Opinión Javier Ortega Figueiral

Dirigibles comerciales para pasajeros

Ferdinand Adolf August Heinrich Graf von Zeppelin. Quédense con este nombre, pues después volvemos al personaje. Para empezar 2025 les voy a explicar una curiosidad: veo regularmente, y completa, la película Casablanca. Muchas veces he tenido la oportunidad de disfrutarla a bordo de aviones cruzando un océano. Ahora los programas de entretenimiento a bordo de una aeronave son tan variados, que en algunas compañías hay incluso una sección de películas clásicas. No falla: del mismo modo que durante años, en la sección de series de TV, hay (o había) siempre algunos capítulos de The Big Bang Theory y de The Simpsons, en la sección de cine clásico, no falta Casablanca.

La película de Michael Curtiz, protagonizada por Ingrid Bergman y Humphrey Bogart envejece fabulosamente, con más de 80 años. Hace bastante tiempo me llevé una decepción cuando supe que los protagonistas nunca pisaron Marruecos para el rodaje. Decepción equivalente a la que me llevé cuando un critico de cine televisivo reveló un dia que Un Americano En Paris, nunca se rodó allí, por lo que ni Gene Kelly, Leslie Caron u Oscar Levant estuvieron en la capital francesa para rodar la historia en 1951.

Un Render de como serán los primeros dirigibles comerciales de Air Nostrum (imagen: Hybrid Air Vehicles)

Volvamos a Ferdinand von Zeppelin. Tuve un disgusto equivalente al de las películas “que no fueron rodadas en el lugar que llevan en su título” cuando supe que el personaje al que se le atribuye la paternidad del dirigible no era en realidad el inventor de este. Zeppelin era un alto mando militar, perteneciente a la nobleza. Su conocimiento de matemáticas era muy limitado como para poder hacer los cálculos necesarios y desarrollar estos inventos voladores. El caso es que no fue el, sino el colombiano Carlos Albán, cónsul de su país en Hamburgo, quien desarrollo la idea de un dirigible. Albán era inventor, matemático, militar, médico, político, periodista, abogado, ingeniero civil, policía y buen amigo de von Zeppelin, al que cedió el invento que desde entonces llevó su nombre y no el de Albán.

Es un “melón” que aún hoy está por abrir: la atribución de muchos méritos a algunos personajes que se han aprovechado la idea y esfuerzo de otros, pero se han quedado con su éxito y beneficios sin compartirlo. Un ejemplo es este general de caballería que acabo fundando una empresa de dirigibles… con su apellido: la Luftschiffbau Zeppelin GmbH, creada en 1908 y que cerró tras la segunda guerra mundial, aunque reapareció a partir de los 90. En sus mejores tiempos, la compañía llegó a ser notable, teniendo como aeronave estrella el Hindemburg, dirigible comercial que llegó a cubrir vuelos de pasaje desde Alemania a Estados Unidos y Brasil. Un accidente en New Jersey y el final del IIIº Reich marcaron el final de la etapa mas brillante de la empresa.

El mítico y enorme Hindemburg. Otros tiempos y otra tecnología.

Dirigibles en el siglo XXI

Que el avión le comió el terreno a los dirigibles es algo obvio. Tras la segunda guerra mundial, las aeronaves de ala fija y el desarrollo de aeropuertos ganaron la partida aérea, aunque este invento siguió volando de forma testimonial para patrullaje y sobre todo como elemento publicitario. El del fabricante de neumáticos Good Year es todo un icono en Estados Unidos.

Al final, casi todo vuelve. La británica Hybrid Air Vehicles, le dio unas cuantas vueltas a volver a poner en vuelo los grandes dirigibles… y lo consiguió. No sin problemas al inicio, aunque fueron solventándose, como cualquier gran apuesta. No hablamos de algo precisamente pequeño, sino de un ingenio enorme: 92 metros de largo. El Boeing 747 mide algo más de 70.

En España con Air Nostrum

Detalle de como se volará en un Airlander de Air Nostrum: vielos tranquilos sobre el Mediterraneo. (Hybrid Air vehicles)

Y es aquí donde quería llevarlos hoy. A un plan ambicioso y a la vez bonito, de futuro y muy acorde con las tendencias. Confieso que la idea me parece entusiasmante. La compañía Air Nostrum, que opera sus vuelos regulares como franquicia de Iberia, aunque es una empresa totalmente independiente, será la clienta de lanzamiento de estos dirigibles de nueva generación.

Serán unas enormes aeronaves capaces de llevar a 100 pasajeros y con una carga de pago de 10 toneladas, con una posible motorización eléctrica. Será un vuelo muy distinto al avión, pues la cabina tendrá unos enormes ventanales panorámicos, muy bajo nivel de ruido y por sus características podrá volar bajo sin necesidad de presurizar la cabina. Esto es, un vuelo en Airlander se convertirá casi en una lección de geografía en directo a unos 130 kilómetros por hora, incluso sin necesidad de aeropuertos, porque más que aterrizar, lo que hacen estas aeronaves es acercarse o alejarse de la tierra. Con unas zonas preparadas y despejadas para su operación podrá servir ciertas rutas, que por la velocidad media de la aeronave serán cortas, como por ejemplo desde Valencia o Barcelona a Baleares o en otros puntos del Mediterráneo, como Malta, Sicilia o Túnez.

El Airlander vuela de verdad. Los prototipos llevan muchas millas y horas de vuelo a sus espaldas.

De hecho, aun durante la certificación de la serie 10 de los Airlander, la compañía española, que será la cliente de lanzamiento, sigue con interés el desarrollo de una versión del aparato capaz de llevar por aire hasta 50 toneladas de carga. Su puesta en marcha daría una vuelta importante al transporte de mercancías (y personas) a diferentes zonas con una infraestructura mínima.

A veces las grandes revoluciones llegan de manera discreta, silenciosa y en este caso sin contaminar y con la velocidad justa. Muchas veces hay que bajar el ritmo y pensar: ¿es tan necesario llegar rápido y no disfrutar del paisaje? Creo que si. Y esta apuesta de Air Nostrum por volar bonito y tranquilo y de Hybrid Air Vehicles por volver a poner de moda el viaje placentero por el cielo me parecen muy interesantes.

Una cabina panorámica. En estas butacas rodeadas de amplios ventanales se volaría con toda la tranquilidad de un vuelo lento y a una altura mucho menor de la habitual (HAV).

En los próximos años, puede ser que antes de un lustro, quizá veamos a los gigantes blancos y tranquilos sobrevolarnos. Será un buen signo. Y volar, todo un placer.