Opinión Cristina Romero

Al final de la escalera

Que te quieran como los modelos de Armani siempre querrán a Giorgio.

Giorgio Armani posa al termine della sfilata Armani Privé primavera estate 2025. Cortesía de Giorgio Armani.

Son muchas las veces que he vuelto al desfile de Giorgio Armani (ya) sin Giorgio Armani desde el domingo. No por esta deformación profesional que mantengo con la moda, no. Porque lo que el pasado 28 de septiembre la marca italiana mostró al mundo no fue sólo un desfile de moda, sino el testamento de estilo que Giorgio Armani ha dejado al mundo. Sin temor a la exageración, 50 años de historia se deslizaron por la pasarela como parte de las celebraciones previstas por el 50º aniversario de la marca italiana, que no son pocas. Entre ellas, el lanzamiento de Armani/Archivio, el universo donde encontrar todas las obras y milagros de la insignia, y una exposición en la Pinacoteca de Brera, donde más de 130 piezas históricas se exponen.

Pero volviendo al desfile una vez más, fue el primero sin Giorgio Armani pero el último que él firmó. No tenía planeado que todo ocurriera como ha sucedido: dejar preparada su gran obra maestra pero no asistir al estreno. O sí. Porque desde que fundó su marca de nombre homónimo, en 1975, ‘il signor Armani’, como le llamaban sus empleados, lo controló todo. No hubo detalle que quedara a su libre albedrío. Pronunció en una ocasión que sólo quedaría satisfecho con su trabajo cuando muriera. Con una colección inspirada en los archivos, una emocionante puesta en escena –con Ludovico Einaudi al piano, el Palacio de Brera con sus luces a media asta y un escenario íntimo de silencio sepulcral–, podemos decir que fue un hombre de palabra. Donde quiera que esté, estará satisfecho.

Lo que ocurrió en ese palacio, la segunda casa para el diseñador, fue un punto de inflexión para la firma italiana y para todos los que buscamos en la moda un refugio inspiracional y aspiracional al que acudir cuando sentimos que parte del sector se desmorona. Pero también fue un momento único de nostalgia, de esa tristeza pública que deja la pérdida de uno de los más grandes diseñadores que siempre tendremos.

Esto también lo saben los modelos que han desfilado para Armani cada temporada. Que desfilaron el pasado domingo. Y que desde el 4 de septiembre se quedaron sin uno de los momentos más icónicos que estos desfiles les regalaba: la foto de familia en una escalinata. Giorgio Armani y todos sus modelos posando para una cámara que sólo tenía como mandamiento retratar al genio con sus genialidades. Un primer plano de él, seguido de una escalera atestada de todos los modelos que acababan de participar en el desfile, vistiendo las novedades.

Un primer plano que me recuerda a uno del séptimo arte. Por cierto, industria por la que Giorgio sintió admiración y pasión. Y, aunque a John Russell (George C. Scott), protagonista de Al final de la escalera (1980), le esperaba un espíritu atormentado, precisamente, al final de la escalera, a Giorgio Armani, la gloria, este símil ha venido a mi cabeza. 50 años de honores. Esas instantáneas ya no volverán, pero sus modelos no han querido romper la tradición. Tras el desfile de la marca para su temporada primavera/verano 2026, volvieron a recrear la fotografía. Esta vez sin él. Pero respetando el hueco que ocupaba en ella il signor Armani.

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