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La amenaza invisible: cómo los microplásticos están envenenando nuestra salud y qué podemos hacer al respecto

Primer plano de microplásticos en una mano. GETTY

En mis años como cirujano, aprendí a confiar en mis manos. Para salvar una vida, cada acción debía ser precisa. Todas las herramientas debían estar esterilizadas. Y todos los instrumentos bisturí, sutura, bata, campo quirúrgico y guante solían ser de plástico.

Los plásticos revolucionaron la medicina. Las jeringas desechables, las bolsas de suero, los guantes quirúrgicos y los catéteres redujeron drásticamente las tasas de infección e hicieron que la atención médica moderna fuera más segura. Pero lo que antes considerábamos milagroso se ha convertido en una amenaza silenciosa, una que ya no podemos ignorar. Los plásticos se descomponen en microplásticos, se infiltran en nuestros cuerpos y amenazan la salud humana de maneras que apenas comenzamos a comprender.

El 3 de marzo de 2025, asistí a una mesa redonda sobre plásticos, microplásticos y atención médica, patrocinada por el Consorcio de la Sociedad Médica sobre Clima y Salud. Expertos como el Dr. Leonardo Trasande, el profesor Hardeep Singh, el profesor Jeremy Greene y Jeremy Rosenberg, del NRDC, compartieron evidencia alarmante de la presencia de microplásticos en el cerebro, los pulmones, el torrente sanguíneo e incluso la placenta humanos. Salí con una renovada sensación de urgencia, no solo como médico, sino como alguien que ha dedicado su vida a luchar por la salud pública. La realidad es clara: los microplásticos representan una crisis sanitaria inmediata y creciente. Esto exige actuar.

¿Qué son los microplásticos?

Los microplásticos son partículas de plástico de menos de cinco milímetros. Algunos se añaden intencionadamente a productos cotidianos como pasta de dientes, exfoliantes faciales y protector solar. Otros se forman cuando se descomponen plásticos más grandes, como botellas de agua, envases e incluso guantes quirúrgicos. Estas diminutas partículas se han vuelto imposibles de evitar. Están presentes en el aire, el agua, los alimentos y, cada vez más, en nuestro cuerpo.

Según un estudio de 2024 publicado en Nature Medicine, la concentración de microplásticos en el cerebro humano ha aumentado un 50 % desde 2016. Esto debería alarmarnos a todos, ya que donde estas partículas llegan, el daño sigue.

La crisis sanitaria invisible

Los científicos han encontrado microplásticos alojados en las profundidades de los pulmones humanos, enterrados en los tejidos grasos y circulando por el torrente sanguíneo. Se han descubierto en las placentas de fetos, lo que genera una preocupación urgente sobre la exposición fetal. Además, han cruzado la barrera hematoencefálica, el escudo protector que impide que las toxinas entren en nuestro cerebro.

Esta no es una preocupación teórica. Los investigadores han vinculado los microplásticos con la inflamación, el estrés oxidativo, la disfunción inmunitaria, los trastornos metabólicos e incluso el deterioro cognitivo. Todos estos factores nos perjudican a nosotros y a nuestros hijos.

Demencia y salud cerebral: Cada vez hay más evidencia que sugiere que los microplásticos contribuyen a la neuroinflamación y al estrés oxidativo, dos características distintivas de la enfermedad de Alzheimer. Se ha descubierto que los pacientes con demencia tienen entre tres y cinco veces más partículas de plástico en el cerebro que quienes no presentan deterioro cognitivo.

• Enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares: Se han detectado microplásticos en el torrente sanguíneo y en nuestras arterias, y su presencia se relaciona con un aumento de 4,5 veces en el riesgo de infarto y accidente cerebrovascular. Estas partículas desencadenan inflamación crónica, aceleran la acumulación de placa e interfieren con la función vascular normal, todo lo cual aumenta el riesgo de infarto y accidente cerebrovascular.

• Alteración hormonal y salud reproductiva: Las sustancias químicas liberadas por los microplásticos, como el BPA y los ftalatos, son disruptores endocrinos conocidos. Se han relacionado con la disminución del recuento de espermatozoides , niveles hormonales irregulares, resistencia a la insulina y trastornos reproductivos tanto en hombres como en mujeres.

• Exposición fetal e infantil: Se han encontrado microplásticos en la leche materna y en fórmulas infantiles, lo que significa que los bebés están expuestos a plásticos desde el nacimiento. Estudios en animales sugieren que la ingestión materna de microplásticos puede alterar permanentemente el desarrollo fetal, afectando el crecimiento, el metabolismo y la función inmunitaria.

No se trata solo de la salud individual actual, sino de una amenaza generacional. La próxima generación ya está más expuesta que la anterior. Y, a menos que actuemos ahora, cada generación futura se enfrentará a riesgos aún mayores.

Los plásticos como las botellas de agua pueden liberar pequeñas partículas de plástico que se consumen junto con 
agua. (Foto de Peter Dazeley/Getty Images)
PETER DAZELEY

Una paradoja médica: los plásticos en la atención sanitaria

En mi vida como cirujano, los plásticos han desempeñado un papel indispensable. Sin duda, hicieron que los numerosos trasplantes de corazón y pulmón que realicé fueran más seguros y exitosos. Todos los hospitales modernos utilizan plásticos de un solo uso por seguridad, esterilidad y eficiencia. Sin duda, han ayudado a prevenir infecciones y a reducir la contaminación cruzada.

Pero en el ámbito médico también contribuimos enormemente a los residuos plásticos. Y aunque como cirujanos y médicos lo vemos, aún no hemos alzado la voz para combatirlo. Los hospitales estadounidenses generan casi 6 millones de toneladas de residuos al año, muchos de ellos plásticos de un solo uso. Durante una sola cirugía, un hospital puede generar hasta 9 kilos de residuos, principalmente plásticos: guantes, tubos, campos médicos y envases, todos desechados. La pandemia de COVID-19 agravó este problema, con un aumento repentino de los EPI desechables, que han acabado con miles de millones de guantes, mascarillas y batas en vertederos y océanos.

El reto es claro: debemos equilibrar la necesidad médica con la sostenibilidad. Necesitamos innovación: alternativas biodegradables, sistemas de esterilización reutilizables e incentivos políticos para que los hospitales reduzcan la dependencia del plástico, manteniendo al mismo tiempo la seguridad del paciente.

El costo económico

Más allá del impacto físico, los microplásticos imponen costos económicos alarmantes. Según el Dr. Trasande, las afecciones relacionadas con el plástico le cuestan a la economía estadounidense 250 000 millones de dólares anuales , aproximadamente el 5 % del gasto total en atención médica. Esto incluye la obesidad, las enfermedades cardiovasculares, la diabetes y los trastornos neurológicos asociados a la exposición al plástico.

¿Y el costo a largo plazo? Una sociedad donde el deterioro de la función cognitiva, los problemas reproductivos y las enfermedades crónicas erosionan nuestro bienestar económico y social.

¿Qué podemos hacer? Un llamado a la acción

No llegamos aquí de la noche a la mañana, y no lo solucionaremos en un día. Pero debemos actuar ahora para frenar el daño y proteger a las generaciones futuras. Esto requiere acciones en tres niveles: las personas, los responsables políticos y los profesionales sanitarios.

Individuos: pequeños pasos, gran impacto

• Reduzca la exposición al plástico en alimentos y bebidas. Evite calentar alimentos en plástico en el microondas, minimice el consumo de agua embotellada y elija alimentos frescos en lugar de alimentos procesados ​​y muy envasados.

• Revisa tus productos de cuidado personal y limpieza. Te sorprenderá saber cuántos contienen microplásticos; opta por alternativas naturales siempre que sea posible. Al leer las etiquetas, busca polietileno (PE), muy común en exfoliantes y pastas dentales; polipropileno (PP), presente en maquillaje, cremas hidratantes y desodorantes; polimetilmetacrilato (PMMA), presente en protectores solares y bases de maquillaje; nailon-12 y nailon-6, comunes en rímel y bases de maquillaje; y tereftalato de polietileno (PET), presente en purpurina y exfoliantes. La EPA de EE. UU. también ofrece una lista de productos de limpieza más seguros .

• Sea un consumidor informado. Exija cambios a las empresas y apoye a las empresas que buscan alternativas sin plástico; podemos votar con nuestro bolsillo.

Responsables políticos: decisiones audaces para la salud pública

• Considere la posibilidad de prohibir los microplásticos no esenciales. La Unión Europea ya está avanzando hacia la eliminación de los microplásticos añadidos intencionalmente; Estados Unidos debería seguir su ejemplo.

• Aplicar las leyes de responsabilidad del productor. Las empresas que se benefician de la contaminación plástica deben rendir cuentas por la limpieza y el reciclaje.

• Financiar la investigación sobre los impactos y las soluciones para la salud. Cuanto más sepamos, más sólida será nuestra defensa de la regulación y la innovación.

Un ejemplo cercano a mí, mencionado por el Dr. Trasande en la conferencia, fue la Ley de Salud Infantil de 2000. Fui el principal promotor del proyecto de ley en el Senado; la ley se aprobó y la investigación derivada de ella reveló que la exposición a ftalatos en todo el país estaba asociada con entre el 5 % y el 10 % de los nacimientos prematuros, solo en Estados Unidos. Esto representa aproximadamente 4000 millones de dólares en atención médica adicional y pérdida de productividad económica a largo plazo debido a la reducción del coeficiente intelectual. Este tipo de investigación es invaluable para nuestra salud y bienestar.

Residuos de riesgo biológico desechados en la bolsa de basura roja en un quirófano de un hospital.
GETTY

Industria de la salud: liderando con el ejemplo

• Reduzca los residuos plásticos hospitalarios. Explore herramientas médicas reutilizables, envases sostenibles y alternativas biodegradables.

• Promover iniciativas de hospitales verdes. Muchos hospitales ya son líderes en sostenibilidad. Necesitamos que más sigan su ejemplo.

• Educar a los profesionales sanitarios. Todo médico, enfermero o estudiante de medicina debe comprender los riesgos de los microplásticos y cómo reducirlos.

Un futuro más saludable

La lucha contra los microplásticos no es solo un problema ambiental, sino una emergencia de salud pública. Si no actuamos, no solo contaminaremos nuestro planeta, sino que también envenenaremos nuestros cuerpos, nuestros hijos y nuestro futuro.

Como médico, me formé para diagnosticar problemas y actuar con decisión. Este es un diagnóstico que no podemos ignorar. La cura está a nuestro alcance, pero solo si decidimos actuar.

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