Te acuerdas todavía de Kodak, ¿verdad? El epítome de compañía surgida en la Costa Este de Estados Unidos a finales del siglo XIX que no supo hacer la transición hacia las tecnologías digitales, pese a tener en sus manos el invento de la primera cámara ya en 1975. Su auge, dominio absoluto del mercado y caída en desgracia sirve todavía para autopsiar cadáveres en esas idas y venidas tan características del sector tecnológico. “Efecto Kodak”, lo llaman.
Hace unos días pude conversar acerca de ello con uno de los más brillantes supervivientes de la ola de desapariciones empresariales que vivió la Costa Este durante los años 90, un fenómeno que consolidó a Silicon Valley como gran referente de las tecnologías de vanguardia: Ray Stata, cofundador de Analog Devices y directivo ligado para siempre a la historia del MIT, con el emblemático edificio de Frank Gehry como memorial imborrable. “Hay que ayudar a los políticos a comprender los desafíos de la tecnología”, me dijo Stata. Qué de perlas en algo más de media hora de charla.
De repente (no tan de repente, claro), otra vez Kodak. Aparece junto a Ateios Systems, ganadora del Battery Award 2025 a “Fabricante del Año” en el evento The Battery Show que se acaba de celebrar en Detroit. Bendice su alianza nada menos que el Premio Nobel de Química Stanley Whittingham. Kodak y Ateios han demostrado un proceso de recubrimiento de electrodos que permite producir baterías sin disolventes de la forma más rápida jamás lograda: 80 metros por minuto, casi tres veces superior al estándar.
La lección podría ser que nunca hay que dar por perdido a un innovador. La solución de Ateios y Kodak puede reducir hasta en un 96% el consumo de energía, elimina los productos químicos a base de PFAS (conocidos como químicos eternos), permite introducir cátodos gruesos y, bueno, a los norteamericanos les gusta también que utiliza materias primas de proveedores nacionales. Además, se aplica con un modelo fabless, similar al que utilizan en el ámbito de los chips NVIDIA y TSMC, lo que posibilita un crecimiento sostenido y escalable.
Otro de los dinosaurios que despiertan es General Motors. No se trata únicamente de la faltada de convertir a su Cadillac en la marca de vehículos de lujo eléctricos más vendida en EEUU en el tercer trimestre de 2025. Es que además se ha llevado otro de los Battery Awards, el de “Innovación del Año”, de la mano de LG Energy Solution, por su trabajo en celdas de baterías ricas en litio y manganeso (LMR).
General Motors investiga en Warren (Michigan), donde se ayuda de la inteligencia artificial (IA) para modelar posibles cambios en la composición química de las baterías y adelantar los descubrimientos de meses a días. Al acelerar la validación de materiales, adelanta en la creación de su futura red de proveedores. General Motors lleva más de una década trabajando en LMR y su objetivo es ser el primer fabricante de automóviles en implementarlo en 2028.
Al otro lado del país, en el Mobile World Congress (MWC 2025) de Las Vegas, otro gigante que se desprende de las ataduras del legacy y se toma en serio eso de comportarse como una startup de 114 años. IBM se ha dotado de lo que llama la estrategia Client Zero, lo que significa que se compromete a ser la primera en adoptar sus propias tecnologías.
Según asegura, ha conseguido integrar ya soluciones de IA, automatización y sostenibilidad en más de 70 flujos de trabajo internos, desde recursos humanos y financiero hasta TI y gestión de inmuebles. IBM dice haber logrado, gracias a ello, un ahorro anual de más de 4.500 millones de dólares. Se muestra especialmente orgullosa del uso de los agentes de IA, que se ha plasmado en una reducción las llamadas de soporte en un 70% y en una automatización del 94% de las consultas de recursos humanos.
En el MWC de Las Vegas, mucho más volcado en el cliente empresarial que el de Barcelona, se han puesto sobre la mesa varios datos muy relevantes que ponen de manifiesto que Europa y España en particular tenemos que reaccionar ya. Se ha hablado de que las tecnologías y los servicios móviles aportaron 1,6 billones de dólares a la economía norteamericana en 2024 (5% del PIB); una cifra que se prevé más que duplicar, hasta los 3,7 billones de dólares en 2030 (la clave es esto: 10,2% del PIB).
Estados Unidos es el mercado de acceso inalámbrico fijo (FWA) 5G más grande del mundo, con 11,6 millones de conexiones a fines de 2024, que superarán los 25 millones en 2030. Esta tecnología proporciona banda ancha de alta velocidad a una ubicación fija, como una casa o negocio, pero utilizando señales de radio de redes móviles, como 4G y 5G, en lugar de cables físicos.
Otro dato relevante: se espera que, en los próximos seis años, el 28% del crecimiento generado por las tecnologías móviles provenga del sector de servicios, lo que sólo puede significar una cosa: las big tech han entrado en la sala y vienen con mucha hambre. En Las Vegas, “las conversaciones no se han centrado en proyectos piloto ni en pruebas de concepto, sino en la escala y los resultados”, ha dicho Alex Sinclair, director de tecnología de la GSMA, organizadora del MWC, que preside Gopal Vittal tras la salida del español José María Álvarez-Pallete. “La IA y la conectividad avanzada ya no son temas separados, se están convirtiendo en una sola cosa”. La brecha con Europa en esto es enorme.
La última investigación de GSMA Intelligence insiste, como el año pasado, en la necesidad de que los operadores de telecomunicaciones transformen sus enfoques para capitalizar un mercado de tecnología empresarial que alcanzará los 500.000 millones de dólares en 2025 y casi un billón en 2030… sólo en EEUU. “El éxito no depende únicamente del cambio técnico, sino también de cambios operativos y culturales. Y las empresas de telecomunicaciones necesitan hablar ese idioma para triunfar a lo grande”, ha escrito Tim Hatt, de GSMA Intelligence.
Si no son capaces de reinventarse a tiempo, ¿serán algunos de esos operadores de telecomunicaciones los dinosaurios en un futuro muy cercano? El riesgo es evidente. En España la regulación les echa una mano auspiciando las redes de 5G con tecnología propietaria, pero eso no puede ser sostenible a largo plazo. A veces, intentando evitar un mal, se provoca otro mayor. Es lo que le pasó a Kodak, cuando decidió guardar su cámara digital para no perjudicar a sus películas físicas. Siempre se podrá resurgir, claro.
