Hay que reconocer que las cosas en inglés suenan muy ‘fucker’. Tienen una contundencia que muchas veces no tiene el castellano, para qué nos vamos a engañar. En uno de esos habituales arranques pedantes que tenemos en las multinacionales, hay una frase bastante de moda: “Expect the best. Prepare for the worst”. Algo así como “Espera lo mejor, pero prepárate para lo peor”. Una invitación a ser positivos, pero estar alerta, a que no nos pillen a pie cambiado cuando las cosas vienen mal dadas. Últimamente, cada vez que la escucho, pienso que ojalá fuese realidad, porque veo a demasiada gente empeñada en desmentirla.
Lo veo en los ojos de muchos cuando hay una buena idea, con las aristas que siempre trae una buena idea; lo leo entre líneas en las preguntas plagadas de dudas; lo corroboro explicitado en emails que recalcan todo lo que no se puede hacer; lo intuyo en la multitud de casos que emplean el 99% de sentimiento positivo como dato; lo odio cada vez que compruebo que alguien tira la toalla y escoge la opción fácil. Veo a muchos más esperando lo peor y preparándose para lo peor que a compañeros de profesión esperando ya no algo bueno, sino solo decente.
Respeto al máximo la necesidad de trabajar que tenemos todos, pero sospecho que el miedo a perder el puesto es el mayor freno para que ocurran buenas cosas. Eso favorece que las personas sean extremadamente conservadoras, que jueguen a no hacer ruido, al “Virgencita, que me quede como estoy”. No todos podemos ser ‘kamikazes’, pero harían bien las compañías, si quieren prosperar, en trasladar a sus equipos que se arriesguen, que estén dispuestos a fallar, que nadie vendrá con la guadaña si intentaron algo que tenía sentido, aunque fuese arriesgado. Empecemos a penalizar a quien no se presenta al partido antes que al que al menos lo ha intentado. Nos la tomamos con el que espera algo bueno.
Llegamos a sitios muchísimo mejores cuando de verdad pensamos en lo mejor. En mi experiencia, cuando se empieza a pensar en lo mejor que puede ocurrir, todos comenzamos en un bucle de motivación que enriquece los proyectos. Al contrario, cuando se parte de lo peor que puede pasar, el clima es de reducción, de minimizar las cosas que llaman la atención, una especie de histeria colectiva que lleva a la nada. Una cosa es prepararse para lo malo, algo prudente, y otra muy distinta es directamente esperar lo peor. Cuando lo veas a tu alrededor, córtalo rápido. Por ahí no se va a ninguna parte.
Feliz lunes y que tengáis una gran semana.