Opinión Salvador Sostres

El bello gesto de Àngel Surroca

Libro Ángel Surroca, "De la fusta a la fusta".

Àngel Surroca creó la gran empresa Derivados Forestales mientras su dueño, Pedro Mir, viajaba por el mundo haciendo otros negocios. Surroca ha denunciado a Jorge Segarra, a Juan F. Capelles y al prestigioso oncólogo Josep Tabernero por haberse apropiado indebidamente de los frutos de su trabajo al frente de Derivados y que fueron a parar a la fundación Cellex, de Pedro Mir. Sin entrar en el detalle de la cuestión, que está judicializada, es importante destacar la figura de Surroca.

De prácticamente la nada, convirtió Derivados Forestales en una de las empresas más importantes del mundo en su sector. Con conocimiento y con trabajo, con perseverancia, sin reclamar ningún favor ni protagonismo, creó un imperio de relevancia mundial. Este orgullo es el que ahora le ha llevado a denunciar abusos, engaños y apropiaciones indebidas. Y no tanto por el dinero, porque el señor Surroca tiene para vivir él y su familia las veces que quieran, sino por su dignidad.

La dignidad de un empresario es su obra, y aunque en algunos estereotipos creados desde el desconocimiento se pretenda pintarlos como seres ajenos a cualquier empatía, la creación empresarial es por lo menos tan importante como la artística, y cuando está hecha con sentido, como es el caso de Surroca con Derivados, contiene elementos de belleza y de mejora del mundo, de solidaridad y de progreso de la Humanidad.

Que este señor a sus 90 años se haya alzado para defender su obra, y la integridad y la vocación altruista de la fundación que tiene que administrar los bienes devengados en favor de la investigación científica, no sólo es un acto de justicia para Derivados y Cellex sino de defensa de la dignidad empresarial. En un país en que el éxito, y sobre todo el éxito económico, está penalizado, que un empresario de tan extraordinaria trayectoria como Àngel Surroca defienda el patrimonio de lo que hizo, ha de servir a tantos y tantos empresarios más jóvenes que arriesgan su dinero, que pagan nóminas e impuestos, y que encima se sienten cuestionados cuando no directamente insultados, para reivindicarse sin complejo, y reconocerse como protagonistas y promotores del Estado del Bienestar con que por el hecho de ser español tienes tus necesidades básicas cubiertas.

El Papa León XIV nos ha recordado con su nombre -continuador de León XII- que el antídoto contra el comunismo es la dignidad de los trabajadores. Es un recuerdo muy oportuno en un mundo que tantas veces olvida su propósito. Si empresarios tan brillantes como Àngel Surroca no habría dignidad posible -porque simplemente no podríamos pagarla.