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Opinión Salvador Sostres

La medida de tu fuerza

Hay razones de Estado pero también hay veces en que los propios Estados, o sus líderes, cuestionan el orden, lo sacuden, y entonces un juego nuevo en un tablero nuevo no es una amenaza sino una posibilidad.

La Operación Cataluña, entre tantas otras operaciones. El banco andorrano BPA. Villarejo. Las islas Chafarinas. Algo empieza a moverse como un puño entre el tráfico cuando un Estado se siente amenazado. Las reglas del juego son para tiempos de paz.

No hay nada más afectado que intentar derruir un Estado y luego quejarse del precio de la batalla. Hay razones de Estado. El Estado con su superficie y con sus cloacas. El Estado con su maquinaria lenta pero que no se detiene cuando empieza a funcionar.

Para que la libertad exista y para que podamos creer en ella tiene que haber una delimitación clara del terreno de juego. Creer que el Estado, frente al independentismo y a Podemos, actuó para limitar o censurar la libertad de ambos movimientos es una visión naíf, de quita y pon, de la realidad. Una visión entre conspiranoica y quejica, pequeña, ridícula.

El Estado actuó para proteger el terreno de juego de la libertad de todos. El terreno de juego que es una metáfora y que en realidad significa su propia supervivencia. El Estado que garantiza nuestro lugar y nuestro estilo de vida libre y seguro. Sólo los que acaban destruidos piensan que la libertad no hay que protegerla, que las fronteras no hay que defenderlas, que cada derecho no está tensado a un deber. Lo mismo que protegemos la integridad de nuestra familia a pesar de las desavenencias matrimoniales -o así tendría que ser- para que nuestros hijos crezcan tranquilos, sintiéndose el centro y con el Paraíso a salvo, el Estado protege los límites de su existencia para que de verdad podamos ser libres y vivir confiados.

Vienen tiempos movidos y de muchos cambios, en los que podremos hacer grandes cosas si mantenemos la mirada limpia y ávida, y en los que nos atascaremos si vivimos desde el prejuicio y el complejo. Los actos tienen consecuencias pero no actuar también las tiene. Hay razones de Estado pero también hay veces en que los propios Estados, o sus líderes, cuestionan el orden, lo sacuden, y entonces un juego nuevo en un tablero nuevo no es una amenaza sino una posibilidad.

La diferencia entre Puigdemont y Trump es la diferencia que hay entre la caída de la BPA y el “we will drill, baby, drill” con que el presidente de Estados Unidos fundó una nueva era, y muy probablemente un orden mundial nuevo.

Tras décadas de vivir atracados en la bahía de la tranquilidad hay que volver a recordar que la vida es conflicto, violencia, recuento de cadáveres físicos o morales. La vida es sanguinaria y nuestra naturaleza es imperfecta y está en movimiento. Nada es estable y al final nos morimos. Hay que dejar de quejarse. Hay que estar atento. Hay que entender más que opinar. Hay que mirarse muy adentro para profundizar acertadamente en la visión del otro. Hay que diferenciar entre una región y un Estado, y entre un Estado y los Estados Unidos. Y todo esto se resume en saber medir exactamente tu fuerza con la de tu interlocutor, y actuar según te dicte el balance que obtengas.

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