Es un hotel imbatible. A mi edad me cuesta escribir de nada o nadie “el mejor del mundo”, primero porque es un cliché y luego porque el mundo es muy grande, incluso para los que han viajado mucho, que no es mi caso. Pero este Four Seasons de Bangkok, por su volumen, por su arquitectura prudente, elegante, nada vanidosa; también, por su servicio, por su amplitud, por su ubicación privilegiada delante del río, y por todas sus prestaciones es el Hotel, más impresionante y que de un modo más absoluto cautiva a cualquier cliente. No importa el gusto o la procedencia. No importa lo que vayas a hacer a Bangkok. Si puedes estar en Four Seasons de Bangkok hay que estar en Four Seasons de Bangkok y serán unos días de tu vida que jamás va olvidar.
El primer lujo es el volumen. Es importante que los volúmenes sean grandes, muy grandes, y que la proporción de tu cuerpo frente al volumen sea insignificante. Que por mucho que te muevas o por mucho que te pongas en puntas de pie para querer abarcarlo todo sea imposible. Este volumen enorme del For Seasons te hace sentir en algo más grande que tú, en algo que no puedes controlar, en algo que te controla a ti y que te hace sentir bien porque tiene una arquitectura honesta, tranquila, que no busca apabullarte si no tomarte brazos para que por lo menos mientras estés en ellos no sufras.
Luego está la cantidad de servicio. Es muy importante entender que en el Four Seasons de Bangkok se reproducen las cantidades, las proporciones de trabajador/cliente que se vieron sólo antes en el Bulli. Hay una cantidad de trabajadores -desde señoras de limpieza, y señores, por cierto, hasta jardineros, pasando por camareros y personas que están en los pasillos simplemente para saludarte y dar solución a cualquiera de tus necesidades, que es imposible que nadie se sienta desatendido en este Hotel. Esto es muy importante porque es una demostración de respeto a tu dinero. Es una demostración de respeto a tu condición de cliente que en Europa se ha olvidado incluso los términos más elementales. En Europa no hay ningún respeto por el cliente ni por el dinero del cliente. Los precios a los que te dan un servicio deplorable, en unos volúmenes irrisorios y con una arquitectura que es como de broma al lado de este Four Seasons de Bangkok, hacen pensar en qué no es que Europa decadente sino que los decadentes somos nosotros por aceptar este trato tan innecesariamente vejatorio.
La amplitud y claridad de las habitaciones, dotadas de los detalles más agradables y placenteros; las piscinas del hotel, delante del río, el spa formidable, y la coctelería mexicana, que es un hito en la ciudad, además de, por supuesto, uno de los mejores restaurantes chinos del mundo, que es la joya gastronomía de la casa, hacen que merezca la pena viajar a Bangkok sólo por ir a Four Seasons Bangkok. Merece la pena un viaje de 12 horas desde España hasta Tailandia y pasar unos días en este hotel maravilloso, que tiene unos precios que parecen una parodia de los precios a los que se venden las habitaciones de los hoteles en Europa y en los Estados Unidos, y no pueden ni soñar en la calidad de este Four Seasons.
