Opinión Daniel Entrialgo

Apuleyo Diocles, el deportista hispano más rico que Michael Jordan

Foto: Getty

Todos los años, Forbes publica la lista de los deportistas mejor pagados del año (“más alto, más rápido… más rico”, actualizando el lema olímpico del Baron de Coubertain). Sin embargo, hace algún tiempo, se editó un ranking mucho más ambicioso con las 10 estrellas del deporte más ricas de todos los tiempos.

En el primer puesto aparecía el baloncestista Michael Jordan, quien –además de una brillantísima carrera como estrella de la NBA– revolucionó el mundo de los patrocinios deportivos gracias a su estrecha relación con Nike. En total, a Air Jordan se le asignaban unas ganancias de 3.750 millones de dólares (ajustados a inflación).

El segundo escalón era para el golfista Tiger Woods, con 2.660 millones; y en tercer lugar se situaba al futbolista Cristiano Ronaldo, con 1.920 millones (aunque el portugués sigue aumentando y aumentando su patrimonio cada año gracias a un salario en el fútbol árabe de más de 200 millones de euros por temporada, libres de impuestos). Pues me van a perdonar, pero si esta lista hacía referencia a los mejores “de todos los tiempos”, echo de menos a un nombre en lo más alto de la clasificación.

Quizá cause sorpresa, junto a cierta cara de extrañeza, si nombro al ignoto –pero más que justo ganador– que da título a esta columna: Cayo Apuleyo Diocles, un auriga romano del siglo I después de Cristo. “¿Quién…? ¿Cómo…? ¿Será una broma, no?”, me dirán. ¿Tal vez
el típico clickbait tramposo para llamar la atención? Pues lo cierto es que, si me permiten explicarles su biografía, la cosa adquirirá bastante sentido.

Si no han visto Ben-Hur, quizá no sepan que los antiguos aurigas eran pilotos que manejaban –con enorme riesgo y destreza– una especie de carros con ruedas tirados por caballos. Participaban en una serie de carreras, enormemente populares, que se celebraban
en los coliseos, en derredor de unas gradas repletas de una muchedumbre entregada y enfervorecida.

Al parecer, los accidentes mortales eran bastantes frecuentes, por lo que los vencedores adquirían –además de enormes cantidades de dinero– una aureola de leyenda. Pues bien, el tal Diocles (que, por cierto, había nacido en Hispania) fue según las crónicas un
auténtico fenómeno. Estuvo en activo durante 24 años y consiguió acumular 1.462
victorias
(todos estos datos están grabados en inscripciones latinas del antiguo Circo de Nerón, una especie de ‘Guía Marca’ de la época), llegando a ganar más de 35 millones de sestercios, cantidad que –según los entendidos (aunque si de pequeño leías
Astérix, ya te puedes hacer una idea)– equivaldría hoy en día a
unos 15.000 millones de dólares.

Vamos que, para Diocles, lo que gana Cristiano Ronaldo en Arabia
sería pura chatarra.
Tipos curiosos estos romanos. Disfrutaban tanto de una
emocionante carrera de aurigas como del buen vino (el falerno era el más apreciado), las finas telas o de los manjares de la buena mesa (eso sí, salpimentados con garum, una apestosa pasta de anchoa fermentada que no debía faltar en ningún banquete).
Les encantaba también decorar sus villas con estatuas y hermosos murales, contemplar en el teatro una tronchante comedia de Plauto o rematar la fiesta con la actuación de unas bailarinas de Gadir, muy afamadas en la época por sus sensuales movimientos.

Así que, repasando un poco por encima los principales temas de lifestyle que llevamos en Forbes, me he dado cuenta de que aunque hayan pasado casi 2.000 años desde que Diocles colgó el látigo de auriga (que 20 siglos no es nada), las cosas tampoco han
cambiado tanto por el viejo Mediterráneo.
Gastronomía, moda, motor, belleza, deporte… Vamos, que podríamos haber vendido Forbes –grabado en gruesas losas de
mármol, supongo– a la salida del Palatino de entonces. Porque como Astérix solía exclamar en sus tebeos, “están locos estos romanos”, pero de tontos no tenían ni un pelo.

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