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Opinión Salvador Sostres

Joan Gaspart, el Adolfo Suárez del Barça

Con Laporta recién regresado al Barcelona, en 2021, alguien dijo en un programa nocturno de Catalunya Ràdio que Josep Maria Bartomeu había sido el peor presidente del club. Al cabo de pocos minutos el presentador dijo que tenían al teléfono a Joan Gaspart, exvicepresidente y expresidente del Barça, y que quería intervenir. Para el asombro y la ternura de todos, dijo que el peor presidente había sido él y que sentía mucha pena por ello.

Joan Gaspart fue el presidente de la transición del Barça, entre el antiguo régimen de Núñez, con sus muchos años al frente del club, y un Joan Laporta que en su primera presidencia encarnó un nuevo modelo de directiva joven, profesional, desacomplejada y exitosa. Joan Gaspart entendió en 2001 que el cambio no se podía hacer de golpe ni ser brusco y con su presidencia no rompió con el pasado, pero tampoco reventó a los que vinieron a continuación. Habría preferido que le tocara un ciclo más victorioso del primer equipo de fútbol, pero nunca dejó de luchar por conseguirlo, no renegó de Núñez, y sentó las bases del Barça del futuro.

No se aferró al cargo y cuando entendió que no podía aportar más al club de su vida, se fue sin mezquindad, no encargó a ningún “afín” que peleara contra Laporta ni le sacara trapos sucios en la campaña. Todo lo contrario: cuando el nuevo presidente ganó, quedó con él para comer y le explicó la importancia de llevarse bien con Ángel María Villar, entonces presidente de la Federación Española de Fútbol, y favoreció la excelente relación que ambos tuvieron, fundamental para entender el contexto favorable que halló el Barcelona para que su buen fútbol se tradujera en títulos. Los pagos al Enríquez Negreira han de entenderse en este contexto.

Durante su presidencia, que no fue rica en títulos, Gaspart trabajó sin descanso en asuntos que sabía que no iban a beneficiarle. El más notable fue quedarse a Messi y organizar a su familia: al jugador lo sometió a un tratamiento de crecimiento largo, incierto y costoso, al padre le buscó un trabajo, así como al hermano Rodrigo, que estuvo dos años empleado en el club de cocinero para poder vivir cerca de su querido Leo. Gaspart supo escuchar a sus asesores y hacerles caso, y gastar el tiempo y los recursos necesarios para forjar a la estrella del futuro sin saber si realmente iba a conseguirlo y teniendo muy claro que, en cualquier caso, como así fue, sus éxitos los disfrutarían otros presidentes.

También Gaspart fue decisivo para que Víctor Valdés, el portero de los muchos títulos de Rijkaard y de Pep, se quedara en el club. Encantador pero algo barriobajero, el jugador tuvo un duro enfrentamiento verbal con el entonces entrenador, Louis Van Gaal, otra bellísima persona algo impetuosa. Valdés le llamó “hijo de puta” y el técnico le dijo al presidente que era una falta de respeto intolerable y que tenía que echar al chico del Barça. Gaspart, que una vez más escuchó a los que sabían de fútbol, invitó a los enfadados a su casa y la verdad es que tuvo que esforzarse bastante para doblegar el orgullo suburbial del portero, que finalmente se disculpó con el entrenador y salvó su permanencia.

Sin tanto estruendo, retuvo a Puyol cuando algunos querían traspasarlo al Tenerife, dio galones a Xavi y se sacó de encima a jugadores que ya no estaban para rendir al máximo nivel como Gerdad y -lo siento, pero fue así- Guardiola. Que Figo se fuera fue su gran decepción y la verdad es que no pudo o no supo evitarlo.

Gaspart fue el Adolfo Suárez del Barça. Núñez fue el Franco -no por dictador, sino por antiguo régimen- y el primer Laporta un Felipe González que hizo tal revolución en todos los terrenos que tampoco al Barça lo reconoció “ni la madre que lo parió” según sentencia de Alfonso Guerra sobre las reformas impulsadas por los socialistas. Ni fue el peor presidente ni dejó de poner todo su empeño en cuidar las estructuras y trabajar para el futuro a pesar de que le tocó afrontar un tormentoso presente. El tipo de persona que Joan Gaspart es, afectuoso, brillante, apasionado y generoso, no siempre se ha sabido entender y la opinión publicada ha tenido fases de una gran injusticia con él.

Sin Joan Gaspart i Solves (Barcelona, 1944) el Barça habría perdido a Messi, a Puyol, a Valdés y a Xavi y no habría podido conocer los años en que deslumbró al mundo entero. En el Barça actual, de muy incierto presente, el problema no es que la pelota no entre, sino que a los jóvenes se les explota en lugar de formales, la estructura del club se malvende en lugar de preservarla, y no sólo no se trabaja para que se beneficien los presidentes del futuro, sino que abiertamente se maniobra para que en el futuro no haya presidentes sino propietarios árabes y muy ricos.