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Opinión Kerman Romeo

El status del lunes: ‘El trono que lo sabe todo’

El status del lunes: 'El trono que lo sabe todo'
Pixabay

Considerado por muchos el lugar más democrático del mundo, por otros el sillón de lectura más cómodo. El asiento que más veces nos convierte en monarcas, el trono de los secretos. Un agujero negro que lo traga todo, pero disfrazado de blanco. La única silla que no se toma vacaciones y que nunca hace huelga, salvo que tenga demasiado papeleo. La tienda que sólo vende sobras, pero que abre 24 horas. Las república independiente que paga los excesos y también las faltas. Uno de los lugares en los que más tiempo pasamos. La butaca que menos te gusta prestar a los invitados. El inodoro, tan nuestro, tan universal y que todos celebramos este jueves, Día Mundial del Retrete. Artilugio presente en todo el mundo, su variada morfología da cuenta de los estereotipos de cada país.

Una de las cosas que más llama la atención cuando se visita Francia es que nuestra concepción del baño se parte en dos. Se guillotina el inodoro de su zona habitual y se traslada a otra habitación colindante, una especie de trastero diminuto que recuerda a la sala de aislamiento de una cárcel. Los franceses siempre fueron de dividir poderes, no cabe duda, y también son considerados muy jerárquicos, muy suyos, con lo que uno de los actos más nobles que practicamos debía tener despacho propio. Sin embargo, esta decisión sigue produciendo aún mucha confusión al turista que deja deprisa su maleta al entrar en la habitación y va corriendo al baño. Entender lo que pasa suele llevar tiempo y, según las circunstancias, puede implicar frustración. Además, se suma la humillación de no poder disimular, si tienes algún acompañante. No hay grifo que tape la certeza de estar en un espacio programado para una sola función.

El excusado americano no tiene habitación individual, pero sí una personalidad muy marcada, decidida. Los americanos están orientados a llegar al objetivo de forma rápida. Quizá por eso acerquen más el agua a las posaderas, algo que suele incomodar bastante al visitante que llega a los Estados Unidos. Es un inodoro para aquellos que se atreven, que no tienen miedo a fallar, a quienes unas gotas de más no les arruinan el día, un lugar para los ‘doers’. Además, como los enormes coches que cabalgan por sus tierras, también suele tener un tamaño algo más grande, casi excesivo. Sin duda, desean que se les vea, aunque a la mayoría nos parezca que suelen provocar daños colaterales.

Puede ser que una de las mayores coincidencias con el cliché en este fascinante y escatológico tema esté en Alemania, donde los inodoros tienen una antesala antes de la caída, un llano antes de la gran depresión. El estereotipo alemán habla de personas cuadriculadas y muy analíticas, algo que el retrete teutón verifica. Ese ‘hall’ que debería estar prohibido para los coprófagos es un lugar de contemplación para conocerse mejor a uno mismo. Es una taza algo freudiana que permite a quien la emplea recrearse en la calidad de su trabajo o, por el contrario, encontrar las claves para mejorarlo en la siguiente ocasión. El feedback no se oculta, es 100% transparente (nos entendemos).

Para transparente, el resultado que se logra en los inodoros japoneses. Todo aquel que ha visitado Japón habla siempre a su vuelta de la limpieza de sus calles. Cuando conoces su water entiendes que la pulcritud no es sólo para sus avenidas, sino también para sus callejones. Cultura aficionada a los videojuegos, sus tazas están repletas de botones, la mayoría de ellos con el objetivo de que parezca que ahí no ha pasado nada o de que, como diría Activia, lo que sientes por dentro, un pulido nipón, sea lo que se note por fuera.

Hay casi tantos tipos de retretes como países, con lo que este texto podría no terminar nunca. Es difícil adquirir distancia para analizarlo, pero uno se pregunta qué comunicarán sobre nosotros los inodoros españoles, si plasmarán también alguno de los estereotipos tradicionales. Llama la atención que haya tanta unidad regional en morfología, la verdad, pero la realidad es que pertenecen casi todos a la misma marca, Roca, que dispone casi de un monopolio. Quizá sea por la dificultad de verlo desde la cercanía, pero por más que se analice, cuesta encontrar muchas características que hagan diferentes nuestros inodoros. Qué pena, pero puede que no sean unos retretes tan especiales. 

Feliz lunes y que tengáis una gran semana.

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