Carlos Barral dice que los mejores poemas de Louis Aragon son los de la invasión nazi de París, lo que no significa que los nazis tengan que invadir París para que el señor Aragon pueda escribir sus buenos poemas. Tampoco deseamos las crisis ni las emergencias, pero descubrimos cuándo llegan el valor último de los empresarios. Si en tiempos de paz nos alumbra su visión, su inteligencia y su manera de dar respuesta a las necesidades de la gente; y también la capacidad de crear tendencia y de hacer que estas necesidades sean unas y no otras, en los momentos de dificultad es su generosidad la que nos guía hacia la recuperación y el consuelo.
Juan Roig ha liderado la respuesta privada a la catástrofe provocada por la gota fría en Valencia. El empresario ha estado en todo momento al lado de los afectados, participando en las tareas de reconstrucción de una manera física, con sus propias manos. Los supermercados Mercadona han sido los primeros establecimientos comerciales en volver a estar en condiciones para poder dar servicio de un modo normal y las cocinas solidarias de chefs tan importantes y valientes como Ricard Camarena se abastecen a diario de los productos cedidos por Juan Roig y su empresa.
Igualmente Mercadona se ha preocupado por sus empleados, y discretamente y sin exhibicionismos de ninguna clase les ha donado más de 40 millones en ayudas directas. A los que han sufrido desperfectos graves en sus casas les ha donado 50.000 €, a los menos graves 25.000, y el que se ha quedado sin coche ha recibido 15.000 y así sucesivamente.
No ha hecho falta que nadie le pidiera ayuda para darla. No ha hecho falta que nadie le fuera a llorar. Él ha llorado antes por todos y ha reaccionado estando al lado de los que sufren. No conozco ni tengo la sensación de que exista una ayuda parecida, aunque sea remotamente, por parte de los que tantas veces se han permitido insultar al propietario de Mercadona. No sé dónde están sus camiones de agua. No sé dónde están sus alimentos. No sé dónde está su dinero. Ni siquiera sé dónde están ellos. ¿Ustedes los han visto? Yo no los he visto y creo que si no los he visto es porque no están. Lecciones podemos dar todos, es lo más barato que hay, junto a tener opiniones. Pero estar, están muy pocos. Y sólo los que están saben lo que necesitan los demás, sólo los que siempre están saben cómo ayudar cuando llega un desastre.
Éste es Juan Roig. Éste es Amancio Ortega, que una vez más ha prestado su ayuda incondicional, en su caso a distancia porque es gallego. Ambos, hay que decirlo, aportan mucho más a la sociedad y a las vidas de las personas concretas con sus empresas y sus puestos de trabajo, tal como Bill Gates, por poderosa y caudalosa que sea su fundación, que lo es -es la primera del mundo-, crea mucha más riqueza y oportunidades para todos con Microsoft.
Si no eres generoso no puedes ser un buen empresario porque emprender es fundamentalmente una manera de dar. Por supuesto que hay empresarios miserables pero casi siempre por no decir siempre son malos empresarios.
Los buenos empresarios, grandes o pequeños, son los que hacen que las cosas pasen, son el verbo de la oración, el camino por donde avanzamos en nuestro deseo de mundo mejor. No deseamos los desastres pero medimos nuestra fuerza y nuestra humanidad cuando los sufrimos, y si el temporal nos ha puesto ante la dramática fragilidad de nuestras vidas, también nos ha recordado que mientras existan personas generosas, anónimas como los voluntarios o públicas como el señor Roig, tendremos aún derecho a vivir en la esperanza.