Henar Álvarez y Raquel Córcoles (Moderna de Pueblo) aterrizan en Podimo con Dos Rubias Muy Legales, un programa que, como ellas mismas definen, es en realidad un tiempo de risas entre amigas para hablar de temas que les tocan de cerca. Pero entender el éxito de Raquel y Henar sería imposible sin comprender, por otro lado, todo lo que despiertan en quienes siguen sus historias, sus libros y sus colaboraciones desde hace años. Por eso llamamos a Irene Puebla, quien deja su trabajo a escondidas a las doce del mediodía para ayudarnos a trazar un mapa detallado de este fenómeno desde todos los puntos que lo componen. Ella no es periodista. No es analista de medios ni crítica. Sólo se levanta a las seis de la mañana para coger el metro y trabajar en una oficina. Allí, esperando al tren, se pone los cascos y escucha programas que parecen hablar de su vida, de las cosas que se ha encontrado durante veintiocho años y del lío que a veces, como tantas otras personas, tiene en la cabeza sin saber ponerle nombre. Y por un segundo, entre risas, hombros que van y hombros que vienen, se siente menos sola.
Esta es la historia de todas las mujeres que perdieron su voz por el camino hasta que alguien creó una brecha por la que escaparon aquellas cosas que otros silenciaron durante años.
Una de las nuestras
Raquel Córcoles: ¿Nos sentamos? Creo que aquí está bien.
El sofá es de cuero oscuro. Hay un reproductor de vinilos a la izquierda, pero tampoco serviría de mucho encenderlo con el ruido que cruza la habitación. De pronto suena un golpe seco. Todos miran hacia arriba y señalan a un gato. A veces, cuando a la gente le plantas algo cotidiano en una escena inesperada, se sienten como si estuvieran viviendo un error de Matrix. Sólo es un gato. Y esto es sólo una entrevista. Vamos allá.
Voy a llamar a Irene. ¿Os parece bien?
Henar Álvarez: Claro.
Suena el primer tono del móvil. Un segundo. Y con el tercero da la sensación de que no lo van a coger.
R.C: Parece el momento ‘comodín de la llamada’.
Descuelgan el teléfono.
Irene Puebla: ¿Sí?
Oye, al final no ha salido bien la historia.
I.P: ¿Qué ha pasado?
Que eran unas bordes. Sobre todo Raquel.
I.P: Que no te creo, que me estás contando una trama.
Todas se ríen y saludan como si fuesen amigas desde hace años.
R.C: ¡Hola, Irene! ¡Encantada! Muchas gracias por este momento de “hermana, yo sí te creo”.
I.P: ¡De groupie-fan total! ¡Estaba descompuesta!
Hay que aclarar que sois un referente para Irene. Ayer le comenté la posibilidad de hacer esta entrevista y no se lo creía.
I.P: Total. Me volví loca cuando me lo dijo.
Y hoy, cuando os grabábamos en vídeo, también os han repetido esa palabra: ‘referente’. ¿Os persigue?
H.A: Un poco sí. Pero creo que la palabra ‘referente’ puede tener dos vertientes. Una me gusta; la otra no tanto. Por un lado, habría que irse muy atrás para encontrar esos referentes dentro del ámbito de la comedia, algo que actualmente ha cambiado y que nos convierte, de alguna forma, en una referencia para otras chavalas. Pero, por otro lado, si se entiende el ‘referente’ como un modelo de conducta, la cosa me preocupa. Porque yo no quiero ser un modelo de conducta para nadie. Creo que todos tenemos muchísimas dimensiones, y que hay cosas que pueden estar bien o mal según el contexto. Pero no quiero que lo que yo hago se convierta en un modelo de vida.
R.C: La verdad que nos dicen mucho eso y que somos “necesarias”. Henar y yo lo comentábamos: ¡Pues es que yo no quiero ser necesaria!
H.A: Y que acaba siendo como un peso con el que tienes que cargar y que, sinceramente, no lo quiero. Yo lo único que quiero es hacer chistes.
«No queremos ser ‘necesarias’ porque acaba siendo como un peso con el que tienes que cargar. Lo único que quiero hacer es chistes»
Henar Álvarez
Irene me comentó que habíais presentado ideas para podcasts, etcétera, pero os respondieron que eso no funcionaba. ¿Qué está pasando ahora?
H.A: Yo creo que el público ha hablado. Antes, la comedia no estaba hecha para las mujeres. Siempre se habló de ‘lo neutro’, que es una mentira porque realmente era para público masculino. Yo he vivido la imposibilidad de hacer chistes sobre la regla en televisión. Directamente no te dejaban. Y ahora ha surgido un público que dice “hostia, esto también es para nosotras”. Ahora, también te digo: esto ha pasado en el mundo podcast porque es muy barato, pero tampoco es que nos hayan llamado de ningún canal de televisión ‘gordo’ para hacer algo. Así que queda mucho.
R.C: Es que a mí me pasaba que, joder, tengo los cómics más vendidos de España y no conseguía que alguien me comprase los derechos para hacerme una serie. Y he tenido mucho tiempo la frustración de decir: oye, es que no es lógico que me cueste tanto.
I.P: Habría que analizar si todo lo que se está produciendo con vistas al consumo más ‘de mujeres’ es por moda, porque en los despachos se dice “hostia, que esto está vendiendo”, o si es realmente por un compromiso social.
R.C: Ya te digo yo que es cero por compromiso social.
H.A: Es que todo suena como a una cosa de activismo, cuando nosotras lo que realmente hacemos es humor y entretenimiento. ¿Que piensan que somos una moda y quieren comprarnos por moda? Me la suda; lo que quiero es que me lo compren.
Y es evidente que el producto funciona y que hay un público que quiere consumirlo. Esto es un negocio. La conciencia social queda fuera.
R.C: Es verdad lo que decían en Estirando el chicle: primero tienes que demostrar ser la número uno y luego ya se fijan en ti.
H.A: Y nadie debería ver esto como una moda sino más bien como una brecha que se ha abierto: las mujeres van a seguir sintiéndose identificadas con las experiencias que contamos. Es lógico. Y resulta muy fuerte que se nos vea siempre como una minoría. La cosa es que hasta ahora no se le había dado voz a las mujeres; los medios de internet han permitido que la tengamos, el público ha hablado y todo ello ha generado una brecha que no se va a cerrar. Nosotras hemos pasado por ella. Y desde este momento, por los siglos de los siglos, seguirán pasando otras.
Entonces, ¿por qué algunos medios o formatos mantienen la puerta cerrada?
H.A: Todavía hay gente que considera que la experiencia femenina es algo subversivo, por lo que encierra un riesgo mayor. Así que poner dinero para un podcast no les importa porque es poco lo que pueden perder, pero producir una película ya es otra historia.
«Tengo los cómics más vendidos de España y no conseguía que alguien me comprase los derechos para hacerme una serie»
Raquel Córcoles
Muchos incluso os ponen la etiqueta de ‘podcast para mujeres’ o ‘podcast feministas’. Anoche hablaba de esto último con Irene, sobre el error de esa etiqueta.
R.C: Claro, si sólo ponen esa etiqueta a tu trabajo continuamente, invisibilizan todo lo que haces. El problema con ese hueco es que, como no había ‘referentas’, y no paraba todo tu entorno de hacerte creer que las tías no éramos graciosas, se acabó generando una especie de irrealidad. Nos convencieron de que no valíamos para eso.
H.A: Y las redes sociales han sido importantísimas para cambiarlo porque hubo un momento en el que no se le daba la oportunidad a nadie más, y mucho menos a una mujer. Las redes han ayudado a poner un micro a voces diferentes que el mainstream había decidido dejar a un lado.
R.C: Además, noto que todas estamos muy agradecidas. Porque existe ella (refiriéndose a Irene), y tú estás ahí gracias a ella. Henar siempre me ha dicho “esta viñeta que hiciste me marcó”, y yo le respondo “pues a mí el verte a ti, tan desinhibida, también me inspiró”.
I.P: Justo eso te iba a decir, que se nota mucha hermandad.
R.C: ¡Es que yo soy igual que tú, Irene! Entonces entiendo lo de “Ay, me faltan tres podcast por escuchar”.
Que haya tanta audiencia demuestra que era una necesidad que ya estaba ahí pero no se estaba cubriendo. Vosotras habéis dado respuesta a algo que ya existía.
R.C: Claro. Hay una parte del humor que depende mucho de conectar con lo que se cuenta. Y estábamos tan acostumbradas a reírnos de vuestros chistes que… era como follar sin correrte. Que piensas: oye, está bien. Pero un día, al cabo de diez años, te corres y dices “aaaamiga”. (Se ríe). Pues nos ha pasado un poco igual. Llevábamos mogollón de tiempo viendo series, chistes y monólogos y diciendo “bueno, está guay”. Y de repente aparecen ellas, y nosotras, y nos reímos desde la perspectiva perfecta. Y es cuando dices “¡Ahora sí! ¡Este es mi terreno!”.
I.P: De hecho, a mí con tus cómics me ocurría que, según iba pasando las páginas, le mandaba fotos a mis amigas diciendo “¡Es que eres tú! ¡Es que nos ha pasado!”.
R.C: Porque teníamos la necesidad de vernos reconocidas para entendernos a nosotras mismas.
Por cierto, Irene, me gustaría saber qué supone para ti escuchar a Henar y Raquel.
I.P: Para mí es un desahogo. Porque cuando hablo de estas cosas con mis amigas, al final es mi entorno cercano. Pero ver que todo ello llega a una atmósfera superior, que nos está pasando a todas, te hace como crear más ese sentimiento de comunidad, de comprensión, de decir “vale, no soy yo ni mis amigas que estamos en la mierda, sino que le está pasando a un montón de mujeres”. Ayer hablábamos de un post sobre la violencia obstétrica: a lo mejor no le pasa a todo el mundo, pero hay muchas a las que sí, joder. Y no teníamos voz. Así que no pasa nada por decirlo. Y si levanta ampollas, pues que las levante, porque eso es lo que hace falta.
R.C: Mira, mi madre hablaba de violencia obstétrica con su hermana en la cocina de casa sin saber que se llamaba así, siempre en privado. Por eso este es nuestro momento para hablar de las cosas que antes no salían en los periódicos, la tele o la radio. Ahora nos damos cuenta de que son discursos relevantes y políticos, porque acaban incidiendo en estructuras que se deben cambiar. Toca darle valor. A mí me parece todo súper positivo porque, de verdad, si fuera un hombre, me costaría más encontrar temas interesantes de los que hablar. ¡Porque lo suyo lo han hablado ya tantas veces que hasta es aburrido!
I.P: ¡Es que ya lo han dicho todo!
R.C: Y a Henar le pasa que hace chistes como muy bastos y le dicen “es que haces humor de hombre, pero todo hablando del coño”.
H.A: Bueno, eso me lo dicen tres unidades de personas y suelen ser tíos que vienen a molestar. ¡Yo soy bruta porque me da la gana, porque tiene que haber de todo! Las mujeres no somos una cosa uniforme que se comporta de una única manera. Soy así y no pienso renunciar a los temas que me gustan porque alguien considere que es molesto. Toda la vida nos han dicho que calladitas estábamos más guapas. A ver si ahora el gritar va a ser patrimonio de los hombres. Me niego. Por eso me siento orgullosa cuando viene algún señor a decirme una cosa de estas; ahí me doy cuenta de que estoy haciendo las cosas increíblemente bien.
«¿Que piensan que somos una moda y quieren comprarnos por moda? Me la suda; lo que quiero es que me lo compren. Esto es un negocio. La conciencia social queda fuera»
Henar Álvarez
Irene, Raquel se tiene que ir y me gustaría que fueses tú quien cerrase la entrevista. ¿Qué te gustaría decirles para poner el punto final a la conversación? Tienes un minuto para decir lo que te apetezca.
R.C: No me tienes que decir nada. Bastante tenemos de carga mental como para que encima tengas que pensar un discurso de un minuto, tía. No te preocupes.
I.P: Pues quiero daros las gracias, y no sólo las gracias sino muchísimo ánimo, porque me parece muy cansado. Si yo me canso debatiendo con los cuatro tontos que tengo alrededor, para vosotras, con la repercusión que tenéis, debe suponer una carga mental muy fuerte. Y es que es maravilloso lo que hacéis. Así que ánimo para seguir. Que cuando yo me quedo sin argumentos, digo “toma, escucha un poco, bonito”. Y ya está, que me paso del minuto.
Epílogo de Henar a un teléfono apagado
Queridas Irenes.
Ahora mismo no os puedo hacer un speech porque me queda un hilo de vida. Pero sí os digo que no sufráis por nosotras, que no es cansado sino un privilegio. Y os doy las gracias, a ti y a todas las que nos escuchan, porque nos permitís vivir de lo que más nos gusta en este mundo: hacer reír. Tenemos la suerte de ganarnos la vida con el mejor público que podríamos tener: vosotras.
Es un orgullo hacer comedia en un momento como este en el que tías tan maravillosas nos dais vuestra confianza y nos alentáis. Así que no sufras por nosotras, Irene. Ni tú ni nadie. Al revés: realmente somos unas privilegiadas por teneros.