Opinión Javier Ortega Figueiral

La aviación esquiva los aranceles, aunque el cielo no está despejado

Cadena de montaje de aviones Boeing de largo radio en Everett, cerca de Seattle. Esta industria se ha salvado de aranceles, por el momento. (Foto: JOF)

Mientras los aranceles han amenazado con encarecer desde el vino francés hasta los coches alemanes, la industria aeronáutica ha logrado realizar un aterrizaje de emergencia en este asunto que ha revolucionado la economía planetaria a base de ocurrencias de Donald John Trump, 47º presidente de EE UU y actual inquilino de la Casa Blanca.

El acuerdo comercial entre la Unión Europea y Estados Unidos de finales julio impone un 15% de impuestos a las exportaciones europeas, aunque deja a los aviones y sus componentes volar libres de barreras, preservando un mercado que se mantiene sin aranceles desde 1979. El malmenorismo acatado por Ursula Von der Leyen en representación de Europa es una victoria para Airbus y Boeing, aunque una investigación estadounidense en vigor, escudándose en la «seguridad nacional» podría traer turbulencias en breve.

¿Es esta exención un triunfo duradero o solo un respiro temporal? La aviación es un pilar de la cooperación transatlántica. Airbus, con sede en Toulouse, depende de proveedores estadounidenses, mientras que, a la inversa, Boeing colabora con firmas europeas para motores y aviónica. En 2024, las exportaciones aeronáuticas de EE UU a la UE superaron los diez mil millones de euros, y Airbus es responsable ni más ni menos que de unos 275.000 empleos en Estados Unidos, cuidado con esto último. Quizá haya podido ser un argumento que ha salvado por la campana al sector incluso cuando todo es tan impredecible.

Tolouse, Francia. Cadena de Airbus de la familia A320. Europa ha cedido terreno, aunque las exportaciones de Airbus a EE UU, seguirán igual (Foto: JOF)

Un arancel habría elevado los costos de producción, encareciendo billetes de avión y afectando de lleno a las aerolíneas, sobre todo las que operan en el concurrido Atlántico Norte. Tras tensas negociaciones, con propuestas de impuestos de hasta 20%, el sector respiró aliviado. Sin embargo, el horizonte no está despejado. Una investigación bajo la Sección 232, que evalúa si las importaciones aeronáuticas podrían ser dañinas para la seguridad de EE UU, podría reintroducir aranceles. No hay que descartar tampoco que la huelga de los trabajadores de Boeing, en este caso de las factorías que construyen algunos cazabombarderos, acabe contagiando también al mundo comercial y en lugar de arreglar problemas laborales internos, el gran fabricante estadounidense y su gobierno saquen el tema arancelario para que las aspiraciones laborales se replanteen o acabarán afectando a todo el mundo.

El Airbus A350 de largo radio que la europea Airbus usa desde su factoría de Toulouse (Francia) para realizar todo tipo de pruebas y mejoras en vuelo (Foto: JOF)

…y vuelta a empezar. La UE ya amenaza con represalias contra Boeing, arriesgándose a una guerra comercial que nadie quiere. En un sector globalizado, los aranceles son un tiro en el pie: Boeing usa componentes europeos, y Airbus fabrica en Alabama. Proteger esta industria requiere cooperación, no barreras. La UE y EE UU deberían blindar este mercado con un acuerdo multilateral. Funciona, como se ha visto estas últimas décadas. Sin él, fabricantes, aerolíneas y pasajeros enfrentaremos un vuelo incierto. La aviación esquiva los aranceles por ahora, aunque… ¿cuánto tiempo podrá mantenerse en el aire?

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