Cada año, el Día Mundial del Medio Ambiente nos invita a reflexionar sobre el estado del planeta. Pero más allá de los diagnósticos, que ya conocemos de sobra, este día también debería servir para imaginar soluciones posibles. Por eso, este 5 de junio, mi deseo es que avancemos hacia una nueva cultura de colaboración entre la filantropía, la ciudadanía y los territorios en favor de la protección ambiental.
IbizaPreservation es una fundación que lleva 17 años trabajando en la conservación del patrimonio natural de las Pitiusas y, si hay algo que hemos aprendido en este tiempo, es que la transformación solo es posible si se construye desde lo colectivo. Frente a desafíos globales como la pérdida de biodiversidad, el cambio climático o la contaminación, las respuestas más eficaces suelen ser locales, adaptadas y fruto de alianzas como las que surgen en diversos territorios entre ONG, el sector privado, las administraciones y la sociedad civil.
Ejemplos como el de The Nature Conservancy, que, con apoyo filantrópico, promovió un acuerdo innovador de «deuda por naturaleza» en Seychelles gracias al cual se reestructuró parte de la deuda externa del país a cambio de compromisos ambientales, incluyendo la creación de nuevas áreas marinas protegidas, demuestran cómo la filantropía puede facilitar acuerdos financieros sostenibles y con gran impacto ecológico, y cómo la unión entre donantes privados y voluntad social puede traducirse en resultados concretos. Esta iniciativa ha logrado que el 30% de sus aguas territoriales estén ahora protegidas. En el ámbito europeo, la red Conservation Collective de la que forma parte IbizaPreservation muestra cómo la filantropía descentralizada y arraigada al territorio puede ser altamente efectiva. Con presencia en más de 20 regiones del mundo y tomando como referencia la experiencia de IbizaPreservation, su enfoque se basa en financiar iniciativas locales lideradas por la comunidad, con un conocimiento profundo del contexto ecológico y social. Gracias a este modelo, se han protegido hábitats críticos, reducido residuos y fomentado la resiliencia alimentaria en múltiples territorios insulares y costeros. Estas experiencias confirman que cuando la filantropía apuesta por la colaboración y la continuidad, los resultados se multiplican.
Porque la filantropía cuando se entiende como catalizadora de impacto y no como simple donación juega un papel esencial. Permite asumir riesgos, innovar, conectar actores y actuar con agilidad allí donde lo público tarda más en llegar. Pero no basta con financiar, hace falta también una ciudadanía informada y activa, capaz de demandar políticas valientes y asumir responsabilidades compartidas.
En un contexto de emergencia climática como el que enfrentamos, necesitamos más que nunca una inversión decidida en la conservación, no entendida como gasto, sino como inversión y motor de desarrollo sostenible. Proteger nuestro medio ambiente no es solo un imperativo ético o ecológico, es también una decisión estratégica.
Por eso, en este Día Mundial del Medio Ambiente, mi deseo es que sigamos tejiendo alianzas capaces de ir más allá de las buenas intenciones. Que las sinergias entre sector privado, filantropía y sociedad civil se consoliden como parte del nuevo paradigma de desarrollo que el planeta necesita. Porque no hay solución sostenible que no sea también una solución compartida.
Inma Saranova es la directora ejecutiva de IbizaPreservation, una fundación sin ánimo de lucro que promueve la conservación y recuperación del excepcional patrimonio natural de las Islas Pitiusas. Desde 2008 la Fundación ha liderado, impulsado y participado en iniciativas que promueven la protección de los hábitats locales y de formas de vida más sostenibles.
Directora de la Fundación IbizaPreservation
