Gabriel Martínez es el nuevo director de comunicación del primer equipo del Barça. Alejandro Echevarría ha blindado a los futbolistas de todo lo demás. Y todo lo demás significa, muchas veces, el propio club.
Alejandro cuida de cada jugador en sus necesidades privadas, familiares y también como deportista. Con Gabriel Martínez, llegado hace un mes, cuida también de la proyección pública de su imagen.
Puede decirse que el Barça responde hoy a dos realidades. La primera, la más general el club, con sus secciones, sus finanzas, la construcción del nuevo estadio y los negocios que se crean alrededor y a través del club. Es la realidad institucional, comercial, global, en la que Laporta manda como quiere y hace y deshace según lo que a cada momento es su voluntad. Los directivos tienen sus funciones pero básicamente cumplen órdenes.
Luego está el primer equipo. Lo que estrictamente atañe al fútbol, a los futbolistas y al entrenador. Ahí manda Alejandro y sólo Alejandro. Para que se hagan una idea, Alejandro es único en el club cuyas órdenes no tienen que ser validadas por el presidente. La palabra de Alejandro basta, es definitiva. Laporta tuvo la intuición -y sólo él la tuvo, hay que reconocerlo- de fichar a Hansi Flick. A partir de ahí, Alejandro tomó el mando, sobre todo con Lamine Yamal.
Gabriel Martínez ha sido durante los años importantes de su vida la mano derecha de José Oliu en el Banco Sabadell. No ha sido sólo el director de comunicación sino muchas veces el creador del mensaje, y éste mensaje ha consistido sobre todo en su modo de transmitirlo. Con Gabriel el Sabadell hizo la transición de un banco de toda la vida a una multinacional moderna y competitiva. Laporta -aconsejado por Alejandro- intentó ficharlo enseguida que en 2021 recuperó la presidencia del Barça pero Oliu no dudó en retenerlo mejorando sensiblemente sus condiciones y el sueldo.
Una vez retirado del banco, Alejandro insistió y ha podido ficharlo.
Cuando a Gabriel le dicen que todo en el mundo comunicativo del Barça es muy sensible, sonríe y dice que la vida va en serio en las empresas cotizadas y que esto es “sólo” un juego. Ni necesita el dinero ni necesita cubrir sus vanidades, que tiene resultas por su brillante carrera profesional, de modo que su actitud puede ser, y lo es, más amable y relajada.
Con Gabriel los periodistas tenemos a un interlocutor que contesta siempre, que no miente, que entiende que nuestro trabajo es también explicar lo que hace mal el Barça y que aunque esto le comporte problemas no puede enfadarse con el mensajero. Haber trabajado en una empresa seria, con problemas reales, con pérdidas y ganancias que no son teóricas e intercambiables como las cuentas del Barça, hace que se tome con un punto de humor y distancia lo que alrededor de este club se ha vivido históricamente como un drama.
El primer equipo es una burbuja y vive aislado de las vicisitudes del club, que van por otro lado. El accidentado comienzo de la gira veraniega, con el retraso en la salida y las dificultades técnicas para ver el primera partido no han empañado la fe y la ilusión que proyecta el equipo, que vive su realidad, la gestión de la actualidad y su imagen de una manera completamente distinta a cualquier otra dinámica, gracias a la dedicación absoluta de Alejandro Echevarría y a una gestión mediática de primer nivel mundial, a la altura del talento de los jugadores.
