Aprovechando la llegada inminente del cambio de época y la confusión que aun existía con respecto a la propiedad de los bienes urbanos, el joven de 23 años, presentándose como uno de los responsables de la construcción del puente, se aprovechó de miles de personas, demostrándoles los beneficios de ‘comprarlo’ al poder colocar un peaje y obligar a los neoyorkinos a pagar cada vez que quisieran cruzarlo. Aseguraba a sus ‘víctimas’ que en él estaba la responsabilidad de administrar la construcción.
Parker llevaba su estafa hasta el límite, mostrando a sus posibles compradores el titulo de propiedad del puente debidamente sellado y firmado; y un contrato de compra – venta con todos los requerimientos legales para parecer auténtico.
Aunque al principio tuvo más fracasos que éxitos y llegaron a detenerle por estafa un par de veces, siguió aprovechándose de todos aquellos a los que les cegaba la codicia. Algunos llegaron a iniciar las obras para la instalación del peaje. Tal fue su éxito, que, durante esos 45 años, amplió su estafa a la venta del Madison Square Garden o la Estatua de la Libertad, entre otros. Además tuvo varios imitadores que siguieron sus pasos.