Imagine un aeropuerto en el corazón de África, donde los aviones despegan directamente hacia Tokio, Nueva York o São Paulo, mientras el país que los alberga tiene un PIB per cápita de apenas 1,382 dólares (25 veces menor que el de España). Ese lugar es Addis Abeba, y su estrella es Ethiopian Airlines, la aerolínea que ha convertido a Etiopía, uno de los países más pobres del mundo, en un titán de los cielos. Pero ¿cómo lo hace? Y, frente a Royal Air Maroc, la elegante número dos de África, ¿quién lidera el continente que el mundo aún subestima?
Un león en los cielos de África
Ethiopian Airlines no es solo la mayor aerolínea africana; es un fenómeno global. En 2024, transportó 17.1 millones de pasajeros, generó 7,020 millones de dólares en ingresos y conectó más de 130 destinos, desde Lagos hasta Pekín. Su hub en Addis Abeba mueve unos 18 millones de pasajeros al año, más que muchos aeropuertos europeos. Skytrax la ha coronado como «Mejor Aerolínea de África» año tras año, con una flota moderna de 144 aviones y un negocio de carga que movió 700,000 toneladas en 2024.
Royal Air Maroc (RAM), en cambio, es el halcón del Magreb. Desde Casablanca, conecta 90 destinos con 7.4 millones de pasajeros en 2024, un 4.5% más que el año anterior. Ganadora como «Mejor Aerolínea Regional de África» hasta 2023, RAM brilla por su puntualidad y servicio, pero su escala es más modesta. Mientras Ethiopian vuela sin subsidios masivos, con ganancias de 937 millones en 2022, RAM ha necesitado apoyo estatal. Si Ethiopian es un rey global; RAM sería un príncipe regional con alas precisas.

El milagro etíope: Alas en la pobreza
Etiopía, con 135 millones de habitantes y un PIB per cápita 40 veces menor que el de Alemania, no parece el lugar para una aerolínea de élite. ¿Cómo lo logra? Aquí están las claves del fénix etíope:
- Una visión imperial: En 1946, Haile Selassie, el último rey local, apostó por la aviación como símbolo de progreso. Hoy, el Aeropuerto de Bole mueve unos 18 millones de pasajeros al año, y un mega-aeropuerto en Bishoftu, con 5,000 millones de dólares, apunta a 100 millones para 2030.
- Estar en el corazón de África: Addis Abeba es un cruce natural entre continentes, late con conexiones que unen Nairobi con Dubái o Lagos con Londres en horas.
- Independencia feroz: Sin las ataduras burocráticas que hunden a aerolíneas como Kenya Airways, Ethiopian reinvierte sus 7,020 millones de ingresos de 2024 para crecer sin subsidios.
- Talento a bajo costo: Con salarios más bajos que en Marruecos, Ethiopian forma pilotos y técnicos en su propia academia, ahorrando costes mientras exporta talento.
- Un imperio más allá de los pasajeros: Desde transportar vacunas en la pandemia hasta operar el mayor taller de mantenimiento de África, Ethiopian diversifica ingresos. En Zaragoza y Madrid, sus aviones de carga son un puente comercial con medio mundo.

¿China o África? El motor del éxito
Los rumores apuntan a China, aunque Ethiopian es un proyecto africano. 100% estatal, sin accionistas extranjeros, reinvierte sus ganancias con una gestión impecable. China financió proyectos como la expansión del aeropuerto de Bole, aunque el músculo viene de dentro y se permite incluso inversiones en aerolíneas menores como ASKY en Togo que alimentan su hub.
África, el continente que merece más reflectores
Ethiopian Airlines y Royal Air Maroc reflejan un África en ascenso. Mientras la primera conecta el continente con el mundo, la segunda une el Magreb con Europa y salta a destinos americanos. Juntas, demuestran que África es más que un continente exótico: es un motor económico. Ethiopian lidera con ambición; RAM, con precisión. La compañía de Addis Abeba no solo vuela alto; enseña que la estrategia y la audacia pueden transformar un país pobre en líder global. Con 20 millones de pasajeros proyectados para 2025 y un aeropuerto que rivalizará con los grandes Hubs, Ethiopian demuestra que, en África, las alas pueden elevarse desde cualquier suelo.
