazo. “Vamos a seguir lanzando nuevos productos a partir de nuestros AOVES (contamos con unos 15 proyectos en el pipe-line) y a proseguir nuestra apuesta por la innovación, la investigación, la sostenibilidad y el medio ambiente, la RSC y seguir incrementando nuestra presencia, especialmente, en los mercados internacionales”.