La incertidumbre producida por el covid-19 entró de golpe en nuestro estilo de vida: la construcción se detuvo y actos tan cotidianos como visitar propiedades resultaban impensables cuando ni siquiera se permitía abandonar la vivienda propia. Así, el coronavirus se convirtió en catalizador de cambios estructurales en el sector inmobiliario.
El aumento exponencial del eCommerce en los últimos meses ha provocado un aumento de la inversión en logística. Por su parte, el segmento residencial ha incorporado las nuevas preferencias de los consumidores, con una valoración al alza de viviendas con mucha luz, exteriores, más amplias e incluso con terraza o jardín.
Respecto al segmento de oficinas, creo en un futuro donde haya mucha más flexibilidad, pero en el que no desaparezcan los lugares para reunirse físicamente y desarrollar el team building. Por ejemplo, es interesante la tendencia que se empieza a ver en Japón: oficinas formales en el centro e informales en zonas periféricas. Sin embargo, el auge del teletrabajo sí ha provocado que los inversores vean a las oficinas como un activo de mayor riesgo. Ávidos de encontrar productos rentables, su foco vuelve al residencial, que cobra de nuevo especial protagonismo.
En un mundo global podemos encontrar patrones de comportamiento sólidos al otro lado del planeta. En China, por ejemplo, comprobamos que un factor determinante para la recuperación está siendo la rápida adaptación de los consumidores a la compra de viviendas online. El 75 % de las principales empresas inmobiliarias del gigante asiático ya han digitalizado sus procesos y llevan a cabo las transacciones de esta manera.
Si se compara con España, basta con recordar que el último gran cambio digital en la venta de vivienda había sido la irrupción de los portales inmobiliarios a principios de siglo XXI. Hasta hace menos de un lustro, cuando comenzaron a proliferar las inmobiliarias online o los iBuyers, la innovación en el sector era residual. Por eso, cuando en mayo de 2020 la compraventa de viviendas tocó fondo (las transacciones se redujeron más de la mitad con respecto al año anterior), la señal de alarma se encendió y fue la excusa perfecta para que el sector inmobiliario comenzase una digitalización casi forzosa.
Mientras, las Proptech (compañías que aplican la tecnología en el sector inmobiliario) partían con ventaja para cubrir las necesidades surgidas durante este 2020. Solo así se explica que muchas de ellas hayan cerrado un año tan exigente con balance positivo, como ha sido nuestro caso en Tiko, donde hemos duplicado el volumen de negocio anual para satisfacer la demanda de nuestros servicios de compraventa online de pisos.
Tocado pero no hundido, el sector inmobiliario ha conseguido salir a flote una vez más e, incluso, convertirse en uno de los motores de recuperación de muchas economías, como la española. Este resultado ha sido una consecuencia directa del cambio al que se ha visto obligado el sector: la digitalización.
Ana Villanueva, CEO Iberia y cofundadora de Tiko