Opinión Santiago Mercader

Invertir en espacios habitables para nuestros mayores

En un mundo que avanza a pasos agigantados, uno de los desafíos más apremiantes a los que nos enfrentamos es la creciente población envejecida. La mejora en la calidad de vida, los avances en medicina y las condiciones socioeconómicas han permitido que las personas vivan más años que nunca. Sin embargo, esta longevidad trae consigo una serie de implicaciones sociales, económicas y urbanísticas que debemos abordar con visión y responsabilidad.

La tendencia global indica que, en las próximas décadas, la proporción de mayores en nuestra sociedad se incrementará significativamente. Según datos de la ONU, para 2050, casi un 16% de la población mundial tendrá más de 65 años. En nuestro país, esta realidad ya es palpable: cada vez son más quienes alcanzan edades avanzadas y desean mantener una vida activa, independiente y digna. Pero, ¿estamos preparados para ofrecerles un entorno adecuado? La respuesta es no en su totalidad.

Es fundamental entender que el envejecimiento no debe ser visto como un problema aislado, sino como una oportunidad para repensar nuestros espacios urbanos y residenciales. La convivencia intergeneracional y la habitabilidad adaptada a las necesidades específicas de os mayores serán clave para construir comunidades inclusivas y sostenibles. La creación de lugares pensados desde su diseño, accesibilidad y funcionalidad permitirá que puedan vivir con autonomía, seguridad y bienestar.

Y debemos tomar un papel activo en este cambio de paradigma. Inspirados por modelos innovadores internacionales, al menos en nuestro caso, decidimos importar a nuestro país un concepto pionero: Las Arcadias El Encinar. Este modelo surge del trabajo visionario en países donde se ha puesto en práctica con éxito, ofreciendo soluciones integrales para la vivienda y convivencia de los mayores.

Representa mucho más que cualquier residencia tradicional. Hablamos de una comunidad diseñada desde cero con criterios de accesibilidad universal, integración social y sostenibilidad. Incorporamos espacios comunes pensados para fomentar la interacción social, actividades culturales y deportivas adaptadas a diferentes niveles de movilidad, así como servicios integrados que facilitan al vida diaria sin complicaciones. Además, priorizamos el contacto con la naturaleza y el entorno urbano cercano, promoviendo un estilo de vida más saludable y activo.

El futuro pasa por ofrecer soluciones habitacionales que respondan a las necesidades reales del colectivo mayor. No basta con ofrecer viviendas; hay que crear entornos donde puedan sentirse parte activa de la comunidad, donde su experiencia sea valorada y donde puedan seguir disfrutando de una vida plena.

Este enfoque también tiene beneficios económicos y sociales: fomenta el empleo local en sectores relacionados con el cuidado y mantenimiento, reduce la carga sobre los sistemas sanitarios al promover estilos de vida saludables y previene el aislamiento social. Por eso, pensar en lugares de convivencia y habitabilidad para los mayores no es solo una cuestión ética y social; es una inversión en nuestro futuro colectivo.

El reto está planteado: debemos actuar ahora para garantizar que nuestros mayores puedan vivir sus años dorados con dignidad, autonomía y felicidad. Solo así construiremos una sociedad verdaderamente madura y preparada para afrontar los desafíos del siglo XXI.

Artículos relacionados