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Opinión Javier Ortega Figueiral

¿Está Estambul adelantando a Europa en la carrera aérea?

El aeropuerto de Estambul asumió todos los vuelos del viejo Atatürk en 2019. La obra demostró poderío turco y fue orgullo nacional.

El pasado fin de semana en Madrid, inmerso en mi fijación por la aviación, visité el Museo del Aire, el aeropuerto de Cuatro Vientos y el Real Aeroclub de España. Además, desde el mirador sobre Barajas en Paracuellos de Jarama, disfruté de una vista privilegiada de la T4 y las pistas, con una puesta de sol espectacular como telón de fondo. Observar varios despegues simultáneos en las pistas 14L y 14R fue un espectáculo que me llevó a pensar en un hito reciente: los despegues triples simultáneos en el aeropuerto de Estambul. Este logro no es solo un récord técnico, sino una advertencia para Europa: ¿está Turquía redefiniendo las reglas del juego aéreo mientras los Hubs tradicionales se quedan atrás?

Una visión estratégica detrás del éxito

El pasado jueves, Estambul hizo historia al convertirse en el primer aeropuerto europeo en implementar despegues triples simultáneos en pistas independientes, aumentando su capacidad de 120 a 148 movimientos por hora. Este hito, más allá de ser una proeza técnica, refleja la ambición de Turquía. Allí la aviación es una prioridad nacional. Desde el ascenso meteórico de Turkish Airlines hasta la colosal infraestructura del nuevo aeropuerto de Estambul, el país ha convertido al transporte aéreo en uno de los pilares de su proyección global. Mientras Hubs como Frankfurt, Heathrow y Schiphol lidian con congestión y regulaciones, Estambul plantea una pregunta algo incómoda: ¿se puede permitir Europa ignorar de nuevo a este país?

En Turquía, la aviación trasciende lo comercial. Turkish Airlines, con una flota de unos 400 aviones y más de 1.000 vuelos diarios, domina el 80% del tráfico de Estambul y conecta 344 destinos en 131 países, más que cualquier otra aerolínea del mundo. El nuevo aeropuerto, inaugurado en 2018 tras una inversión de 10.250 millones de euros, es un proyecto faraónico diseñado para gestionar en el futuro a 200 millones de pasajeros anuales. En 2024, ya procesó 80 millones de pasajeros, y se consolidó como uno de los grandes en el tráfico de carga aérea en Europa. Este enfoque, respaldado directamente por Recep Tayyip Erdoğan, contrasta con la fragmentación europea, donde aeropuertos y aerolíneas a menudo persiguen prioridades divergentes.

Innovación + eficiencia

El éxito de los despegues triples no fue casualidad. La colaboración entre IGA, el operador del aeropuerto, Turkish Airlines, Eurocontrol y DHMI, la Autoridad Estatal de Aeropuertos de la República de Turquía, permitió entrenar a 500 controladores con 4.500 horas de simulaciones y adoptar tecnologías como el Airport Collaborative Decision Making (A-CDM). El resultado: menos tiempo de rodaje, mayor puntualidad y una reducción de emisiones de CO2, un argumento clave en un sector bajo presión por la descarbonización.

Turquía pretende que la terminal de Estambul alcance los 200 millones de pasajeros en un futuro no muy lejano.

En mi última visita a Estambul, vi pasajeros y aviones fluir sin demoras, una experiencia que contrasta con las colas en aeropuertos continentales. Para los Hubs europeos, donde la congestión es un dolor de cabeza, Estambul demuestra que la optimización operativa puede ser más efectiva que construir nuevas pistas.

La ventaja de la agilidad turca

La libertad regulatoria de Turquía, fuera del marco de la UE, es un factor crítico. Mientras, por ejemplo, Amsterdam-Schiphol opera en modo segregado con dos pistas para aterrizajes y una para despegues, o Frankfurt enfrenta cuellos de botella, Estambul implementa innovaciones con una agilidad que Europa envidia. Las estrictas normativas ambientales y los largos procesos de consulta pública en la UE ralentizan el progreso, mientras Turquía, antigua aspirante a la Unión, avanza sin trabas.

Esto plantea un dilema: ¿está la burocracia europea sacrificando la competitividad de sus Hubs? Si Estambul sigue captando tráfico de conexión, podría erosionar el dominio de los grandes de la UE, ya amenazados por los Hubs del Golfo.

Lecciones y limitaciones

El modelo turco no es perfecto. La dependencia de Turkish Airlines limita la diversidad de aerolíneas en Estambul. Además, el fuerte control estatal podría generar ineficiencias o politización a largo plazo, algo que Europa, que tiene el mercado ya liberalizado, ha evitado. Para la UE, el desafío no es copiar a Turquía, sino adaptar sus lecciones: invertir en tecnología para el control aéreo, priorizar la formación y optimizar infraestructuras existentes. Como alguien que ha seguido la evolución de los hubs europeos, el logro de Estambul me impresiona, pero también me preocupa: ¿está Europa quedándose atrás en una carrera que no puede permitirse perder?

Un Airbus A350 de Turkish. La aerolínea tiene la red de destinos más extensa del mundo.

Un momento crítico para Europa

La aviación europea enfrenta un punto de inflexión. El tráfico aéreo creció un 7,5% en 2024, y los pasajeros exigen puntualidad, sostenibilidad y precios competitivos. Estambul, con el respaldo del estado turco, ha subido la apuesta, demostrando que la ambición y la coordinación pueden transformar un aeropuerto en un referente global. Europa tiene los recursos para responder, pero necesita superar la inercia regulatoria y alinear a sus actores clave. La pregunta no es si los hubs europeos deberían mirar a Estambul, sino si pueden permitirse mirar hacia otro lado.

En un sector donde la eficiencia manda, Turquía ha tomado la delantera desde hace unos días. Ahora, Europa debe decidir si sigue su estela o se queda en tierra.

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