Que tire la primera piedra quien no se haya hecho el ‘longuis’ alguna vez fingiendo no haber visto a alguien a quien no le apetece saludar. Normalmente, miras hacia otro lado y problema evitado, aunque reconozcamos que muchas veces sabemos que nos han pillado en el desplante. Hay veces en que ves a quien quieres evitar, pero él no te está viendo, así que es más fácil todo, pero qué raro es cuando se cruzan vuestros ojos y ya parece inevitable tener que detenerse a charlar.
En ese caso concreto, siempre he defendido que sigue habiendo una segunda oportunidad a través de la mirada perdida. Mantienes los ojos en el mismo sitio, pero la mirada se pierde, casi traspasando al que tienes delante, como si hubiera algo muy interesante dentro de su cabeza. Lo gracioso es que suele funcionar, dado que al otro se le da también la oportunidad de evitar saludarte. Ambos compartís la mentira de no haberos visto y listo. Todos felices.
Hasta hace poco, disfrutaba analizando estos especiales momentos. Sin embargo, el juego de miradas se ha colado en nuestras vidas a través de Microsoft Teams, Google Meets, Zoom y similares tanto, que ya me cansa. O quizá deberíamos llamarlo el juego de no miradas. Con el paso de los años (esta forma de trabajar comenzó en 2020), he terminado por tener un máster de lo que significa cada una de las miradas.
Mirada perdida: significa que están leyendo algo mientras hablas. La mirada es de concentración y la cara está algo más cerca de la pantalla, como si estuviera escudriñándote. Es seguramente la más frecuente. Es rara la llamada en la que no ocurre, cada vez que entra una notificación, cada vez que tu tema empieza a aburrir.
Mirada concentrada con muecas: están escribiendo algo en el ordenador. En algunos casos es sencillo, dado que un 20% de la gente se enfoca por debajo del antebrazo, pero no siempre. Sabrás si alguien está escribiendo porque estará concentrado y sonriendo, sacando la lengua, poniéndose serio, torcerá ligeramente el cuello… Si les preguntas algo en ese momento, no habrán entendido nada.
Mirada hacia abajo: tienen el móvil y le están echando un vistazo. Ahora somos como tertulianos de Sálvame, siempre con el móvil en la mano actualizando redes sociales. Aún recuerdo lo raro que era en 2015 sacar un teléfono en el trabajo. Ahora lo raro en no sacarlo durante una llamada. Sin embargo, la vergüenza ahí sigue y lo escondemos abajo para que no entre en plano.
Es curioso que lo que en una reunión física serían faltas de respeto sean la normalidad a través de la pantalla. Quizá debemos poner algunas reglas de decoro a esta ya no tan nueva realidad. Mirémoslo con detenimiento.
Feliz lunes y que tengáis una gran semana.